
«La Corza Blanca» de Gustavo Adolfo Bécquer
Hay quienes dicen que en los bosques del norte de España, más allá de los zarzales y madreselvas, donde el camino se desdibuja y los senderos se vuelven demasiado frondosos para transitarlos, se ven todavía reuniones de corzas blancas y salvajes, que bajan hasta los ríos y arroyuelos para conspirar contra los que quieren medrar el antiguo poder del bosque.
Dicen que se les aparecen de pronto a los cazadores, susurrándoles al oído o lamiéndoles las orejas para distraer la mirada justo a tiempo de que yerren el tiro.
Y cuentan que pueden cambiar de forma, que aparecen para ofrecer cuidados a los niños a los que sus padres dejaron solos para ir al monte, y que esperan a veces dormidas, a que alguien les ofrezca un beso de amor sincero, para recuperar por fin su forma humana y terminar para siempre con su maldición… O era una bendición? Quien lo sabe ya…
En 1858 se publicó la primera leyenda del maestro Gustavo Adolfo Bécquer. «El caudillo de las manos rojas“. Sus relatos, ya consagrados piezas clásicas e imprescindibles de la literatura española, fueron apareciendo poco a poco a lo largo de ocho años en las páginas de distintos periódicos de la época, hasta que el 27 de agosto de 1863 en el diario La América de Madrid vio la luz La Corza blanca…
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