
«El Hombre Muerto» de Horacio Quiroga
El maestro Horacio Quiroga nació en Uruguay el último día del año de 1878. De familia acomodada y trágico destino, Quiroga no tardó en hacerse con las riendas de una literatura marcada por la desolación. Sus relatos describen la crudeza de un mundo despiadado y temible, tanto por sus horrores como por su indiferencia ante los males que acechan al hombre y al espíritu humano.
Definido como escritor modernista, Quiroga leyó obsesivamente las obras de Edgar Allan Poe y Guy de Maupassant, una insana atracción por las literaturas extrañas se reflejaba en sus historias con un realismo poético en el que se pueden contemplar las entrañas de la vida y sus avatares, la enfermedad, el horror y la muerte.
Si hubo una batalla en la vida de Quiroga, esa fue el cuento, había que luchar por el cuento, porque el cuento tuviera una sola línea trazada por una mano sin temblor desde el principio al fin. Ningún obstáculo, adorno o digresión debía acudir a aflojar la tensión de su hilo. El cuento era, para el fin que le es intrínseco, una flecha que, cuidadosamente apuntada, parte del arco para ir a dar directamente al blanco”.
El cuento es el primero y el último de los maestros, Su verdad nace en la tradición oral y se extiende hasta nuestros días, como una pieza de artesanía, labrada por los siglos de los siglos, sus secretos, sus interpretaciones históricas, sus mentiras e hipocresías y matices de fugaz reinvención, no privan al cuento tradicional de la esencia de las historias que hicieron reír y temblar y llorar a los antiguos y los nuevos pasajeros del mundo. Desde que le pusimos nombre a las estrellas, hasta que las visitamos por primera vez, la humanidad ha tratado de salvarse a sí misma en sus tradiciones. Quizá como en la muerte, ese sea el premio de despedida. Nada puede librarnos del destino fatal… Pero que al menos este cuento nos salve. Que al menos eso le otorgue, por un momento, sentido a nuestras vidas.