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Secretos familiares.

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Higo Chumbo
(@higo-chumbo)
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Estimado Sr. Jimenez.

   Desde la notaría Hnos. Perez, tenemos el deber de comunicarle el fallecimiento de su tío Don. Lucas García de Cos.            

   Al ser usted el único heredero vivo del Sr. García, le rogamos que se ponga en contacto con nosotros lo antes posible, ya que  si no lo hace, (en un plazo de 20 días hábiles). El ayuntamiento de Villarosa del Sill  iniciará un proceso de expropiación y posterior subasta, de todos los bienes del fallecido. (incluyendo, la hacienda familiar situada a las afueras del pueblo).

Reciba nuestro más sentido pésame .

Atentamente:

Rodolfo Lopez Torres                                                                                                                                                  Director ejecutivo

Este tema fue modificado hace 2 años por Higo Chumbo

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Josco Zaro
(@joscozaro)
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Estimado Sr. Lopez Torres.

Gracias por sus condolencias y por ponerse en contacto conmigo con tanta rapidez. En una semana estaré en Villarosa del Sill en persona junto al Sr. Beltran, mi abogado; sería magnífico poder concertar una cita en su despacho el mismo día de mi llegada, a primera hora de la mañana, para tratar todos los temas pertinentes en relación a la herencia de mi tío.

De nuevo, gracias por sus condolencias.

Un cordial saludo.

Atentamente:

Lorenzo Jimenez De Cos.


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Josco Zaro
(@joscozaro)
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Querido Beltran.

Te escribo para comunicarte que mi tío Lucas finalmente ha fallecido; y necesito que acudas la semana que viene conmigo a Villarosa del Sill, para hablar con el notario sobre la herencia. Al parecer soy el único heredero que queda con vida, quien diría que ese viejo diablo acabaría dejándome a mi toda su herencia...

Sé que hace mucho tiempo que juramos no volver a ese sórdido pueblo, pero antes rompo un juramento que dejar que los chupa sangres del ayuntamiento subasten todas las propiedades para llenarse ellos los bolsillos. Ya sabes como son esas sabandijas. Lo único que espero es que el tío Lucas no tuviese muchas deudas pendientes. Ambos sabemos que no son buenos momentos para el negocio... pero esto podría ser la bocanada de aire fresco que cambie el rumbo de nuestra empresa y de nuestras vidas.

He comprado los billetes de tren para los dos, he alquilado un coche con chofer para que nos recoja en la estación y he reservado un par de habitaciones en el "mejor" -y único- hotel de ese maldito pueblo. No te preocupes, todos los gastos corren a mi cuenta. O a la de mi tío si tenemos suerte y todo va bien.

Pasaré a buscarte el Miércoles a las 6 de la mañana por tu despacho, prepara todo el papeleo y lo que sea necesario.

Un abrazo.

Lorenzo Jimenez De Cos.


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Higo Chumbo
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ENTRADA DEL DIARIO DE BELTRÁN 

20 de septiembre de 1990 

¡Es imposible dormir! ¡Estos malditos chotacabras! ¡Estas malditas ranas! ¡Maldita naturaleza!
Dicen que para conciliar el sueño hay que levantarse de la cama y hacer algo. En fin, no se me ocurre nada mejor que escribir estas lineas.

Hoy, Lorenzo y yo, llegamos a Villarosa del Sill, un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. El viaje hasta aquí no ha sido nada fácil, ya que se encuentra ubicado entre las faldas de dos grandes montañas, en el fondo del valle. Esto nos obliga a bordear una de las laderas, a través de una sinuosa y destartalada carretera.
Todo con el fin de llegar al nacimiento de un caudaloso río. Allí se encuentran las primeras construcciones de pueblo; herrumbrosas refinerías, de cuando el rio rebosaba pepitas de oro.
Tras abandonar la zona industrial y atravesar el puente nos encontramos dentro del pueblo. Antiguas construcciones medievales que conviven con vestigios de una era industrial ya olvidada.
La calle principal, salpicada de toscos balcones de madera, termina en una plaza donde se concentra la vida del pueblo.
Rodolfo Lopez Torres nos esperaba, y tras una calurosa bienvenida nos invitó a pasar a su oficina. Nos estuvo informando sobre la mala relación existente entre el fallecido don Lucas y los habitantes del pueblo. Por lo que no le extrañó, el intento de expropiación del ayuntamiento. La gente del pueblo no acepto de buen grado que un forastero, ajeno a las costumbres y tradiciones locales,  hubiera comprado aquellas tierras. 
Después de resolver el papeleo pertinente pudimos acceder al testamento del difunto, y fue más de lo que esperábamos, me lo llevaré a Madrid para custodiarlo.
Satisfechos y enormemente sorprendidos, Lorenzo y yo nos fuimos a celebrarlo al hotel.

