-Ouuffff. No creerán lo que acaba de pasar. Vaya mierda tío. Sabía que tarde o temprano me vería obligado a escacharle la cabeza a alguno de estos infectados. Pasaría un mes, dos, quizá un año merodeando por los tejados pero algún día tendría que pisar el asfalto y enfrentarme con otro. Me había preparado mentalmente incluso. Diciéndome que en realidad ya están muertos, que mejor ellos que yo. Lo que no esperaba es que el puto loco se decidiese a salir justo en ese momento. ¡Pero si había claveteado los accesos! Se supone que esta azotea estaba ganada ya.

Pues no. Tuvo que salir pegando gritos en el momento en que me di cuenta de su silueta espiando tras los tablones del cuartucho de su azotea.

En un momento, tan solo un instante muy corto, pasaron frente a mí todas las películas de patadas que había visto en mi vida. En un primer momento no supe diferenciar si estaba o no infectado. Tenía el rostro desencajado, indistinguible de uno de esos enfermos. Se movía con rabia pero también con torpeza. Empezó a lanzarme mandobles con un cuchillo de pelar papas y tan poco acierto, que diría que estaba pensando que esgrimía un machete.

Swisss Swissss… fue lo primero que escuché entre los gritos. Dos cuchilladas cortaron el aire a un par de metros de mí. Me distrajo una milésima de segundo la voz de otro vecino desde ninguna parte gritando “¡Mátalo coño!”. Casi por instinto y al percibir un claro patrón en los mandobles y los movimientos de su brazo, esquivé el tercer ataque (Swissss…) hasta que su cara estuvo más o menos a la altura de mi hombro.

Nunca había enganchado un golpe tan redondo. Levanté el codo en círculo hasta su mandíbula y empujé desde la cadera con todas mis fuerzas. Si no hubiese tenido la cabeza pegada al cuello, de seguro habría salido dando rebotes entre las tejas hasta la calle. En su lugar el cuello se le estiró hasta el límite de sus capacidades y cayó con pesadez para comerse literalmente la maceta de  los pimientos con la nariz.

Muerto, vamos.

Ahora… No entiendo cómo atinó el puto a hincarme el cuchillito de mierda en las tripas. Era imposible. Tuvo que haber reaccionado muy rápido después del esquive. En definitiva creo que me ha seccionado el apéndice de un tajo y ahora el contenido de mis tripas, que no es ni de lejos el mejor que he podido desear, se está deslizando poco a poco a la cavidad abdominal. Debo hacer algo rápido o voy a terminar con una peritonitis de muerte. Duele joder…

¿Ven cómo asoma el mango? Por la derecha de mi abdomen. A ver… no soy médico pero se me ha ocurrido hacer una especie de apaño. ¿Ven ese tubo fino y largo del sistema de riego? Bueno, pues creo que van a ver el primer bypass del intestino grueso con expulsión directa de excrementos en la historia.

Tendré que ser rápido. Sacar el cuchillo y meter inmediatamente el tubo para evitar pérdidas. Otra opción es la de agrandar la entrada cortando un poco más y meter el tubo junto al cuchillo y después sacar la hoja. No creo que aguante sin desmayarme.

Puto loco...

“¡Con que mátalo! ¿Eh cabrón? Cuando acabe con esto voy a por ti”.  El muy cabrito ahora no dice nada pero me enteraré de quien se trata. Al menos queda más de un superviviente en este puto barrio.

Ayyyy…

No si… no doy una, me dejé el gas encendido y los vecinos debieron tener la feliz idea hacer una incursión al supermercado. Imagino que alguno se encendería un cigarro o algo porque hubo un petardazo que me dejó los oídos “pa chope”.

¡Pero bueno chico!, ¿Quién narices les manda meterse donde no les llaman?, con lo feliz y contento que estaba yo en mi supermercado… encima no encontré a “Comida de Emergencia Primero”, me quedé con una mano delante y otra detrás.

