2 de enero de 1982
Para Artie, Diana, Stew, y Wendy
¡Eyyy gente, por fin puedo escribiros! El viaje desde Boston hasta Providence fue un caos. Ya os contaré cuando regrese. Ahora estoy en la antigua casa de mis padres. Desde que nos fuimos a Boston cuando yo tenía apenas un año, nunca habíamos vuelto. Vamos a estar una buena temporada aquí: creo que a mi madre le sienta bien conectarse con el pasado. O eso dice ella. Y hay muchas cosas que ordenar, clasificar, tirar, empaquetar… ¡pero no me olvido de vosotros!
Han sido unos días un poco locos y un poco tristes. Ahora está todo algo más tranquilo. Enterramos a mi padre en el antiguo cementerio, que hay cerca de casa, el Little Neck Cementery. Fue un día muy oscuro y lluvioso y acudió gente que nunca he visto en mi vida —algunos con una pinta bastante rara, todo sea dicho—, pero que saludaban a mi madre como si se conocieran de toda la vida. Sé que aquí pasaron años muy felices y supongo que eran viejos amigos.
Mi madre está consiguiendo poco a poco conciliar el sueño y parece que se le han acabado las lágrimas, pero hace una semana parecía otra persona. Me pareció escuchar de un doctor con el que habló por teléfono, que estaba sufriendo una crisis nerviosa. Ya sabéis que mi madre nunca ha sido demasiado tranquila, pero todo esto le ha superado. Yo también estoy triste, pero una vez vi en una película que, a un niño de mi edad, al que también se le había muerto su padre, le decían que a partir de ese momento sería el hombre de la casa y que debía de ser fuerte, sobre todo por su madre. Pues en esas estoy, chicos.
De todas formas, la salud de mi padre era débil desde hacía varios años, creo que os disteis cuenta. Yo sabía que la vida se le escapaba poco a poco. Que su cerebro no andaba bien. Permanecía sentado en la mecedora de su cuarto días entero y solo se levantaba, con ayuda, para hacer sus necesidades. Y había dejado de hablar: aunque nunca ha sido un hombre de muchas palabras, conmigo se abría de vez en cuando. Y me contaba historias. Sobre todo, una.
Y precisamente por esa historia es por lo que hoy os escribo. No os vais a creer lo que he encontrado rebuscando entre las cosas viejas de mi padre. Estaba al fondo de una caja de cartón mohoso, dentro de un armario viejo en altillo. Aquella habitación apesta y está llena de telarañas. Da mucho asco. Pero viendo que mi madre no se levantaba de la cama, tuve que echarle valor por mi cuenta para ir adelantando.
Se trata de un número de la revista Weird Tales. Y diréis, ¿qué tiene eso de extraño, si fue una revista muy popular a partir de los años veinte? Pues que la historia que viene incluida… ¡la escribió mi padre! Nunca, en toda su vida, me dijo que él había escrito nada. Pero hay otra cosa extraña: el último número de la revista salió en septiembre de 1954. Y esto lo sabemos porque nos lo contó el padre de Artie, que es un fanático de la revista y las coleccionaba de joven.
Pues esta que tengo en mi poder, está fechada en octubre de 1954. Voy a hacerle una foto con la Olympus de mi padre y os la mando junto con la carta, porque sé que no me vais a creer. Dentro de la revista había una vieja nota, pero el texto es casi ininteligible. He deducido, tras mucho esfuerzo, que hay un nombre y creo no equivocarme si digo que es Dorothy Mcllwraith. Por detrás de la nota se pueden ver unas iniciales: ST, y el número 63. Ni idea de lo que significa. De eso no hago foto porque no vais a poder ver nada.
No he querido leer demasiado, pues todo esto me da un poco de miedo, pero he visto lo suficiente como para saber que la historia coincide punto por punto con la que me contaba mi padre.