Voy a dejarlo por aquí, parece que me estoy quedando dormido, mañana visitaremos la antigua casa del Tío Lucas y seguro que hay algo que recordar.

 
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Higo Chumbo
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Carta de Lorenzo a su tía Rosamunda.

Lorenzo G. De Cos

   (Finca Ros)      

Villarosa del Sill                       

21/9/1990.

Querida tía Rosamunda:

 

Te agradezco enormemente la fineza que has tenido al avisar a los antiguos guardeses de nuestra inminente llegada a la casa. Si te soy sincero, me ha sorprendido que  mantuvieras amistad con Vincente, y más aún después del “incidente” que tuvisteis con el tío Lucas. Pero no me extraña, son gente la mar de encantadora, no como esos odiosos pueblerinos de Villarosa del Sill cuyo desprecio hacia el tío Lucas (y por tanto a mí también) ha sido más que evidente, que prácticamente montaron una verbena cuando supieron que se había colgado.  

A pesar de esto ha ido todo muy bien y ya nos hemos podido instalar en la casa principal. 

Beltran ha ido a explorar los jardines junto con Vicente y yo me he quedado en el despacho ordenando los papeles del tío Lucas y tengo que confesar que estoy bastante  perdido.  

Espero que no te importe, pero te he adjuntado 2 copias de las cartas que estoy investigando, por si me pudieras arrojar algo de luz sobre el destinatario y el contexto de dichas cartas. 

 

Deseando que te encuentres bien, y repitiendo las gracias por tu fina atención. 

 

LORENZO JIMÉNEZ DE COS 

 

P.D. Se nos ha caído la línea telefónica por lo que tendremos que cartearnos hasta el viernes que viene. 

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Higo Chumbo
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ENTRADA DEL DIARIO DE BELTRÁN 2

 

21/09/1990

Hoy por fin hemos abandonado ese inmundo hotelucho y nos hemos instalado en la antigua casa del viejo Lucas; y, si he de ser sincero, creo que todavía estoy un poco en shock. Eso me pasa por ser tan prejuicioso, ya que me esperaba encontrar un chamizo con medio techo hundido, pero, sorpresa, sorpresa: resulta que el jodido viejo ¡vivía en una puñetera mansión!  

(Nota para el Dr. Gutiérrez: Me disculpo de antemano, por tener que usar un lenguaje tan soez, pero estoy tan emocionado que no voy a poder expresarlo de otra manera. Bueno, seguro que sabrá disculparme ya que fue usted quien me recomendó esta terapia).  

La mansión es una preciosidad, de vastas dimensiones  construida en piedra de sillería y adornada en su fachada con cuatro columnas de estilo palladio delante de la puerta principal. El cuerpo principal se encuentra orientado hacia el oeste, con dos alas macizas en sus costados; por otro lado, en su extremo más oriental, se sitúan varios edificios unidos entre sí, dedicados a las labores de labranza. Entre medias de los dos edificios, se encuentra una capilla católica con un pequeño campanario.

Rodeando a las edificaciones se encuentran dos enormes jardines, uno orientado al norte y otro al sur.

Toda la hacienda está rodeada por una sólida verja de hierro, cuyas puntas triangulares fueron afiladas una a una.

Después de recuperarnos de la impresión inicial, una figura apareció para recibirnos. Se trataba de Vicente, el administrador de la finca. Un hombre de aspecto sencillo, algo bajito y corpulento, pero de cara llena y simpática. Su aspecto fue un fiel preludio de su carácter, ya que nos recibió con gran amabilidad. Al parecer la tía de Lorenzo le avisó de nuestra llegada y con eso en mente nos insistió en acompañarle para ver las tierras. Lorenzo declinó su oferta y se dirigió directamente al despacho de su tío; yo, en cambio, no dudé en acompañarlo, en lo que prometía ser un paseo inolvidable.

Exploramos a pie los dos jardines principales, sin mayor dificultad que los propios del campo, como encontrarnos: “hojarasca mú crecida”. 

Después de subir a una pequeña colina el jardín norte me cautivo  ya que, de la profunda maleza, sobresalen los restos de antiguas estatuas, bustos, y fuentes de alabastro pulido además de varias pérgolas de piedra de colmenar. Todo este panorama tan hermoso y desolado te lleva a recordar irremediablemente a las proezas dejadas por Roma. 

