TIEMPO DE LUZ
— ¡Maldita sea Julián!, como que no sabe si Amelia está muerta o desaparecida. ¿Ha pensado en como se lo va a contar a sus hijos?
—Tranquilo Salvador, Yo me ocuparé de eso, «a mi lado, Alonso está cabizbajo, y no dice nada»
— ¿Cómo que tranquilo? ¡Por el amor de Dios, sólo han estado fuera un par de horas! ¿Y usted, Alonso, que me dice?, ahora me dirá que no sabe cómo ha perdido el brazo derecho o no sabe dónde.
—Bueno, verá…
— ¿El qué Alonso? ¿Qué tengo que ver?
«El silencio se adueña del despacho, Ernesto e Irene permanecen al lado de Salvador sin saber que hacer o decir, es normal, nos fuimos hace apenas unas horas, pero la triste realidad es que han pasado casi cinco años, y volvemos sin Amelia, mi querida Amelia ¡como la voy a echar de menos! Y Alonso vuelve mutilado, mientras estoy pensando en ello, tras de mí, oigo un fuerte golpe, y al girarme veo a Alonso desmayado en el suelo».
— ¡Ernesto, Irene! – Ruge Salvador desde su asiento—, lleven a Alonso a enfermería, por favor, y tómense luego un café, que esto va para rato.
— ¿Y bien? –Me dice nada mas quedarnos solos, —creo que tiene algo que contarme.
El interfono de su mesa, rompe el silencio, -Salvador, ¿Qué ha pasado? «Angustias, la fiel secretaria, como siempre atenta a todo».
—Nada Angustias, no me pase llamadas por el momento.
—Verás Salvador, nos conocemos desde hace quince años y confías en mi ¿verdad? — le pregunto.
—Si, claro, pero…
—Me consideras una persona relativamente cuerda «interrumpo a Salvador, y su semblante cambia considerablemente», sin contar que nací en el siglo XX y me he casado con una mujer que nació un siglo antes que yo.
—Julián, ¡Arranque de una vez!
—Verás, al ir por la nueva puerta para catalogarla y explorarla, al salir por el otro lado, nos encontramos como nadando en una especie de "chapapote" o alquitrán, cuando conseguimos salir, rodamos cuesta abajo.Empezaron a sonar alarmas y voces por algún tipo de megafonía, una vez dejamos de rodar, nos desmayamos los tres y despertamos una especie de enfermería, y allí, de pie, había un hombre.
—Hi!, my name is…. —le corté señalándome el oído—, me ofreció un pinganillo a mí y a los demás, a la vez que él se señalaba su propia oreja.
— ¿Hola? ¿Mejor ahora?
—Errrm sí, pero ¿No estabas hablando en inglés hace un momento? «Salvador parecía absorto, o concentrado en cada palabra que decía» -¿Salvador, me sigues?
—Si, si, prosiga, por favor,
— ¿No estabas hablando en inglés hace un momento?, —le dije a ese hombre—.
—Si, pero es lo bueno que tienen los traductores universales, como iba diciendo, soy el Capitán Hal Jordan, y creo que tenéis que dar una explicación muy buena de porque estáis aquí, porque entrar en la sala del libro Oa está prohibido sin permiso específico, y ahora, penado actualmente con una estancia en prisión muyyy larga, y vosotros, literalmente, habéis emergido de él, así que os podéis hacer una idea de vuestra situación.
— ¿Oa?, ¿Hal Jordan?, ¡Si hombre!, ¡Y un huevo!
—Disculpadle, mi capitán, —intentó suavizar Alonso—, mi compañero está visiblemente alterado.
—Alonso, ¡por Dios!, este hombre, está sugiriendo que estamos dentro de un cómic, y eso es imposible joder -grito a mi compañero.
— ¿Cómo que un cómic?, ¿Os referís a esas historietas que solíais leer cuando, compartimos piso hace años?
—Si Alonso, parecido.
—Y este hombre, ¿Dice ser un personaje de una de esas historietas? Eso no puede ser, —comentó Amelia a mi espalda—.
—Si, recuerdo de cuando era crío que habían unos tebeos sobre unos tipos que se llamaban Linternas Verdes, que eran como la policía de la galaxia y vivían en el centro del universo o algo así, el prota era un tal Hal Jordan, no me gustaban demasiado, con no sé qué rollo de crisis y esas mierdas…
—Eso costó centenares de vidas, de compañeros y amigos, y la destrucción de innmuerables mundos, así te agradecería que no lo trivializases. —Dijo Jordan—.
—Si claro, tú eres "Jordan", aquí mi compañero es Batman, y ella la Mujer Maravilla con lazo y todo.
— ¡Basta!, —gritó aquel hombre. —en ese momento te juro que un resplandor verde inundó la sala y Jordan cambió de traje, como en los tebeos. Esa puerta, no comunica con el pasado, comunica con un universo paralelo en cual los superhéroes de los tebeos, son reales «Salvador, enmudeció, nunca le había visto así».
—¿Julián, ha tomado algo raro?, este asunto es muy serio, ha perdido usted a su jefe de patrulla y otro aparece gravemente herido y ¿Quiere que me crea esto?
—Si, joder, en los tebeos que leí de crío había una teoría sobre unos universos paralelos, y con la ayuda de unos amigos de Jordan, descubrimos que nosotros pertenecemos a uno en el cual ellos son personajes de cómic.
—Por supuesto, y ahora me soltará que en otro de esos universos, nosotros somos actores de una serie de televisión.
—Estaría bien, seguro que ganábamos más que con el sueldo del Ministerio. Sólo te digo lo que ha ocurrido, ¿Sigo?
—Adelante, se lo ruego.
—Bien, iba por el cabreo de Jordan y una "explosión" verde. Estábamos los tres completamente alucinados, Amelia y Alonso no terminaban de comprender lo que estábamos viendo, y yo, pues podrás imaginar, súmale, que del estruendo que se armó, se abrió la puerta de la sala donde estábamos y aparecieron varios tipos vestidos de colores, uno con un bastón, y teniendo en cuenta los seres raros que hay en un tebeo, te podrás imaginar, Alonso santiguándose, y Amelia con los ojos como platos.
Jordan les pidió que se retirasen, que estaba todo controlado y nos volvimos a quedar solos, solo que ahora Jordan vestía el uniforme verde de los Linternas.
—Perdón, volvamos a empezar, soy el capitán Hal Jordan de la fuerza aérea de los Estados Unidos y miembro del Cuerpo de Linternas Verdes. Estáis en el sector 0 del universo que es el planeta Oa. Habéis salido literalmente del libro sagrado de Oa, y estamos en guerra, así que eso se castiga o con la muerte o con la perpetua. Los Guardianes, que son mis superiores están repasando el libro buscando una respuesta, y como no queden satisfechos, es probable que seáis ejecutados mañana.
—Soy Amelia Folch, líder de esta patrulla, y ellos son Julián Martínez y Alonso de Entrerríos, los tres somos de España.
—Patrulla ¿De qué?, me temo que eso no suena bien del todo.
—Nos quedamos mirando los tres sin saber muy bien que decir, y al final fue Alonso quien rompió el silencio.
—Verá, mi capitán…
—Jordan o Hal, por favor, capitán era mi padre, —interrumpió—.
—Bien, Hal, como habéis oído de mi jefa de patrulla, procedemos de España, y nos dedicamos a patrullar el tiempo para que todo sea como ha de ser. Ella es la primera profesora universitaria de España, y nació en el siglo XIX, mi compañero Julián es del siglo XX, y era enfermero del SAMUR antes de ser reclutado en esta patrulla, y yo pertenecía a los Tercios de Flandes hasta que el Ministerio del Tiempo, me reclutó en el año de nuestro señor de 1569. Para poder realizar tal hazaña, nos valemos de puertas que nos trasladan de un tiempo a otro. Lo que me veo incapaz de explicarle es nuestra extraordinaria aparición, puesto que veo harto difícil que tres personas puedan emerger de un libro.
-Jordan permaneció impasible ante el relato de Alonso, nos proporcianro unos aposentos, y pudimos descansar. Al día siguiente, nos reunieron con los Guardianes, unos enanos cabezones de piel azul y un poco prepotentes, nos creyeron, y perdonaron la vida. Tardamos en encontrar la forma, pero volvimos, lo malo es que nos vimos involucrados en un ataque terrorista, y al huir, Alonso resultó gravemente herido y Amelia desaparecida. «Me mira, perplejo, y estoy convencido que, en ese momento, me ha pillado, pero coge el interfono y da las órdenes pertinentes para que clausuren la puerta»
TIEMPO DE LUZ-Parte2
—Bien, Julián, por la amistad de estos años, voy a creerle, pero por poco, está usted muy cerca de que le manden a Loarre, he mandado clausurar esa puerta, pues me parece peligrosa en exceso, lamento su pérdida, amigo mío, ahora haga el favor de retírarse, seguro que tiene cosas mejores que atender.
—Gracias, Salvador
Me retiro de su despacho sintiéndome como un canalla, le he mentido a la cara, pero tenía que hacerlo, lo que pasó allí es demasiado increíble, y cuanto más lo pienso, más cerca me veo de la prisión de Loarre, pensando en ello me acerco a ver cómo le va a Alonso. En enfermería me dicen que está durmiendo y estable, definitivamente, el viaje le ha pasado factura, a esta hora, los niños deben estar en el instituto, y pasaban el fin de semana en casa de unos amigos, así que tendría tiempo de pensar en lo sucedido.
