Buenas noches, personitas llenas de luz y color. Les propongo un juego:
Las cosas cambian mucho según quien las cuente. Eso lo aprendemos desde bien temprano con los primeros bofetones severos de la vida. Por eso, porque ya tenemos una edad, traigo un ejercicio que tiene la pretensión de entretenerles y hacerles reflexionar. Ya saben que dos flexiones son mejor que una.
La cosa consiste en que a partir de la escena descrita a continuación, intentemos representar “lo que pasa”, cambiando el ángulo unos pocos grados y de ese modo obtener la visión más compleja posible de un suceso.
Así veremos que surge un abanico de opciones hasta tener que calcular un mínimo común al que podamos llamar Verdad…
¿Se lo pueden imaginar? Buscar la opción real entre un cúmulo de testimonios inventados… Ahhhhh me encanta el olor a frikada los sábados por la noche.
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Que sí, tía: como quien le da a un botón.
Fui con mi primo a ver el partido de fulbito del equipo de su hermano. Sí, el alto guapo y con tantos amigos molones.
Pues resulta que en el otro equipo jugaba el “Chatarrilla”, el hijo del “Chatarra”. Catorce años de mala leche, como el puto de su padre. Fíjate si es puto que su niño le va a quitar la pelota a uno del equipo del hermano de mi primo… ¿Me sigues? Pues eso, que el “Chatarrilla” le iba a quitar la pelota a uno del otro equipo y el otro va y se lo mea bien duro. Se lo llevó pa un lado y el “Chatarrilla” se resbaló, le cortó en seco por el otro y el “Chatarrilla” se cambó todo y se tuvo que abrir de patas. El público ya estaba pegando gritos y aplaudiendo con eso, pero el otro pibe, al que no conocía de nada, chiquitito, flaco, normalito, va y le mete un caño que casi hace que el niño del “Chatarra” se cayese de culo al suelo.
Mira: la gente se puso a dar botes en las gradas. Una escandalera, muchacha. Pitos, bombos, tolmundo en plan: lorooolororlorlorloo
Y entonces va el “Chatarrilla”, se pone detrás del pibe y le mete un patadón que lo tira de culo, pero con fuerza. En plan chungo matao, to cobarde ¿sabes?
La gente pegó a gritarle y el “Cuervo” le sacó tarjeta roja. Sí, tía. El “Cuervo”. Ese, ese. El de la riñonera con un montón de bolsitos. No sé cómo puede correr lo que trota un árbitro con todos esos bolsillos meneándosele en la cintura.
Pos que la cosa estaba caliente. El matao ese le soltó la patada al pibe, lo tumbó y se fue directo al banquillo con la cabeza agachada, con el cuervo pitándole en la nuca y la tarjeta roja en alto. Había un montón de ruido y aún así se escuchaba al cuervo pegándole gritos al entrenador del “Chatarrilla”.
—¡Si me entero de que vuelven a meter a jugar a este niñato en un solo partido, hago que les cierren el club!
La gente se puso a aplaudirle, los de su equipo estaban callados y el padre del “Chatarrilla” pegó a meter gritos como siempre que va mamao. Que si “Tú, lo que eres, es un cobarde”, que si “Conmigo no tienes huevos”, que si “Te rompo toa la boca ahora mismo”. El público empezó a bajar la voz mientras el “Chatarra” gritaba cada vez más hasta que se empezó a acercar a la barandilla para saltar a la cancha.
Yo estaba toa quieta, tú. Estaba pasando muy rápido. Entonces, el “Cuervo” abrió un bolsillito, guardó la tarjeta y con la misma, abrió otro bolsillito y sacó una pipa, tía. Una pipa de Pum Pum, tía. No de fumar. Sacó una pistola y el “Chatarra” se acojonó de golpe. Se escondió detrás de la valla y la peña se puso loooca, tía. Tolmundo corriendo y el Chatarra escondío detrás de un anuncio de zapatos.
—Sal ahora, borracho cabrón, si tienes huevos —Al ver que no salía, el cuervo se acercó al “Chatarrilla”, que también estaba congelao, y lo agarró del pelo para ponerlo de rodillas a sus pies—. Sal si no quieres que me cargue al hijoputa este.
Claro, tía. El “Chatarra” seguía ahí agachao, meándose encima, pero claro: es que era muy fuerte eso, ¿no? Un niño y tal. Catorce años. Ahí estaba gritando que por favor no lo matase. Tú no le meterías un tiro a un niño. Nadie normal lo haría.
Como si le hubiesen dado a un botón, tía. Hizo ¡Pum! Y el pibe se fue pal suelo como un muñeco. Después no tengo idea de lo que pasó. Mi primo tiró de mi mano y cuando miré para él, me temblaron las patas, me meé encima y me desmayé.