Al preguntarle el origen de toda esa hermosura, Vicente no me supo aclarar. Parece ser, que cuando don Lucas le contrató, todo aquello ya estaba allí por lo que tuvo que ser cosa de los antiguos propietarios: la Familia Rosendorf; una familia de nobles extranjeros que se asentaron por la zona a principios del siglo XIX.  Cuando quise preguntarle al respecto, Vicente me miró de repente y con una voz más nerviosa que enfadada dijo: « ¡Le ruego que no me insista más! ¡Esa familia se trajo para sí la peor ruina de todas! Y sí no quiere acabar igual, aléjese de todo lo que lleve ese apellido. 

Tras esto, nos volvimos a la casa para descansar y allí Vicente, con un chato de vino en el cuerpo, me pudo contar,  todo lo que aconteció entre estas paredes. Y si soy sincero, más me hubiera valido no haber sabido nada.  

 

Creo que por hoy es suficiente, ya mañana lo retomo sí consigo pegar ojo, además quiero llevar a Lorenzo para que vea el jardín. 


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Higo Chumbo
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Diario de Beltrán 3

Luz roja encendida. Casete en movimiento. Micrófono enchufado…

Hola,  Dr. Gutierrez, soy Beltran. Bueno, supongo que eso ya lo sabe. 

Estamos a día 22 de septiembre del año 1990. 

 

En resumidas cuentas el día ha sido tranquilo.

 

He empezado a ayudar a Lorenzo, ya que el pobre sigue ordenando los papeles de su tío. 

Por lo visto cuando llegamos a la casa se encontró con todo el despacho patas arriba: pilas de papeles desparramados, carpetas tiradas por el suelo, cajones volcados encima de las mesas, ¡todo un desastre! Si no fues porque el notario había cerrado con llave, daría la impresión de que han entrado a robar.

Antes de empezar, Lorenzo me convenció de que fuera a investigar la capilla mientras él despejaba un escritorio. Dijo, además, que debía entrar por la bodega, ya que la puerta del patio estaba siempre cerrada. 

Al parecer, la capilla no ocupa un edificio propio como el resto de construcciones, sino que se ubica dentro de la bodega, formando una habitación interior. La bodega por su parte, se sitúa pegado a la casa, paralelo al patio del jardín sur.

 Al abrir la puerta, fui recibido por un tufo  a humedad y madera vieja, que hizo estremecerme del asco.  Me tapé la nariz con la mano y fuí recorriendo varias estancias, hasta llegar a una enorme galería nombrada como: “el cocedero.” 

Ante mí, dos hileras de tinajas se extendían a lo largo de la pared, formando entre  ellas un corredor central que terminaba en una puerta. 

Como no tenía prisa, empecé a observar  las tinajas que me rodeaban, recordando una historia que Vicente me había contado.(Imitando el acento pueblerino): “Antes dé,  la llegada de Don Lucas. La finca estaba mandá por un administrador de los Ros. Se trajo aquí a su mujer. Cosa que no debió hacer, ya que un día la pilló entendiéndose con el cabrero.  Usted ya sabe, haciendoooo… guarrerías. 

El caso és; que las malas lenguas dicen, que al enterarse el marido, cogio a la mujer, la mató y  metió su cuerpo en una de las tinajas de la bodega.”

 Me acerqué a la tinaja de mi derecha y pasé la mano libre por toda la superficie. Notaba la rugosidad de la arcilla y las marcas decorativas que la revestían, hasta que me dí cuenta de que estaba muy fría. ¿Tendrá vino todavía? me pregunté. Para comprobarlo, proferí dos pequeños golpes que resonaron en el interior de la vasija, delatando su falta de contenido. 

Así, empecé a golpear una tras otra. Y una tras otra fue retumbando y resonando. Creando una sinfonía de ecos discordantes que inundaron toda la habitación. 

 Hasta que una de ellas, sonó diferente…  

Una amortiguación que resonó en mi cabeza y me dejó paralizado, hasta que todas dejaran de sonar. En ese momento apoyé la oreja y pude sentir la humedad del suelo; el roce de la arcilla; y el eco de un golpeteo frenético que surge del interior.

Me sobresalté  y me alejé hasta el pasillo.  Allí veo que un corcho mugriento que sigue alojado en su agujero. Pero la curiosidad me puede, y retiro el tapón, alejándome , creyendo que algo va a salir. Pero nada sale.

Y confundido, agacho la cabeza hasta alinearse con el agujero. Y descubrí que en la negrura había otro ojo que me miraba.

Me largué echando hostias. Y cuando volví con Lorenzo y una linterna, allí no había nada. Autogestión lo llama él, pero yo sé lo que vi. 

Me está empezando a dar un poco de miedo esta casa.

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Higo Chumbo
(@higo-chumbo)
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Hola Caracola 


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