Cuando llego a casa, que se me antoja absurdamente vacía, tengo el tiempo justo de desvestirme y caer rendido en la cama.
--5 años atrás--
Sueño con que Jordan nos dijo que por seguridad, y para mantener la calma del resto, debía de encerrarnos, así que, con su anillo generó esposas y cadenas tal y como hacía en los tebeos, y efectivamente, nos llevó a una celda. De camino pudimos observar Oa, o al menos una parte de la ciudad en la que estábamos, en cuyo centro estaba la Batería Central de poder, una especie de linterna gigante en la cual, según los tebeos, el cuerpo de Linternas Verdes recargaban su poder, Amelia y Alonso, no daban crédito a lo que veíamos, era precioso. En el corto tramo que anduvimos hasta la prisión, los habitantes de la ciudad con los que nos cruzamos (casi todos con el uniforme o distintivo del Cuerpo) nos miraban asombrados, nosotros a ellos, más aún. Seres que parecían elfos salidos del Señor de los Anillos, pero con piel roja, algunos que parecían un pegote gigante de Blandiblub e incluso insectos y robots.
Jordan nos explicó que ahora pocos prisioneros se hacían, así que no nos molestaría nadie, tragué saliva y seguimos la marcha.
—Una vez en la celda, antes de cerrar, Hal nos dijo que hablaría a nuestro favor con los guardianes, se fue y nos dejó solos allí.
— ¿Ahora que hacemos? —Decía Amelia visiblemente preocupada—.
—No lo sé, cariño, no sé qué vamos a hacer, —contesté a Amelia mientras la abrazaba, —habrá que tener un poco de esperanza.
—Espero volver a ver a Elena, esta mañana al despertarme para venir al Ministerio, no quise perturbar su sueño, le di un beso en la frente y me encaminé al trabajo, ¡Vive Dios! Que esta es la segunda vez que me condenan a muerte, pero me temo que nadie vendrá a despedirse esta vez.
—Tranquilo Alonso, al menos, mañana será otro día.
—Espero que tengáis razón amigo mío, y que salgamos de este lugar a la mayor brevedad posible.
Esa noche, recuerdo que no pude dormir, sólo podía pensar en mis hijos Aura y Sancho ¿Qué sería de ellos si nos ejecutaban? Al día siguiente, pediría clemencia para Amelia, para que al menos tuviesen a su madre.
Al día siguiente, fue Hal el que vino a buscarnos.
—Buenos días, espero que no haga falta el encadenaros como ayer.
— ¿Y que podríamos hacer aquí? ¿Correr? —repliqué—.
—Anda vamos, salid.
Hal nos condujo a una especie de atrio romano donde varias figuras vestidas con una túnica nos esperaban, por la descripción de Hal, debían ser los Guardianes, aunque había uno que parecía humano, además, me sorprendió ver a mucha gente con uniformes parecidos a los de los Linternas Verdes pero de otros colores, Rosa, Amarillo, Azul, un monstruo enorme de más de dos metros de alto, con un uniforme Rojo y colmillos enormes, no recordaba tanta variedad en los tebeos que leí de crío, en aquella historias sólo habían Verdes, algo me habría perdido.
—Hola Guardianes, aquí traigo a los prisioneros tal y como habéis solicitado.
—Buenos días Hal Jordan, deja a los prisioneros en el centro de la sala y retírate. —Dijo uno de ellos con voz fuerte y solemne—.
—Soy Sayd, una de los Guardianes del Universo —empezó a hablar otro—, hemos revisado el libro sagrado de Oa, y nos ha sorprendido que vuestra llegada estaba profetizada en él, además, el Linterna Jordan nos ha puesto al corriente de vuestro situación y dado los tiempos que corren, toda ayuda es bienvenida, y mientras averigüamos como devolveros a vuestro hogar hemos decidido que seréis puestos bajo su supervisión. ¿Alguna pregunta?
—Soy Amelia Folch, líder de esta patrulla, ¿a qué tiempos difíciles os referís?
—Amelia Folch, de la Tierra, —contestó el que parecía humano—, será el Linterna Jordan quien os ponga al corriente de todo, pero tendréis…
En ese momento, escuché varias detonaciones, proyectiles de colores iban hacia nosotros, alguien nos había disparado, me abalanzaba a proteger a Amelia cuando uno de los proyectiles frenó en seco enfrente de mí y en mi cabeza pude oír "Julián Martínez, de la Tierra, tienes la capacidad de superar un gran miedo y tienes una fuerte voluntad de proteger a otros. Bienvenido al Cuerpo de Linternas Verdes", el anillo se colocó en mi dedo, de repente tenía un traje como el de Jordan, y sentía el poder corriendo por mis venas.
—Niveles de poder al 200%.
—«¿Quién ha hablado?»
—Soy un anillo de poder.
—«¿En serio?».
—Si, linterna Martínez.
—«¡No me jodas!»
—No dispongo de esa capacidad.
—«¿En serio soy un Linterna Verde? »
—Esa definición es correcta.
—«¡Y un huevo de pato!»
—…
Los presentes me miraban con mezcla de miedo y asombro, me giré al escuchar: ¡Por los clavos de Cristo! ¡Parezco una damisela! Y pude ver a Alonso con su traje de los Tercios, pero de rosa fosforito y detrás a Amelia, vestida de Azul con un traje que dejaba poco a la imaginación, que en una mujer del siglo XIX era casi ir desnuda intentando taparse con la capa de Alonso, ruborizada hasta la punta de las orejas.
En cuestión de segundos, nos vimos rodeados de centenares de miembros de todos los colores, de repente, en mis manos aparecieron dos pistolas verdes y Alonso empuñaba una ¿espada de color rosa?
La que nos había hablado, Sayd, saltó al centro:
—¡Disolveos! no hay peligro alguno aquí, llamad a la Zafiro Estelar Carol Ferris, a Saint Walker, de los Linternas Azules y al Linterna Kilowog.
Nos quedamos solos, los Guardianes, Jordan y nosotros tres.
—Jordan, Sayd, ¿Qué ha pasado?
—No lo sé, —confesó Sayd— tú acabas de ser elegido para ingresar en el Cuerpo de Linternas Verdes por un anillo que no debería estar aquí, la hembra humana viste el Azul, y el otro es una imposibilidad, a no ser que también sea una hembra de vuestra especie.
—¿Qué insinuáis?, ¿Que soy una mujer? ¡Ya decía yo que las transfusiones de sangre son cosa del Diablo! ¡no pienso ir vestido así!
Recuerdo que Alonso no paraba de refunfuñar y Amelia, muerta de vergüenza, no dejaba de taparse con la capa y el sombrero del traje de Alonso. Creo que fue de las pocas veces que me reí en esos años, y tardaría en volver a hacerlo.
—Mientras llegan los demás, si os concentráis un poco vuestro atuendo se hará más acorde a vuestros gustos.
—Nos aconsejó Jordan, conteniendo un poco la risa.
Así, Alonso volvió a su uniforme de los Tercios de Flandes, pero como broche de la capa lucía el símbolo que supongo, sería de las Zafiros Estelares, Amelia, una vez superada la vergüenza, se concentró lo suficiente como para modificar su atuendo a un traje más acorde con su siglo pero con pantalones, y en el pecho, lucía un emblema que me pareció ver en un Linterna Azul, mi traje se modificó de manera parecida a los del SAMUR, pero mi emblema era una mezcla entre el que lucía Jordan y el del caduceo usado en sanidad…
TIEMPO DE LUZ-Parte3
Estuvimos esperando un buen rato hasta que se abrió la puerta, apareciendo por ella un mujer alta vestida con mallas rosas, en plan heroína de comic, un bicharraco de unos 2 metros y pico hecho de puro músculo y con cara porcina y en último lugar, un guardián, pero vestido de Azul en vez de con la túnica que acababa de ver en Sayd y los demás Guardianes.
— ¡Ganthet!, pero ¿Qué haces aquí?, ¿Dónde está Saint? —Saludó Jordan—.
—Saludos, Hal Jordan ¿Cómo estás?, Saint Walker no ha podido venir.
—Hola Hal, —saludó la mujer, de una manera tan fría que me heló las venas—.
— ¡Maldita sea poozer! ¿Qué es tan urgente como para hacerme venir del campo de entrenamiento? —contestó el gigantesco ser con una voz que haría retumbar un edificio—.
—«¿Entrenamiento? no me jodas, pero si parece el Chuache si se alimentase de tortillas de esteroides» —fue lo primero que pensé—.
—Mirad a nuestros invitados —contestó Hal—, y os haréis una idea.
— ¡Imposible!, ¿Que hace un hombre con un anillo de las Zafiros Estelares?, sólo son asignados a mujeres, ¿Qué carajo habéis hecho tú y tus guardianes, Hal?
— No hemos hecho nada Carol, este hombre, ha sido escogido por un anillo al igual que los demás.Haré las debidas presentaciones, estos son Julián Martínez, Amelia Folch y Alonso de Entrerríos, todos de La Tierra aunque luego os contaré ciertos detalles. Ellos son Carol Ferris de los Zafiros Estelares, Ganthet, el único guardián de los Linternas Azules y el que queda es Kilowog, sargento instructor de los Linternas Verdes.
Estuvieron un rato de charla insustancial durante el cual, Kilowog, no me quitaba ojo de encima mientras Carol hacía lo propio con Alonso. Al rato, pidieron disculpas y se retiraron,a saber lo que tramarían—pensé—. Mas tarde, volvió Jordan sólo.