Así que nada… me puse a vagar por las ruinas de esta ciudad sin nombre, ¿Qué iba a hacer?, ¿esperar a que me tocase el euro-millón?, es curioso como el sistema deja de funcionar cuando no le queda nadie a quien exprimir.

Como era de esperar, varios lanzapotas me aparecieron al paso, así que arranqué la motosierra y me puse en modo picadora de carne. Jo tío… ya está perdiendo la gracia esto de despiezar zombis, lo poco gusta y lo mucho cansa, además no hay quien quite las manchas de sangre de la ropa.

El caso es que yo no se de dónde salen estos cabrones porque al final, me rodearon y me cayeron ostias hasta en el carné de identidad. Me puse a hacer el remolino ruso, motosierra en mano, hasta me quedé sin gasofa. Ahí ya me tuve que liar a morder orejas y dar patadas en los bajos, por muy muertos que estén… no les hace mucha gracia un cascanueces bien dirigido.

Imagino que alguno me daría en la cabeza porque no recuerdo qué pasó… Me desperté sobre una montaña de muertos vivientes, matados por segunda vez con estas manitas, y me encontré a cuatro capullos vestidos con albornoces.

Lo primero que hice fue levantar la motosierra, pues nadie sabía que estaba más seca que un bocadillo de polvorones…  pero la cosa, es que se arrodillaron ante mí y me empezaron a adorar o algo así… Debo ser el mesías y no me había enterado.

Dicen que vaya con ellos… bueno, ¿Quién dijo miedo?, siempre me ha gustado que me bailen el agua, aunque... No sé por qué me da que lo que quieren es venderme alfombras.

¡!!!Pucha, Carajo¡¡¡ Esto duele como un demonio y da mucha grima ver como sale parte del mondongo por un tubo pero, funciona. Estoy blanco como el mármol pero funciona por ahora. Debo decirles que mientras me recupero no podré ser tan activo como antes. Por suerte no estoy infectado… de la cosa esa de las vomitonas no. Supongo que una septicemia al lado de eso, todavía puede resultar agradable.

La casa de este loco me recuerda al castillo de un personaje de Lovecraft. El extraño. Ese es el nombre del cuento. Se crió en un castillo bajo tierra, en una especie de caverna enorme donde nunca entra la luz. Pues este tío es igual. Lo tiene todo lleno de rayajos y recortes por las paredes. El desorden se lo ha ido comiendo tan poco a poco, que se había mudado al cuartito de la azotea. No tengo puta idea del tiempo que llevaría ahí escondido, sin hacer ruido y esperando tenerme a tiro.

Hijueputa. Ma jodío bien.

Tenía algo de comida en el cuartito. Agua también. En breve sus plantas darán naranjitas enanas y algún tomate. Además tenía… esto de aquí ¿Lo ven? Una ristra enorme de ajos JIaajiajaijaijaijai. Que son podridos, no vampiros. Jiajiajai cof coff crojummm¡¡¡ Hostia, cómo duele.

Perdón gente. Sé que me hay algunos por ahí que siguen viendo mis vídeos y eso me da esperanza. “El tío de las azoteas” va a ser un canal recordado. Aunque sea por transmitir la primera chapuza en directo en cuanto a apendiceptomías se refiere. Todo lo que no debes hacer si no quieres terminar cagando por una manguera en el estómago.

Este tipo de cosas me hacen preguntarme si no será mejor dejarme infectar. Es un pensamiento que me asalta a veces y,  a ver… la vida es bella y todo eso pero duele un huevo.

A lo que iba ¿Qué estaba diciendo? Ah, sí: ajo. Siempre he oído que el ajo es una especie de superantibiótico.

Me voy a hacer una serie de cataplasmas para untarme en la herida. Tengo la impresión de que me va a picar y en el mejor de los casos el tejido del intestino terminará formando una fístula siguiendo la forma del tubo y tendré que pasarme la vida excretando por el agujero. Total… eso ya lo tengo y hay que asumirlo. Esa es la meta. Asquerosa pero meta a fin de cuentas. El camino es mantenerme vivo mientras se cura la herida.