Cuando uno mira pa’ lo de atrás, pensando que pensando cómo lo ha tratado la vida, pue’ uno acaba cagándose en to’ más veces de las que le gustaría. Porque aquí, onde’ me ven ustedes, yo tenía un buen porvenir en las ligas de la Primera, con el Cris y el Lionel y to’as las otras estrellas… o al menos eso creía yo…
Aquel partido, en otro sitio perdio’ de la mano de Dios, se fue a tomar por culo. Así, sin más. ¡Cagüen to’!, como si no fuera suficiente aguantar las mierdas que ya de por si trae este mundillo, con los niñatos esos, puntapié pa’ aquí, puntapié pa’ allá, que por encima va ese puto al que llaman el “Cuervo” y me jode la vida más aún de lo jodia’ que ya estaba.
La pachanga aquella que llamaban partido empezó normal, como cualquier otra. El de la riñonera da’ el pitido, los criajos empiezan a correr de aquí pa’ ya como pollos sin cabezas, y a mí, sin más, me sueltan puntapiés como si no hubiera mañana entre gritos y aplausos.
Entonces, en menos de medio suspiro, ¡PAM! Y ya se ha liáo’ la marimorena.
Que aquí, onde’ me ven, tenía mis estudios hechos. Yo, un miembro internacional del mundillo futbolístico. Que empecé muy joven, allá’, en el lejano Este, pario’ en medio de una fabricucha de la selva; más duro era yo que el acero de aquella... Verdad es que ya por entonces tenía que lidiar con mocosos destos’, pero por lo menos me consolaba la idea de pensar en el buen porvenir, en las grandes ligas, los focos, las noches de “Shampions”…
¡Cagüen to’!
La trifulca de los criajos era otra más. ¿Qué importaría quién diera y quién recibiera? ¡Si son tos’ igua’! Pero va el “Cuervo” ese, se calienta como si no hubiera mañana y agarra a uno después de que el mierda de su padre escupiera a saber que desde las gradas. Se van pa’ un lado, uno tras del otro y… ¡PUM! ¡A tomar to’ por culo!
La gente que hacía menos de un minuto andaba a brincar y berrear como ratas en celo mientras a mi me molían a palos se queda to’ callada. Un segundo, dos, tres. Y a un pestañeo salen todos por patas como vacas locas en pleno San Fermín.
El resultado de todo: pues que me han dejado aquí tira’o otra vez, al frio y la soledad, con el perro cabrón aquel mirándome mientras relame el diente…
Pa’ que después digan que la vida aprieta, pero no ahoga.
¡Cagüen! ¡Estoy bien jodio’! De esta no salgo…
Si le digo la verdad, estaba haciendo el agosto ese día. Ya sabe usté. Contri má gente, má alboroto. Se bebe má y se tiran las papas y vuelven a comprar. En verdá no es un problema si cobras antes de soltar la prenda.
A mí el partido me la estaba pelando mucho. El partido estaba siempre a mi espalda y lo interesante era el público, que jaleaba y hacía la ola y la liaba pero bien.
Si ellos saltaban, yo les hacía señas para que saltaran más alto, cantaba con el público, coreaba lo que fuese hasta que a un oooole le siguió un Ñooooos y después un AAAAAAH!!! Y todos se pusieron a correr como cabras de esas que se desmayan.
Cuando me quise dar la vuelta, uno pasó corriendo y ase… ¡Paaaam!! El toletassso sonó como un disparo y toas las cosas se me fueron a tomar por culo con la estampida de gente que le vino detrás.
Al despertar, miré pa la cancha y habían hasta chorretes de sangre y gente muerta por el suelo.
Lo primero que hice después de que pasase toa la escandalera, fue liarme a recoger el género y las perras, que también se me fueron a tomar por culo y, claro… temiendo que la gente, como es mu cuica, se hubiesen agenciao la pasta con el jaleo, pos yo también fui cogiendo lo que pude ¿Sabe usted? Algún reloj, par de móviles, carteras, anillos…
Sí, bueno… algunas cosas aún estaban en el cuerpo de sus dueños, pero no parecía que les fuese a hacer ninguna falta. No me culpe por hacer algo de leña del chopo que ya está seco. Las cosas estaban yendo tan bien que ya me había hecho planes para ir con la señora y los chiquillos el fin de semana por ahí.
Amo a vé: no sabría decirle cuánto tiempo pasé “haciendo leña”. Lo que sé es que en un momento dao, aparecieron los gendarmes y sin preguntarme por lo que llevaba, pegaron a decir no sé qué cosas del chatarra, su niño, el cuervo y no sé qué niño muerto que estaban buscando.
Na les dije porque ná sabía, maestro. ¿Qué hago?
Vamos, que si usté no tiene escrúpulos, yo le vendo la mercancía a un precio justo pa los dos, nos sacamos un pico ca uno y yo a la playa con la señora y tú a tomar por culo con lo que sea que vayas a hacer con tu parte.
¿To claro?
Pos to claro.