—Bien, —comenzó Jordan—, creo que os merecéis una explicación a lo que está pasando. Julián, ¿Qué es lo que recuerdas o sabes sobre nosotros?
—Buff, hace tiempo ya de eso, la historia iba sobre un Superman malo de otro universo que la liaba parda queriendo destruirlo todo, a los Linternas Verdes que son una especie de policías, ayudando, y al final, los buenos ganan venciendo al Superman este, poca cosa más.
—Si que hace tiempo de eso sí, aunque es una versión muy resumida—respondió—, ese Superman malo se llamaba Superboy Prime, venía de otro universo, y en efecto quería destruir la existencia, su osadía costó la vida de millones de seres, por eso me cabreé tanto ayer, pero la situación actual me temo que es mucho más desesperada, os haré un breve resumen:
Hace eones, los Guardianes consiguieron almacenar y canalizar la fuerza voluntad de todos los seres del universo en la batería que hay en el centro de Oa. Por una cadena de acontecimientos, eso dio lugar al nacimiento de las entidades del espectro emocional, a los colores que los representan y a una profecía que apareció en el Libro de Oa "La noche más Oscura" la cual decía que cinco nuevos Corps, se unirían a los dos que ya existían, que eran Verde y Amarillo.
—Entonces, ¿Cuántos Ejércitos de Linternas hay? —preguntaba Alonso.
—Hay nueve, El Verde, que es la fuerza de la voluntad, al que ahora pertenece Julián. El Amarillo, que personifica el miedo. El Violeta, cuyo poder proviene del amor sentido hacia otros o por haber sufrido algún fuerte desengaño amoroso, lo curioso es que sólo las mujeres pueden portar ese anillo. El Azul, que representa una gran esperanza, sólo los seres más nobles son dignos de portar el anillo. El Naranja, la codicia, de éstos veréis pocos, dado que únicamente existe uno. El Rojo que representa la ira, su líder es Atrocitus, muchísimo ojo con él y sus linternas, son extremadamente peligrosos, y por último, la Tribu Índigo, de los cuales poco os puedo contar de ellos.
—Debéis saber, —prosiguió-, que los anillos jamás se equivocan al elegir portador, contienen toda o casi toda la información del universo y os podéis comunicar con ellos con el pensamiento, os enseñaremos a usarlos en vuestro período de instrucción.
—¿Instrucción? ¿Cómo que instrucción? si yo no hice ni la mili.
—Verás Julián, ahora mismo portáis el arma más poderosa jamás creada, además, estamos en guerra, así que créeme cuando digo que necesitáis aprender a usarla sin morir en el intento.
— ¿De qué guerra habláis?, ¿Qué es lo que ha sucedido?- preguntó Amelia a Jordan visiblemente preocupada.
—Amelia, estamos en guerra contra la mismísima muerte, un ser llamado Nekron surgió hace poco con unos anillos Negros, estos anillos reviven a los muertos por todo el universo, y usa a tus seres queridos contra ti, no sabemos ni podemos pararlos, de momento la única cosa que podemos hacer es aguantar. La Tribu Índigo ha sugerido que todos los espectros de luz son necesarios para poder ganar a Nekron y sus linternas, eso nos ha llevado a una tregua muy, pero que muy frágil y hemos establecido Oa como base de operaciones, y así está la cosa, aguantamos con la esperanza de que suceda algún milagro. ¿Alguna pregunta que tengáis que hacer antes de partir?
—Capitán Jordan, habéis mencionado que hay nueve Ejércitos, pero solo habéis enumerado siete sin contar a ese Nekron, que sería el octavo.
—Si Alonso, con las hordas de Nekron son ocho, y el noveno es el Blanco, pero no tiene miembros, un amigo mío llamado Kyle intentó contener a la entidad de la Vida, en una batalla hace relativamente poco, pero fue demasiado para él y murió.
— ¿Cuánto tiempo estaremos entrenando? —pregunté.
—Lo normal son unos 6 u 8 meses, pero tal y como está la cosa, tendréis que acelerar el ritmo. Entrenaréis todo el día por separado, y más tarde, dado que Amelia viste el Azul, lo haréis de manera conjunta, así que vamos, empezáis hoy mismo.
Abracé a Amelia bien fuerte.
—Tengo miedo, Julián, —me dijo con la voz entrecortada .
— Eso es imposible, porque si no, no estarías vistiendo el color de la esperanza —contesté.
— ¡Idiota!, te quiero
—Lo sé.
— Bueno que, ¿para mí no hay beso de despedida? —replicó Alonso con impaciencia.
— ¡Haríamos velcro, Alonso!, venga un abrazo joder.
—Y así, entre risas de nerviosismo, y miedo, nos despedimos los tres, tenía curiosidad por ver que nos depararían los siguientes meses, y pánico por ver cómo sería Kilowog como Sargento Instructor.
TIEMPO DE LUZ-Parte4
—Al salir de allí nos estaban esperando fuera los demás, Alonso, se fue con la Zafiro Estelar, Amelia con Ganthet, y yo me quedé con Jordan y Kilowog, que me miraba de manera inquisitorial.
—Déjalo, Kilowog, por hoy, me encargo yo. —dijo Jordan.
—Ok Hal, mañana a primera hora, envíamelo. —y se marchó volando.
—«Niveles de poder al 99%».
— ¡Joder, que susto!
— ¿Qué pasa Julián?
—No lo se, el anillo me acaba de avisar que le queda un 99% de batería, debe de estar estropeado porque hace un rato, me dijo que estaba al 200%.
—Un anillo no se estropea, puedes estar tranquilo, es normal. Esa diferencia es por la presencia de los Linternas Azules, tienen esa capacidad, nos "sobrecargan" con su mera presencia y al irse tu mujer y Ganthet, hemos vuelto a nuestros niveles normales de carga.
— ¿Cómo que nos sobrecargan?
—Si, La Voluntad, es más poderosa con un poco de Esperanza, al igual que los Linternas Azules, están un poco limitados de poder sin nosotros, —me explicó.
—Y, esto, ¿Cómo se recarga?, ¿No había un juramento o algo así?
—Si, cada día, dependiendo del uso que le demos, puede que dos o incluso 3 días, tenemos que recitar el juramento en las linternas portátiles luego te daré la tuya, también puedes hacerlo en la batería central de poder, para hacerlo, apunta hacia la linterna y recita:
En el día más brillante, en la noche más oscura, ningún mal escapará de mi vista.
Que aquellos que adoran al mal, teman mi poder : ¡la luz de Linterna Verde!
—Gracias, oye, Hal, no se me ha escapado que todo el mundo me mira con cara de mala hostia, y estoy seguro que no es por ser el nuevo.
—Te miran raro porque la única manera de ser un Linterna Verde, aparte de ser digno, es que el anteriro portador muera o abandone el cuerpo. El anillo que te ha elegido, perteneció a Mogo.
— ¿Quién era Mogo? —pregunté.
—Fue el más noble de los Linternas Verdes, era un planeta viviente, y su anillo estaba en el corazón de su núcleo, custodiaba los anillos de los caídos hasta encontrar sustituto, ayudaba en la instrucción de nuevos reclutas y fue determinante en varias batallas, hasta que fue poseído por Parallax y tuvimos que matarlo Julián—dijo con una cara que me dieron ganas de llorar —por eso, te miran raro. Cuando eres elegido, se te juzga duramente, como si fueras el causante de la muerte del anterior portador, además de que te exigen de manera velada estar a la altura de tu predecesor.
— ¿Parallax?
—Las emociones, tienen entidades que los representan, de un poder inimaginable, en nuestro caso se llama Ión, y en el caso del espectro amarillo, es Parallax, así que imagina que el guardián de los nuestros anillos, es corrompido por nuestro mayor enemigo. «Se veía a Jordan visiblemente afectado»
—Y así fueron transcurriendo los días, entrenaba duro, aprendí a volar, a luchar con cierta soltura y, sobre todo a usar mis conocimientos médicos con el anillo de poder. Podía materializar una ambulancia para transportar varios heridos hasta el hospital, podía improvisar vendajes, y cualquier material médico que me hiciese falta en cualquier momento. Hice amistad con G´ff del planeta H´lven, el único otro recluta Linterna Verde. Un día, me reí de él por su aspecto de ardilla, aprendí a no volver a hacerlo de una manera dolorosa.
Un tal Guy Gardner había abierto el que parecía ser el único bar de todo Oa, gracias a esto, teníamos un sitio donde desconectar un poco y saborear café medio decente, no era la cafetería del Ministerio pero menos da una piedra. Esto hizo los que todo se hiciera un poco más llevadero, ya que después del entrenamiento, solíamos tener libre y así, todos los días, podía pasar un rato con Amelia y Alonso.
A medida que pasaba el tiempo, noté cierto cambio en mis compañeros, Amelia, parecía más relajada y en paz con todo, en cambio, Alonso cada día estaba más serio que el anterior, normal, teniendo en cuenta que Elena no es que estuviese precisamente al lado, al menos yo podía compartir mi pena con Amelia. Un día estábamos en el bar viendo la tele, Gardner se las había apañado para sintonizar canales de la tierra, lo malo es que casi siempre ponían fútbol americano o Baseball, si sería por canales. Interrumpieron la emisión, para decir que casi toda la costa oeste de Estados Unidos estaba siendo atacada por las hordas de Nekron, no eran muchos ataques, pero era preocupante, los héroes de La Tierra estaban haciendo lo imposible por contener su avance.