Por cierto. Debo decir que soy muy terco con el canal. Antes de que esto se fuese a la mierda no le prestaba mucha atención pero, si alguien quiere aconsejarme algo… por favor.

No quiero morir…

Ahora creo que me debo echar un poco pero antes, quisiera tenerlo todo listo para hacer la cataplasma… bueno, no…

Mejor duermo ahora… tengo frío ¿Saben?

Tengo mucho frío

Buenas:

A ver… saludo porque estas cosas empiezan así ¿no? Saludando. Perdonen que no ponga mi cara. No estoy muy orgullosa del aspecto que tengo en estos momentos. Me he animado a hacer este vídeo casi como una necesidad de dejar registro. Quiero que quede grabado que yo aún sigo con vida y necesito que alguien más lo sepa.

No pido ayuda. Tampoco creo que esté en situación de ofrecerla. Solo sé que hasta el día de hoy, ver a dos de mis vecinos contando su situación me ha ayudado a permanecer con la cabeza en el sitio… pero han caído.

Uno de ellos parecía intocable y cayó por un absurdo despiste. El otro debe haber muerto ya o estará a punto de morir. Tuvo el cuajo de retransmitir en vivo cómo se implantaba una válvula de evacuación de desechos en el vientre. Algo asqueroso. ¿Y qué importa eso si todo da mucho asco?

Sé que aún queda alguien más por ahí pero me parece reconocer su voz. Alguien a quien asesinar entre todos aún sin epidemia. Vaya mierda de pirueta del destino si Yeray “El coyote” sigue con vida por ahí.

Un puto delincuente que lleva veinticinco años enganchado a tantas cosas que más le valdría comprarse un cuerpo nuevo. El único responsable de que este se haya convertido en un barrio de mierda. Ahora que no puede salir, el mono se lo debe estar comiendo por dentro.

Lo oí gritar en el vídeo del tipo de las azoteas.

—Mátalo— dijo.  Su voz me produjo escalofríos y si me está viendo ahora mismo… ¡Ojalá caigas antes que yo¡ Nadie te necesita y nadie te echará de menos. Eres peor que los zombies. Delincuente.

He podido abastecerme de un suministro constante de agua y algunos alimentos gracias al terreno vallado que limita con la pared de mi sótano. Creo que aquí estoy a salvo aunque he tenido que abrir un boquete a través para poder acceder. Antes, cuando miraba desde la terraza me indignaba ver cuando algún desgraciado tiraba basura sobre la tapia. Hoy, las ratas que acudían en tropel me sirven de alimento y el cuarto de aperos, destartalado y rumbriento, parecía contener un tesoro: veintisiete botellas de ron Camahey de tunera (malísimo), y un montón de herramientas. He podido fabricar un destilador de agua potable y un potentísimo tirachinas con el que parto las ratas por la mitad. Las cabronas son cada vez más escurridizas y asoman menos los bigotes. Mejor. Acabo de plantar tomates.

Como pueden ver, la casa es grande y ofrece múltiples posibilidades pero prefiero estar cerca de la comida, junto al generador. Se está más calentita y con tanto apestado suelto por la calle, la parte alta de la casa puede llegar a ser una trampa mortal.

De cualquier modo, he aquí mi plan: Este mal no va a durar para siempre y todo lo vivo se descompone, no todo el mundo puede contar con comida y agua como yo lo hago así que pienso sobrevivir… Pero no quiero saber que soy la última cuando salga de aquí por fin.

Un saludo a todos menos a uno.

Espero que estén bien y si no es así: por favor… muéranse pronto

-Primer y único comentario como respuesta al vídeo. Remitente: #coyotasso

Cuánta razón tienes vecina: he pasado un mono de mil demonios. Pero por suerte ya pasó. No te recomiendo para nada ese Ron. A mí me sentaba como si las moscas me estuvieran comiendo desde dentro pero allá tú. Yo solo me preocupo por tí.

A fin de cuentas vecina, parece que somos la última pareja con vida. XDDDDD

un beso y hasta pronto