Ya os la he relatado alguna vez, pero os voy a refrescar la memoria. Según mi padre, de pequeño y durante varios años, un hombre con un sombrero negro y una gran sonrisa que casi le llegaba a las orejas, le visitaba cada noche. A veces se lo encontraba a los pies de su cama, mirándole sonriente. Otras veces estaba agazapado en la esquina de su dormitorio. Tenía los ojos diminutos, como pequeños botones, tan pequeños que solo consiguió vérselos en un par de ocasiones, las veces que estuvo más cerca. Nunca supo quién era o qué quería. Pero sabía que era real y no un producto de su imaginación. Las visitas cesaron cuando cumplió 12 años.
Si esto es cierto y no una mera historia inventada de mi padre, creo que puedo entender mejor su carácter introvertido y asustadizo. Ningún niño de nuestra edad debería ver algo así.
Creo que podrías preguntarle a tu padre, Artie, si conoce de algún intento de lanzar una última historia antes de que cerraran la revista. Me surgen muchas preguntas, demasiadas para guardármelas para mí solo. ¿Es real la historia de mi padre? ¿Escribió más relatos? ¿Tuvo trato con los escritores de la revista…conoció a Lovecraft, Howard o Smith? ¿Os imagináis? Me parecería muy loco y me extrañaría que mi padre no me lo hubiera contado, sabiendo como sabía lo que me gustan las historias de los mitos… pero a veces sospeché que tenía un lado que no mostraba del todo, una parte escondida. Cuando pasen unos días que vea que mi madre está mejor, creo que le preguntaré por todo esto a ella, pero, mientras tanto, me gustaría seguir compartiendo correspondencia con vosotros.
Por favor, ¡escribidme! ¿Sabéis que me dijo mi madre el otro día? Que, cuando volvamos a Boston, lo haremos con el Dragones y Mazmorras debajo del brazo. ¡Por fin! Ve preparando el sótano, Wendy. Y los demás, ¡ayudadla! No quiero perder tiempo de juego cuando llegue.
Os quiero y os echo de menos, amigos.
Robin.
Querido Robin:
Antes de nada, lo lamento por Stewart, tu padre, siempre nos trató bien, aunque nos reñía bastante, jeje, sé que eres una persona fuerte y lo superarás pronto. Espero que tu madre esté bien, aunque si ha visto lo que creo, temo que empeore, te digo esto porque he estado hablando con mi padre y me ha contado lo siguiente:
La revista se dejó de publicar en Septiembre, porque el número de Octubre lo retiraron debido a que las historias publicadas eran todas ficticias, pero la historia de Stewart guardaba bastantes parecidos con un caso que se estaba investigando y les hicieron retirar el artículo, tu padre probablemente nunca te dijo nada porque le investigaron por asesinato, ya que su relato tenía detalles que sólo se encontraban en el secreto de sumario.
La gente que estaba en el entierro eran antiguos miembros de la editorial, estuvieron proveyendo de servicios jurídicos a tus padres hasta que por fin cerraron el caso por falta de pruebas, a tu padre se le tomó por loco, pero creo que tu madre ha visto algo, de hecho, la nota que tenía tu padre es el día de su muerte, ST 63, Stewart Thompson 63 años, mi padre también recibió una nota igual, nunca se atrevió a hablar de ello hasta que le recordé lo de tu carta, nunca se lo tomó en serio, pero la muerte de tu padre le tiene asustado, a los 12 años, cuando dejó de tener las visiones del hombre con sombrero negro, recibió un cuento escrito por Dorothy Mcllwraith con una nota en su interior, TL 57 Ted Lombstone cumplirá 57 el 25 de Diciembre de 1982, como Stewart, nació el mismo día, ¿has encontrado el libro? Quizás tu madre sepa algo
Espero que todo esto sea fruto de mentes atormentadas por la leyenda del hombre del saco y podamos jugar a ese Dragones y Mazmorras con Wendy y los demás.
De parte de un buen amigo que te quiere, Artie Lombstone