—Mirad, esos son los hideputas con los que nos veremos las caras, ansío el momento de acabar la reclutada para vérmelas con esos demonios.
—No seas impaciente Alonso, por lo que a mí respecta ya tuve suficiente guerra hace quince años en Baler, —no podía dejar de recordar a mis amigos: Toca, Santamaría, Petanas, Menache, que murieron por nada, aunque al menos, aquí, no tendría que escribir ninguna carta.
—Tenéis razón, Julián, pero esta vez, no luchamos por un reino que caduca, luchamos por la existencia de al menos un universo, y por algo tan grande, o se lucha o se muere, y yo prefiero lo primero a lo segundo.
—Supongo que la melancolía me puede a veces, en fin chicos, mañana más —me despedí de Amelia con un beso, que como siempre, era lo mejor del día.
—A los 2 meses y pico, Kilowog, me comunicó que al día siguiente iniciaríamos el entrenamiento de manera conjunta con Alonso y Amelia, nos enseñarían a luchar en equipo, una cosa eran los casos del Ministerio, y otra muy diferente luchar codo con codo mientras hordas de enemigos quieren curtirte el lomo. Ese día, lo tuvimos libre, aproveché para pasarlo tranquilamente con ellos.
Tiempo de Luz-parte5
A la mañana siguiente, estábamos los cuatro reclutas en el patio de armas: G´ff, Amelia, Alonso y yo, Alonso al ver a G´ff dijo socarronamente:
— ¿Una ardilla?, a fe mía, que corren tiempos desesperados si hemos de recurrir a roedores en la batalla.
— G´ff, no seas muy duro con él —dije sabiendo lo que estaba por venir.
En lo que dura un parpadeo, Alonso estaba en el suelo, y G´ff encima agarrándolo por la pechera, la cara de Alonso era un poema.
— ¡Pardiez! He sido vencido en combate por una ardilla.
—Me llamo G´ff, si no es molestia.
— Llamáos como os de la gana mi buen roedor, habéis sido capaz de tumbar a un soldado de los Tercios de Flandes, será un honor combatir a vuestro lado. —dijo con una reverencia.
— ¡Muy bien poozers! —la voz de Kilowog era inconfundible-. Hoy lucharéis codo con codo, en estos meses habéis aprendido a volar, hacer construcciones y mil cosas más. Hoy aprenderéis a defender a vuestro compañero de al lado, y en especial a los Linternas Azules, son pocos y muy necesarios.
Pasaron varios meses, en los cuales aprendimos a combatir como una unidad bastante bien entrenada, y yo aparte de eso, aprendía a ser médico de combate, algo totalmente diferente a lo que estaba acostumbrado en el Ministerio.
Realizamos varias misiones sencillas, desde detener una revuelta en un planeta hasta rejuvenecer un Sol moribundo.
Un día, recién acabado el entrenamiento, nos dirigíamos al bar de Gardner, recibimos una llamada, debíamos personarnos en la batería central. Al llegar, allí , vimos que prácticamente todo Oa estaba allí, incluyendo los Guardianes.
— Linternas de todos los cuerpos,-comenzó Sayd-. ha llegado a nuestros oídos, que las hordas de Nekron vienen hacia Oa, se reforzarán patrullas y guardias alrededor del planeta, y extremaremos las precauciones, así que estad bien alerta —concluyó.
A las pocas semanas, Hal nos llamó para reunirnos, pero sólo a nosotros tres, al llegar, estaban él, Sayd y Kilowog.
— Hola chicos, sentáos tenemos noticias.
— Usted dirá, Jordan, —dijo Amelia.
—Veréis, —comenzó Hal, nuestros informes sugieren que la fuerza enemiga está a un par de horas de distancia. Aparte de numerosa, viene con Mogo de su lado, esos cabrones lo han resucitado para combatirnos. No las tenemos todas de nuestro lado, así que entendemos que os quisieseis retirar, hay un par de científicos en La Tierra que estarán encantados de ayudar en vuestro regreso a casa, sabemos que esta no es vuestra guerra.
— ¿Y luego qué? ¿Qué garantías hay de que esta plaga que asola vuestro universo, no consiguiese llegar al nuestro? por si no os habíais enterado, en nuestra realidad no hay superhéroes, ninguno. Estaríamos condenados a servir a Nekron en sus huestes —Contestó Amelia con desesperación.
— ¿Con que cara me miraría en el espejo, sabiendo que pudiendo ayudar, aunque fuese un poco, salí huyendo con el rabo entre las piernas?-repliqué.
—¡Vive Dios! que un soldado español que se precie no retrocede nunca, no se rinde jamás, ni ante este enemigo ni ante nadie, antes muerte que rendición indigna, —protestó Alonso.
—Bien, entonces está todo dicho, cargad vuestros anillos, que en breve os convocaremos a todos.
Salimos de allí a prepararnos para la que se nos avecinaba. Al poco rato comenzaron a sonar las alarmas, Kilowog, lo dispuso todo para que en la misma unidad estuviésemos Alonso, Amelia y yo, y a petición del propio Alonso, nos acompañaría G´ff.
Subimos a la órbita de Oa, no estábamos preparados para lo que venía, Mogo era de un tamaño similar a la Tierra, y había varios miles de Linternas Negros orbitando alrededor protegiéndolo, me sentía igual que se debieron de sentir los espartanos en las Termópilas.
—¡A ver poozers!, espero que tengáis buena puntería, hará falta hasta que el enemigo se decida por el cuerpo a cuerpo, —dijo Kilowog casi sonriendo.
Yo materialicé un rifle de francotirador, Amelia un arco, y Alonso junto con G´ff, un barco con varios cañones. Así empezó la batalla, el enemigo avanzaba poco a poco, casi parecía una batalla de fuegos artificiales, la explosiones de color se sucedían por todas partes hasta que vimos como del centro de Mogo surgía una especie de sonrisa de lo más maquiavélica que recorría todo su Ecuador, mientras una especie de huracanes se formaban dentro.
—«Anillo ¿Qué ocurre en el planeta Mogo?»
—Lecturas de energía provenientes del planeta Mogo inusualmente altas.
—«En cristiano»
—El planeta Mogo, está acumulando energía, cerca de su núcleo, en el Ecuador, es posible que con la intención de disparar.
—«¿Que potencia tendría eso?»
—Fuera de escala.
—«Vamos, que nos va a soltar un chincharrazo que nos vamos a cagar»
—Esa afirmación es bastante aproximada, Linterna Julián.
—«Cuando acabe esto, tendremos una conversación sobre dar buenas noticias»
Jordan y Kilowog, se pusieron cerca de Amelia, necesitaban su Luz, entre ellos dos y varios otros linternas, empezaron a generar el cañón más grande que había visto jamás.
— ¡Julián, Alonso, Amelia, generad escudos con todo lo que tengáis, hay que proteger este cañón como sea durante unos segundos! —gritó Hal desde su posición, y así lo hicimos.
De repente, a lo lejos, pude ver como una figura negra emergió de entre la masa informe de Linternas Negros, a medida que se acercaba, empecé a reconocerlo, no podía creerlo, era imposible, si penetraba los escudos estábamos jodidos. Se acercaba a la velocidad del sonido hacia nuestra posición, no podíamos hacer nada, casi toda nuestra unidad estaba o generando el gigantesco cañón, o el escudo que lo protegía.
—G´ff ¡Maldito roedor!, venid aquí, necesito vuestra ayuda —bramó Alonso— sustituidme, y por lo que más queráis, aguantad.
Acto seguido, me miró, materializó un par de espadas y al grito de ¡Por España y por Santiago!, saltó de cabeza a combatir a Superman.
Durante unos instantes que me pareció eternos, Alonso, no daba cuartel a esa burla zombificada de Superman, por unos momentos, aunque el zombi conseguía esquivar muchos de los ataques de Alonso, tuve un poco de esperanza, hasta que bloqueó las muñecas de Alonso en el aire, y con una putrefacta carcajada, la más siniestra y desquiciada que he oído jamás, le arrancó de cuajo el brazo a Alonso, era el del anillo. Cuando pensaba que mi mejor amigo moriría pasaron dos cosas, la primera es que un misil azul y rojo, impactó en ese simulacro de vida, enviándolo hasta la otra punta del cosmos, cuando pude verlo bien, vi que era Él, el de verdad, el mismísimo Superman rescatándonos en el culo del universo. La otra es que Hal y Kilowog dispararon al núcleo de Mogo desintegrándolo, haciendo que el resto de los Linternas Negros se retirasen, estabilicé a Alonso y lo bajé a enfermería lo más rápido que pude rezando por un milagro.
Tiempo de Luz-parte6
Días después, Alonso despertó
—Vaya cara tenéis, parece que estuvieseis velando un muerto —dijo con voz debilitada.
—Amelia no se ha separado de ti en todo momento, —dije—, yo he estado con los médicos echando una mano con los heridos, ella ahora ha ido a descansar un poco.
—Julián, he de pediros un favor muy importante
—Dime, pero, Alonso, por Dios, a ver si te acostumbras a tutearme, que llevamos ya unos años en el mismo bando.
—Sabéis, sabes, que no me acostumbraré nunca-dice con una mueca de dolor en el rostro, por favor, tomad esto. —Me entregó un papel doblado, yo ya sabía lo que era, lo había visto unas cuantas veces—, si no regreso a casa, por favor, dale a Elena esta misiva.
—No voy a hacerlo Alonso, porque vas a hacer tu cuando salgamos de esta guerra.
—Por si acaso, no está de más que la tengáis vos, ¿Qué tal me veo?, porque si por vuestra cara fuese casi estoy con un pie en el otro mundo.
—Bueno, Superman zombi, te arrancó un brazo, llegamos justo a tiempo de que no murieses congelado al ponerte el anillo en el brazo sano.
—Vaya, entonces parece que los hados están de mi lado una vez más, ¿A quién le debo la vida?
— Pues, no te lo vas a creer, al mismísimo Superman, pero al de verdad, con su capa roja y con la "S" en el pecho
— ¿Ese no es el mequetrefe vestido con mallas chillonas que lleva los calzoncillos por fuera?
En ese momento, tocan a la puerta, y veo aparecer a Amelia acompañada de Superman, enmudezco ante su imponente presencia y al ver su cara.
—Si, este es un universo un poco raro, pero como puedes comprobar, la ropa interior, la llevo dentro del traje ¿Cómo estás?
—Disculpad señor, ehh, Superman, no sabía que podíais escuchar al otro lado, no era mi intención ofenderos con mis palabras.
—No me has ofendido Alonso, Amelia me ha hecho una descripción de la imagen que tengo en vuestra Tierra, y he de ser yo quien pida perdón, no fui capaz de salvarte el brazo, no llegué a tiempo.
—No pasa nada —contestó— os debo la vida que es mucho, además, el buen Dios tuvo a bien darme dos brazos.
-Ahora que mencionas nuestra Tierra-interrumpo- ¿Sabes quién era Christopher Reeve? porque o me estoy volviendo loco o eres su viva imagen.
-Algo me ha contado tu mujer, tuvo que ser una gran persona sobre todo como se sobrepuso a su accidente y que a pesar de carecer de superpoder alguno, fuera capaz de inspirar a tanta gente, parece que cada universo está destinado a tener su propio Superman.
Estuvimos un buen rato de cháchara, en el cual, fueron varios los que vinieron a ver el estado de salud de Alonso. Los médicos de Oa, dijeron que en unos pocos meses volvería a ser el de siempre.
En ese tiempo, estuvimos involucrados en varias escaramuzas con los Linternas Negros, Amelia y yo fuimos asignados al sistema Vega, G´ff quedo asignado a Oa, y Alonso se recuperaba de sus heridas.
Meses después, nos volvieron a hacer llamar a la Batería Central:
— ¡Cuerpos de Linternas! —comenzó Sayd—, las hordas de Nekron, se encaminan hacia Oa con el propio Nekron a la cabeza, es posible que no vivamos para ver otro día, hagamos que merezca la pena.
—Joder, sólo falta que diga que esta noche cenaremos en el infierno, —musité.
— ¡Ja!, pues espero que tengan un buen menú. -escucho a mis espaldas-.
— ¡Alonso!, ¿cómo estás?, ¿Estás recuperado del todo?
—Recuperado o no, no pienso perderme la fiesta, además, he aprendido un nuevo truco, mirad.
Entonces, Alonso materializó un brazo donde tenía un muñón hace un momento.
—Asombroso —dije.
En ese momento comenzaron a sonar las alarmas, en el cielo se podía ver una gran mancha negra que ocultaba las estrellas, cogí de la mano a Amelia y volamos todo lo rápido que pudimos a la órbita de Oa con el resto de nuestros compañeros.
La batalla comenzó como la anterior, solo que, en vez de traer a Mogo de su lado, venían con Nekron, que era infinitamente peor, era un ser hecho de maldad y oscuridad pura que llevaba una guadaña tan grande como un edificio. Alonso, a mi lado, repartía mandobles a diestro y siniestro, y Amelia y yo hacíamos lo propio con cualquiera que se nos acercase.
— «Comunicación entrante de la Guardián Sayd»
— «Dime Sayd»
— «Linterna Julián, he comunicado con ustedes porque son la unidad más cercana a Nekron»
— «¿Qué necesita?»
— «La profecía se está cumpliendo, el cuerpo de Los Linternas Blancas ha despertado, y son lo único que puede detener a Nekron, denles tiempo para llegar»
— «Haremos lo que podamos»
Nos dimos cuenta que Nekron se encaminaba directamente hacia la Batería Central, y si la destruía nos quedaríamos indefensos, así que me encaminé hacia él ayudado por Amelia y G´ff, mientras Alonso nos cubría las espaldas, al ir acercándonos, vi otras unidades que venían a lo mismo que nosotros. Llegamos hasta Nekron, ese hijo de puta era duro, le estábamos dando con todo lo que teníamos y ni se inmutaba, cada vez que balanceaba su monstruosa guadaña, se llevaba a alguien por delante, era imparable, pero no podíamos desistir.
En lo más cruento de la batalla, un resplandor Blanco inundó el cielo de Oa, y allí estaban, el Cuerpo de Linternas Blancas. Superman, Batman, Hal, Flash, y otros más que no supe reconocer, con ellos en el campo de batalla, no podíamos perder. En un momento dado, Nekron pateó a Amelia, que fue rescatada por Batman, y en ese momento de distracción, con un giro de muñeca, partió a Superman por la mitad con su guadaña, pude ver como su anillo escapaba hacia el infinito, el universo entero lloraría su pérdida.
Nekron, estaba preparándose para asestar otro golpe, esta vez a la propia Batería. Entre todos hicimos grilletes, cadenas, cualquier cosa capaz de frenarle, mientras el resto de los Linternas Blancos, le daban con todo, pero no funcionaba.
Justo a mi lado, vi un resplandor por el rabillo del ojo, era Amelia pero… -¿Qué haces de Blanco?
—«Si mi amor, no te preocupes, todo va a estar bien». —sonó su voz en mi cabeza.
—«¿Qué vas a hacer?»
—«He de hacer lo que tiene que hacerse, pero estaré bien»
—«No, tú no, no puedo perderte»
—«No me vas a perder, estaré siempre contigo»
—«Sea lo que sea lo que tengas planeado, ¡por Dios Amelia, te lo suplico, no lo hagas!»
—«Tengo que hacerlo amor mío, diles a los niños que los echaré de menos»
Siete anillos de poder se colocaron en sus dedos, con una gran explosión apareció La Entidad, un ser similar a un ángel, que irradiaba luz Blanca. En ese momento, Nekron asestó un golpe con su guadaña, pero la entidad de La Vida lo esquivó como si nada. Comenzaron una pelea en la que no habrían ninguna piedad, los demás, bastante teníamos con la horda de Linternas Negros.
De repente, escuché el alarido más fuerte que oiré jamás, La Entidad, había atravesado el pecho de Nekron de un golpe. Ella, se giró hacia mí y me miró mientras una lágrima corría por su mejilla.
—«Te quiero, Amelia»
—«Lo sé»
Y desapareció.
Comenzaron a llover anillos Negros, miles de ellos, habíamos ganado, pero la victoria se me atragantaba mientras gritos de júbilo sonaban a mi alrededor.
— ¡Hemos ganado, Julián! Vive Dios que hemos ganado a la parca —gritaba de alegría Alonso- pero, ¿Dónde está Amelia?, corred a buscarla que tenemos que celebrarlo.
—No está, Alonso, se ha ido.
— ¿Cómo que se ha ido?, no digáis sandeces.
—Fue poseída por la Entidad de la Vida, luchó contra Nekron y desapareció.
Alonso me abrazó, y lloré amargamente como jamás he llorado en mi vida.
Recogimos a nuestros muertos, el cuerpo de Amelia no apareció por ningún lado. Los Linternas Rojos, los Amarillos y el Agente Naranja, dieron por concluida la tregua y picaron billete, los restantes nos reunimos en la Batería Central.
Al día siguiente, fue el entierro, Alonso, rompió a llorar al ver un pequeño ataúd, del tamaño de un roedor, Killowog, Hal, y Flash, se derrumbaron ante un ataúd con la “S”, y Batman, contenía su penar, como buenamente podía. Iba a hablar Sayd, no me dio tiempo, todos los Linternas alzaron su puño al cielo, haciendo que miles de estrellas de todos los espectros brillaran como una sola luz en un minuto de silencio que sobrecogió el alma de todos los presentes, no hacía falta hacer ni decir más.
—«Anillo rastrea la posición de Amelia Folch»
—«La Linterna Azul Amelia Folch está en paradero desconocido»
—«¿Cuál es su estado?»
—«Su anillo, no ha sido devuelto al cuerpo de Linternas Azules»
—«Y ahora para que lo entienda»
—«La Linterna Azul Amelia Folch ha de estar forzosamente con vida»
—Te encontraré.
Fin, por el momento, que queda contar la historia desde el punto de vista de Alonso
TIEMPO DE LUZ -Alonso 1ªParte
(Hay diferencias con respecto a los anteriores relatos, los siguientes serán desde el punto de vista de Alonso de Entrerríos, y por supuesto, no recuerda las cosas de la misma manera que Julián)
— ¡Pero Julián!, como que no sabe que ha pasado con Amelia ¿Y sus hijos?
—Tranquilo Salvador, yo me ocuparé de eso, —dice mi buen amigo Julián
— ¿Cómo que tranquilo? ¡Me cago en la leche!, pero si sólo han estado fuera un rato ¿Y usted, Alonso, que me dice?, ahora me dirá que no sabe donde se ha dejado el brazo.
—Bueno, verá… —comienzo a musitar.
— ¿El qué Alonso? ¿Qué tengo que ver? — me grita enfurecido.
En ese momento, noto que me fallan las fuerzas, el viaje de regreso, me pasa factura y caigo desplomado.
Me despierto en la enfermería del Ministerio:
— ¡Pardiez! que dolor de cabeza
—Normal, te has dado contra el suelo, —volteo la cabeza y veo a Irene y a Ernesto, ¿Qué ha pasado, Alonso? —pregunta Irene.
—Pues veréis, cuando cruzamos esta mañana la nueva puerta, al otro lado, nos vimos involucrados en una guerra, estalló una bomba en la cual mi brazo resultó cercenado y Amelia, en principio fallecida, y por lo visto, aquí han pasado apenas unas horas, y al otro lado, han pasado años. —miento como una sabandija, pero es lo que acordamos Julián y yo.
—Si es que… Ya no estamos para estos trotes, Alonso.
— ¡Venga, ahuecando el ala!, que el paciente necesita descansar —dice la enfermera, irrumpiendo como un huracán en la habitación.
—Alonso, te dejamos tranquilo, cualquier cosa que necesites nos lo haces saber —dice Ernesto con gesto serio.
— Tranquilo, esto es un sedante suave para que pueda dormir un poco y descansar,-dijo la enfermera.
Y me quedo solo con mis pensamientos y mis recuerdos mientras noto el efecto del sedante.
En la ensoñación producida por la droga, revivo ese día:
Me levanté esa mañana, para acudir al Ministerio, como Elena entraba más tarde la dejé dormir, no quise importunarla, miré también en la habitación de Blanca, que también dormía plácidamente, le di un beso en la frente. Hice bien al reclutar a Elena para el Ministerio, es una abogada competente, se tomó a bien lo de mis viajes, lo que le costó digerir, fue que yo fuese cuatro siglos más viejo que ella.
Al llegar al Ministerio, todo el mundo estaba muy nervioso, una nueva puerta había aparecido y, además con el número "0", cosa que por lo visto no había sucedió jamás.
Abrimos la puerta y la exploramos con el robot teledirigido, al no ver nada, Amelia sugirió entrar con cautela.
Al otro lado, emergimos en una especie de brea o alquitrán, empezaron a sonar alarmas, y caímos desmayados, despertándonos en una habitación, allí, esperando a que nos levantásemos, había un hombre.
—Hi! , I am… —Julián, le interrumpió señalándose la oreja.
Nos facilitó unos aparatos como los que solemos usar en las misiones del Ministerio, a la vez que se señala su oreja, veo que Julián se lo pone, y hago lo mismo.
—¿Hola? ¿Mejor ahora? —dice el desconocido.
Por algún arte que desconocía, ahora era capaz de entender a nuestro interlocutor.
—Con los traductores universales deberíais escucharme en vuestro idioma -prosiguió- soy el Capitán Hal Jordan, y estaría bien dar una explicación de vuestra presencia aquí, porque entrar en la sala del libro Oa está penado con la muerte, y vosotros, literalmente, habéis salido de él.
—¿Oa?, ¿Hal Jordan?, ¡y un capullo! -dice mi compañero, inquieto,
—Disculpadle, mi Capitán -digo intentado calmar la situación-, mi compañero está bastante alterado.
—Alonso, ¡no me jodas!, este hombre, está sugiriendo que estamos dentro de un tebeo, y eso es imposible.
—¿Cómo que un tebeo?, ¿Cómo esas historietas que solíais leer cuando, compartíamos piso?
—Si, más o menos.
—Y este hombre, ¿Dice ser un personaje de una de esas historias? Eso no puede ser, comenta Amelia a mi lado.
De repente, comienzan a hablar ellos tres mientras yo pienso que mi mejor amigo está enloqueciendo ¿cómo vamos a estar en una historieta? en eso estoy pensando, cuando de repente el hombre con el que dialogaba Julián grita algo y la sala se ilumina con un resplandor verde, casi al tiempo, se abre la puerta y no doy crédito a lo que ven mis ojos, seres que parecen humanos y otros, que a fe mía, parecen salidos del Averno, sólo acierto a santiguarme.
El capitán, se volvió, y con un gesto hizo entender que estaba todo bajo control, cerraron la puerta y nos volvimos a quedar solos, aunque ahora el capitán Jordan vestía un uniforme un tanto extraño.
—Volvamos a empezar—comenzó, soy el Capitán Jordan de la fuerza aérea de Los Estados Unidos, miembro del Cuerpo de Linternas Verdes, os encontráis en el sector “0” del universo que es este planeta, entrar sin permiso en la sala del libro sagrado de Oa, está penado con la muerte, como os he dicho antes, y vosotros habéis salido literalmente de él, los Guardianes están repasando el libro hasta la última coma, como no queden satisfechos, es probable que seáis ejecutados mañana.
—Soy Amelia Folch, líder de esta patrulla, y ellos son Julián Martínez y Alonso de Entrerríos, los tres somos de España.
—Patrulla ¿De qué?
—Nos miramos los tres sin saber ben que decir, hasta que me decidí a romper el silencio.
—Verá, señor Jordan, como ha dicho mi jefa de patrulla, procedemos de España, y nos dedicamos a patrullar el tiempo para que nada se vea alterado, ella es del siglo IXX, mi compañero es del siglo XX, y yo soy del XVI, para poder realizar tal proeza nos valemos de puertas que nos trasladan a un tiempo en concreto, lo que no sé cómo puedo explicarle, es nuestra aparición en un libro, puesto que veo complicado que tres personas salgan de un libro, como por arte de birlibirloque.
—A eso, tengo yo la respuesta, el Libro de Oa es enorme, y os desmayasteis al llegar porque en la sala del libro solo se puede estar si eres inmortal o tienes un anillo, llegamos justo a tiempo.
Os he de decir que vuestra llegada ha causado cierto alboroto por aquí, así que lo mejor para todos, sería que pasaseis la noche una celda, y mañana os llevaré con los guardianes.
Y allí pasamos la noche, creo que Amelia y Julián, pudieron medio dormir algo, yo tampoco pude dormir mucho pensando en Irene y Blanca maldiciendo mi suerte.
TIEMPO DE LUZ -Alonso 2ªParte
Al día siguiente, Jordan volvió a por nosotros nos condujo a una sala gigantesca donde varias figuras vestidas con una túnica nos esperaban, debían ser los Guardianes, también habían otros seres con uniformes similares, pero de diferentes vi un monstruo enorme, con uniforme Rojo, y colmillos enormes, efectivamente, estábamos en el infierno, y no albergaba demasiadas esperanzas, intentaría pedir clemencia para mis compañeros, ellos tenían hijos a los que volver a ver.
—Soy Sayd, una de los Guardianes del Universo, —empezó a hablar uno de estos seres cabezones—, hemos estado leyendo el libro de Oa, y vuestra llegada estaba escrita en él, el Linterna Jordan, nos ha puesto al corriente de vuestra situación y en este momento, toda ayuda es bienvenida, así que hemos decidido que seréis puestos bajo su supervisión.
En ese instante, se escucharon detonaciones, nos había disparado, ¡Perros cobardes!, no tienen redaños de enfrentarse cuerpo a cuerpo, con un soldado de los tercios, cerré los ojos esperando la muerte, al abrirlos una especie de anillo estaba frente de mi y en mi cabeza pude oír: "Alonso de Entrerríos, de la Tierra, Tienes un gran amor en tu corazón, bienvenido a las Zafiros estelares.", el anillo, se colocó en mi dedo.
— ¡Por los clavos de Cristo!, ¡Parezco una dama!, —estaba vestido con mi atuendo habitual de los Tercios, pero de un color Rosa que ofendía a la vista, a mi lado Amelia, me había robado el sombrero para poder taparse las vergüenzas, se ayudaba de mi capa, pero la pobre, poco podía hacer.
Casi instantáneamente, nos vimos rodeados de cientos de soldados, de repente, en mis manos, apareció una espada, y mi compañero, a su vez, empuñaba dos pistolas.
La que nos había hablado, saltó al centro:
—¡Retiraos!, no hay peligro alguno aquí, llamad a Carol Ferris, a Saint Walker, de los Linternas Azules y al Linterna Kilowog.
Nos quedamos solos junto con los Guardianes y el Capitán Jordan
—Jordan, Sayd, ¿Qué ha pasado? —Preguntó Julián
—No lo sé, —contestó Sayd—, tú acabas de ser elegido para ingresar en el Cuerpo de Linternas Verdes, la hembra humana viste el Azul, y el otro, es una imposibilidad, a no ser que también sea una hembra de vuestra especie.
— ¿Qué insinuáis? , ¿Que soy una mujer?
En ese momento, Julián, no paraba de reír, a decir verdad, la situación era un poco cómica, tardaría en volver a ver a mi compañero reír de esa manera
—Mientras llegan los demás, si os concentráis, vuestra ropa se hará más acorde a vuestros gustos.
—Dijo Jordan, conteniendo la risa—.
Tenía razón el capitán, al poco, vestíamos los tres con un poco más de decoro, aunque por mucho que me concentré, no conseguí quitarme el símbolo de la estrellita.
Estuvimos esperando, hasta que se abrió la puerta, aparecieron un mujer, alta, vestida de rosa, un demonio de cara porcina de unos 2 metros y pico y, un Guardián, pero vestido de Azul, en vez de con la túnica que vestían los demás Guardianes.
—¡Maldita sea Poozer! ¿Qué es tan urgente, como para hacerme venir del entrenamiento? —preguntó el enorme ser —.
—Mirad a nuestros invitados —contestó Hal—, y os haréis una idea.
—¡Los Zafiros Estelares sólo pueden ser asignados a mujeres, ¿Qué carajo habéis hecho tú y tus Guardianes, Hal? —dijo la mujer visiblemente enfada
— No hemos hecho nada, Carol, el anillo le ha escogido, al igual que a los demás.
En fin, haré las presentaciones, estos son Julián Martínez, Amelia Folch y Alonso de Entrerríos, todos de La Tierra, chicos, ellos son Carol Ferris de los Zafiros Estelares, Ganthet, Guardián de los Linternas Azules, y el que queda es Kilowog, Sargento Instructor de los Linternas Verdes.
Estuvieron un buen rato hablando entre ellos, durante el cual, la mujer de Rosa, no para de mirarme de manera inquisitorial, con una mezcla de miedo y odio, los visitantes marcharon, quedándonos a solas con el capitán Jordan, en la breve charla que mantuvimos, nos explico que habían varios cuerpos de internas y que nos encontrábamos en guerra por culpa de una profecía. Lo que, si que me quedó claro, es que la guerra que librábamos, era contra la mismísima muerte, y que por lo poderosas que eran nuestras armas necesitábamos varios meses de entrenamiento, deberíamos de separarnos en este tiempo.
Nos despedimos los tres, al salir de la estancia, la señorita Ferris y los demás, nos estaban esperando.
— Alonso, ven conmigo, daremos un paseo.
Atravesamos la ciudad, y al poco llegamos a un bosque en las afueras.
— Muy bien, Alonso, ¿Qué sabes de todo este embrollo en el que te has metido?—Preguntó.
— Poco, pero lo que he podido sacar en claro es que estamos en una guerra en el que las emociones, representan colores, y que, por una profecía, ha surgido un ser llamado Nekron.
— Más o menos, digamos que con el paso de los milenios, las emociones del universo, han cobrado forma en entidades que los representan, los Linternas Verdes tienen a Ion, El del Agente Naranja es Ophidian, Nekron, que como bien sabes, es el Negro, y así todos.
— Veréis, tengo una duda, ¿Dónde vamos a realizar el período de instrucción, y cuantos reclutas somos? — pregunte ante la soledad del sitio.
— Alonso, no voy a mentirte, hay unas 18 reclutas, y tú, concretamente eres el único hombre que ha portado el anillo Violeta, lo que te podría hacer tremendamente peligroso, tanto para ti como para las demás, por eso, realizaremos el entrenamiento aquí, en Oa.
— No os entiendo.
— A ver, hace relativamente poco, las entidades escaparon para poseer huéspedes a lo largo del universo, y Depredador, que es como se llama nuestra entidad, es muy peligroso, en La Tierra poseyó a un hombre el cual enloqueció matando a decenas de personas hasta que pudimos contenerlo de nuevo, suma eso a que todas las Zafiros Estelares somos mujeres que hemos sufrido despecho, traición, desamores, la muerte del ser amado, o poseen un amor tan profundo que son llamadas por un anillo, así que si normalmente no se fiarían de un hombre, de ti, menos todavía, lo más probable es que si te entrenases con las demás no llegases vivo a mañana.
— ¿Y cuando empezamos?
— ¡AHORA! —gritó mientras saltaba hacia mi blandiendo un haz de luz-, instintivamente puse mis brazos para cubrirme mientras en mi brazo se materializaba un escudo. Sentí el impacto, vaya si lo sentí, al desvanecerse el polvo, el árbol que había tras de mi estaba hecho trizas. La señorita Ferris no cesaba en su ataque.
— ¡Vamos Entrerríos!, contraataca ¿O es que no lo haces porque soy una mujer?
— Intentaba poner una espada en mi mano como la otra vez, pero me era imposible, y a cada embestida de la señorita Ferris el escudo se resquebrajaba un poco más, ¡Dios mío, iba a matarme! —¡NO!—grité— de la explosión resultante provoqué un cráter y la Zafiro salió despedida centenares de metros, corrí a por ella, no iba a dejar que nada ni nadie me separase de mi familia, llegué presto a su altura, para acabar con ella si era menester, pero con los brazos hizo señal de rendición.
— Siento haber sido tan ruda contigo, —comenzó entre jadeos, pero tienes mucho que aprender, tienes instinto, pero te hace falta práctica, Nekron usará a tus seres queridos y amigos contra ti, por suerte, por lo que me ha dicho Hal, están en otro universo, pero usará niños, ancianos, mujeres indefensas, etc. todo le vale con tal de ganar la guerra.
— Bien, pero ¿Cómo funcionan estos anillos?, antes he intentado pensar en una espada pero no ha pasado nada.
— Al principio es difícil, con el tiempo te acostumbrarás, ten en cuenta que los anillos se nutren de los sentimientos del portador, Esperanza, Miedo, Odio, Amor… ¿Tienes familia?
— Si, mi mujer Elena y mi hija de 8 años que se llama Blanca—contesté.
— Entonces, piensa en ellas, en como las quieres y las echas de menos, tu amor por ellas es lo que confiere poder a tu anillo, cuanto más fuerte sea ese sentimiento, más fuerte serán tus creaciones, pero eso irá drenando los niveles de poder del anillo, que deberás cargar cada día, imagino que ahora deberías rondar el 80%.
— No lo sé, ¿cómo se mira eso?
—Pregúntale —contestó.
—¿En serio?
—Si, claro.
—¡Anillo!, ¿cuánta batería te queda? —Grité.
—«Niveles de poder al 76%, Linterna Entrerríos».
—¡Pardiez!, este trasto habla.
—«En realidad, la definición de trasto es incorrecta Linterna Entrerríos, y no hace falta hablar o gritar, la comunicación es telepática e instantánea».
—¿Qué nivel de poder tienes? —dijo Carol medio riendo por lo bajo.
—El 76%
—No está mal, debes saber que si el nivel de poder llega al 0% volverás a ser un humano normal, si esto te pasa en el espacio, te quedará energía de reserva en el cuerpo como para que alguien te pudiese rescatar, son apenas unos segundos, pero menos es nada, para cargar el anillo debes apuntar o a la batería portátil que te voy a dar o a la Batería Central de Poder, que es como la que hay aquí en Oa, pero está en Zamaron, y recitar el juramento:
Para corazones largamente perdidos y llenos de miedo,
Para aquellos solitarios en la noche más oscura
Acepten nuestros anillos y únanse a nuestra lucha,
El Amor lo Conquista todo ¡Con la Luz Violeta!
— Por hoy lo dejamos, va a ser un entrenamiento muy largo, mañana toca aprender a volar, evitar la gravedad de las estrellas, hacer constructos, concentración…
TIEMPO DE LUZ -Alonso 4ªParte.
El entrenamiento fue duro, desde luego manejar una de las armas más poderosas del universo no es cosa baladí Por las tardes estábamos de asueto así que nos veíamos por las tardes en la taberna de Oa y cuando esto no era posible, aprovechaba para aprender cosas del anillo. Sería una necedad disponer de todo el conocimiento del universo y no aprovecharlo. Aparte de estudiar sobre el anillo, aprendí otras muchas cosas, como por ejemplo a no subestimar a una ardilla.
Recuerdo las misiones, rescatar planetas, rejuvenecer soles… ojalá Blanca y Elena hubiesen estado para verlo.
Nos pusieron un día en alerta por el ataque inminente de Nekron y sus hordas, se reforzaron guardias y patrullas por el perímetro del planeta, la que se nos venía encima era cosa seria.
Empezaron a sonar las alarmas, el Sargento Kilowog lo dispuso para que estuviésemos Amelia, Julián y yo juntos, cosa que agradecí, aproveché para solicitarle que se nos uniera G´ff, a lo que no se opuso, en estos meses había hecho una buena amistad con ese ser y había demostrado en numerosas ocasiones su valía.
Una vez estuvimos en órbita, Kilowog dio las instrucciones pertinentes, atacaríamos a distancia hasta que les pudiésemos atacar cuerpo a cuerpo, materialicé junto a G¨ff un barco, a mi lado Julián hizo lo propio con un rifle y Amelia con un arco. Miles de rayos de luz, iluminaron el firmamento esa noche, atacábamos con todo, hasta que vislumbramos a Mogo acercándose lenta pero inexorablemente.
Me fijé que Mogo parecía estar partiéndose por la mitad a la vez que en la hendidura se le formaban gigantescos huracanes:
— «Anillo, ¿qué le sucede a Mogo? Escanea su superficie».
— «El planeta Mogo está acumulando energía, probablemente con intención de disparar».
— «Si lo hace, ¿Qué oportunidades tendríamos de sobrevivir?».
— «Entre el 1% y el 0´5% Linterna Entrerríos».
— «¿Y siendo optimista?».
— «Entre el 1% y el 0´5%».
— «¿Qué diantres entiendes por optimismo?».
Jordan y Kilowog se pusieron cerca de Amelia, necesitaban su poder, entre ellos dos, y varios linternas que se acercaron a prestar ayuda, generaron un cañón que rivalizaba con cualquiera que hubiese podido ver en toda mi vida
— ¡Julián, Alonso, Amelia, generad escudos, hay que proteger este cañón, como sea! —gritó Hal, obedecimos de inmediato.
Una figura negra como el carbón surgió de entre las filas de Linternas Negros, se acercaba a gran velocidad hacia donde estábamos, no podíamos hacer nada, estábamos todos u ocupados generando un escudo para proteger el cañón, o generando el propio cañon.
— «Anillo, quien es ese ser que se acerca».
— «Parece ser Superman de Tierra-2».
— «Pues habrá que pararle los pies».
— «Las probabilidades de supervivencia combatiendo al ser llamado Superman, son de un 3%».
— «Pues habrá que pararle los pies muy rápido, y después, hablaremos de cómo ser optimista ¿cuánto tiempo tardarán en terminar el cañón?».
— «Aproximadamente 15 segundos».
—G´ff ¡Maldito roedor! venid aquí, necesito vuestra ayuda, —grité— sustituidme, y por lo que más queráis, aguantad.
Miré a Julián, y con un buen par de espadas grité: ¡Por España y por Santiago!, y a la velocidad del pensamiento me lancé a por el enemigo.
Los mandobles llovieron sobre Superman, no iba a darle cuartel a ese hideputa, pero el malnacido con una sonrisa paró o esquivó todos los golpes. Sujeté las espadas con firmeza, girándolas en un sentido y en otro, abriendo grandes heridas en su cuerpo.
La criatura siseaba y abría su boca de dolor y furia mientras su sangre negra y espesa flotaba en el frío espacio. El extraño ser tenía más vitalidad que cualquier ser humano y las heridas más profundas apenas parecían afectarle, estaba asombrado ante tal resistencia.
Continué combatiendo, no podía dejar de pensar en mi mujer e hija y en darles tiempo a los demás a abatir a Mogo, pero me estaba quedando sin resuello.
—«Anillo, ¡Por los clavos de Cristo! ¿Cuánto queda para que disparen?»
—«Están a punto de acabar, Linterna Entrerríos».
Me distraje, apenas un instante, pero el ser acertó a sujetarme por las muñecas, era el fin pero habíamos ganado. La criatura empezó a reír, le solté un cabezazo que le saltó varios dientes, esto, ya no le hizo tanta gracia, noté como me arrancaba un brazo y me fracturaba gravemente el otro, no dejaba de reírse.
En mi mente ya solo había sitio para mi familia.
Justo cuando iba a rematarme, un fogonazo rojo y azul, de un golpe que podría haber partido por la mitad una montaña, envió a la criatura a la otra punta del universo a la par que Jordan, Kilowog y los demás destruían Mogo.
Me desperté en la enfermería de Oa, efectivamente había perdido un brazo, y el otro me dolía terriblemente, recibí varias visitas, entre ellas la de mi salvador, que era ni más ni menos que el Superman de este universo, le llamé mequetrefe, ya que me lo imaginaba con los calzoncillos por fuera como en las películas, no se ofendió, de hecho nos reímos de eso. Tardé varios meses en recuperarme durante los cuales mis amigos realizaron diversas misiones y yo aprendí algunos trucos nuevos.
— Hola Entrerríos, —era Carol de las Zafiros, que venía a visitarme— hay una cosa de la que quiero hablarte, verás, hay una posibilidad remota de que podáis volver, los Anillos Violetas tienen el poder de reunir al portador con el ser amado, pero en tu caso, dado que tu familia está en otro universo no somos capaces de evaluar las consecuencias.
— ¡Vaya!, no es una mala noticia del todo, ¿Qué pasaría al intentarlo?
— Pues que o sale bien, llegáis a casa y mueres por el sobreesfuerzo, o sale mal, no llegáis a casa y mueres por el sobreesfuerzo, u ocurre el milagro y llegáis todos sanos y salvos.
— Ya veo que por aquí el optimismo brilla por su ausencia, en fin, cuando acabe esto reuniré a mis amigos e intentaremos partir.
— Mañana, seremos llamados por Sayd, Nekron se aproxima a Oa, así que deberías prepararte.
Efectivamente al día siguiente me reuní con mis compañeros de armas tras la llamada general por parte de Sayd, se alegraron de verme más o menos repuesto de mis heridas, no tuvimos mucho tiempo para celebrar mi vuelta, empezaron a sonar las alarmas, Nekron se acercaba a Oa.
TIEMPO DE LUZ -Alonso 5ªParte y final.
Esta batalla, también vio su inicio en la órbita del planeta, allí les daríamos con todo, hasta que llegasen al cuerpo a cuerpo.
La horda que se nos acercaba, era inconmensurable, su tamaño, empequeñecía todos los ejércitos que pude ver mis tiempos mozos con los Tercios, no lo teníamos muy de cara.
Estábamos codo con codo Amelia, Julián, G´ff y yo, luchando como una unidad bien entrenada, Amelia con un arco no permitía que nadie se nos acercase demasiado, y el que osaba hacerlo, sufría las consecuencias, eran duros, pero no iban a pasar.
— «Comunicación entrante de Sayd, Guardián de los Linternas Verdes»
— « ¿No tenía otra hora para llamar?, estoy un poco atareado en este momento»
— « Linterna Entrerríos, comunico con ustedes porque son la unidad más cercana a Nekron»
— « ¿Qué necesita?»
— «La profecía se está cumpliendo, el cuerpo de Los Linternas Blancas ha despertado, y ellos son lo único que puede detener a Nekron, denles tiempo para llegar»
En ese instante, Nekron se aproximaba a la Batería Central de Oa, sabe Dios que podría pasar si corrompía su poder, o destruía la batería. Fuimos a por él, yo me quedé en la retaguardia, cubriendo las espaldas a mis compañeros.
Al tocar tierra empezamos a atacar sin darle cuartel, poco más podíamos hacer, aparte de esquivar los ataques de su monstruosa guadaña. Pensaba que se nos acababa el tiempo cuando un resplandor Blanco inundó el cielo de Oa, y allí estaban, Superman, Jordan, y otros que no logré identificar, estábamos salvados, hasta que Nekron dejó de prestarnos atención para encararse con los recién llegados.
Ese hideputa, usó a Amelia como distracción, y, casi con una sonrisa en el rostro soltó un terrible golpe con la guadaña, que literalmente partió a Superman en dos, ahora si estábamos jodidos, pero no quedaba otra, había que detenerle, me quedé un poco aislado de mis compañeros, ellos estaban intentando frenar a Nekron y yo me ocupaba de cualquier Linterna Negro que osara acercarse, poco a poco el resto de Cuerpos se dieron cuenta de la situación y la batalla se empezó a trasladar a los alrededores de la Batería Central, éramos varios cientos allí luchando pero no podíamos detenerlo, le hacíamos poco más que cosquillas. Hasta que, una explosión de Luz Blanca enmudeció el campo de batalla como si de un velatorio se tratase, y de la explosión resultante, emergió un criatura de tamaño similar al de Nekron, asemejaba un Ángel que hubiese enviado el mismísimo Dios para combatir a la mismísima Parca, desde mi posición poco pude ver, pero el combate debía de ser glorioso.
Llegué justo para ver como el Ángel, atravesaba el pecho de Nekron. Y éste, aullaba de dolor mientras se desintegraba, corrí como alma que lleva el diablo para reunirme con mis amigos, mientras llovían miles de anillos Negros.
— ¡Hemos ganado, Julián!, jajá ¡Vive Dios! que hemos ganado a la Parca —gritaba loco de júbilo— corred a buscar a Amelia esto que tenemos que celebrarlo.
—No está, Alonso, se ha ido —contestó
— ¿Cómo que se ha ido?, no digáis sandeces.
—Fue poseída por la Entidad de la Vida, luchó contra Nekron y se desvaneció.
Abracé a mi mejor amigo con el corazón encogido de pena, y lloró como nunca he visto llorar nunca a nadie.
El Regreso
Recogimos los cadáveres de nuestros compañeros, para darles digna sepultura, el de Amelia no apareció.
Al día siguiente, se celebró el entierro me derrumbé de pena al ver el ataúd de mi buen G´ff, muchos otros Linternas, poco podían hacer para contener sus lágrimas, pero lo peor fue cuando apareció un ataúd con una gran “S”, pude oír a sus compañeros, planeando llevar el cuerpo a La Tierra con su madre y su esposa. Reunidos a los pies de la Batería Central, y con los puños en alto, encendimos la noche de Oa, era el mejor homenaje que les podíamos dar.
Pasaros otros seis meses en los cuales rastreamos el universo de punta a punta, pero Amelia no aparecía por ningún lado, un día, Julián se me acercó:
— Alonso, creo que va siendo hora de partir, pero por favor, intentemos llegar de una pieza, ¿Vale?
— Antes, despidámonos de nuestros amigos, les voy a echar de menos a todos.
Y así lo hicimos, entre un mar de lágrimas por parte de unos y alegría por parte de los que sabían lo que es tener lejos a la familia.
Cogí de la mano a mi amigo, y me concentré en Elena y en Blanca, y en el infinito deseo de estar a su lado, ese era mi único pensamiento, coger su pelo, jugar con Blanca, verla correr por el parque otra vez y abrazarlas para no volver a soltarlas nunca, hasta que llegó el dolor, un dolor que me desgarraba por dentro, creí que moriría, hasta que…
— ¡Alonso!, que haces aquí, Julián, ¿Qué ha pasado?
La voz de Elena, era inconfundible, estaba en casa, me desmayé.
FIN?
Nota final:
Después de esta segunda parte, irían las vivencias de Amelia, no durante las batallas de Oa como los demás, si no una marcianada que lleva años dándome vueltas en la cabeza, incluye un dragón, al Milagroso Max, Pablo Olivares (Creador de la serie), y otras locuras más, prometo que la escribiré como se merece Noviembre Nocturno y los que nos reunimos aquí todas las semanas.