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Historias de Bay City

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Omarelmanco
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Nota: Esta historia continúa las historias “El café de Beth” y “El Jefe Vásquez”

Los personajes principales de ambas son:

En “El café de Beth”.

 Samuel West, conocido como SpeedWagon, sus poderes son supervelocidad, su fuerza, resistencia, y demás habilidades físicas estarían al nivel de un atleta olímpico, se defiende con soltura en diversas formas de combate. En su vida diaria, trabaja como mecánico de coches.

Susan Craig, la primera Golden Gunner, su habilidad es poseer una puntería extraordinaria, capaz de acertar con una bala a una cucaracha a 200 m. sus habilidades físicas están al nivel de un maestro de artes marciales, destacando en Judo y Krav Magá, su trabajo habitual es mecanógrafa en un juzgado de Chicago.

 

En “El Jefe Vásquez”.

Edward Vásquez, capitán recién “ascendido” en el distrito 8 de la policía de Bay City como consecuencia de una agresión a un superior, no tiene ninguna habilidad sobrehumana, su nivel físico es el esperado para un hombre de 30 años que se cuida y hace deporte con asiduidad.

Susan West, la segunda Golden Gunner, heredó una pequeña porción de la supervelocidad de su abuelo Sam West, de su abuela, también heredó algo de su legendaria puntería, la cual mejoró con unos implantes oculares que Nicola Tesla le fabricó en el Área 51, su nivel físico correspondería al de una atleta de nivel olímpico, fue entrenada por su abuela en diversas artes marciales, y trabaja como secretaria en la comisaría del distrito 8 de Bay City.

 

 

"Fuego en el agujero"

 

Bay City, Año 2002, hogar de Susan y Edward Vásquez

—¡Samuel Emilio Vásquez West! Te he dicho mil veces, que no uses tus poderes en público, que vayas con cuidado, que no puedan verte la cara,  has salido en televisión y casi matas a esa mujer, le tendrías que haber sujetado la cabeza para evitar el latigazo cervical.

­— Pero no le ha pasado nada, ¿No?

— Sólo tienes quince años,  no justifiques un golpe de suerte para seguir cometiendo imprudencias, cuantas veces he de repetirte que un gran poder…

­—…conlleva una gran responsabilidad. Ya lo sé mamá, por cierto, esa frase es la que le dice el tío Ben a Peter Parker.

— ¡Cuando llegue tu padre te vas a enterar! Vas a estar castigado hasta el día del juicio final, y ahora ve a la tienda.

<<Joder, sí que la he cagado>> —pienso para mí mientras marcho a hacer la compra. La culpa es de la señora, a quien se le ocurre ir a correr por la zona del puente en pleno mes de agosto a mediodía, si lo llego a saber, la dejo allí tirada.

Casi llegando a la tienda, dos camiones de bomberos pasan a toda hostia a mi lado <<¿Qué coño pasará ahora?>> Cuando de repente, lo huelo, es un incendio. Sin llamar demasiado la atención corro en la dirección de los gritos y las sirenas hacia la calle Palmer,  allí veo un edificio de 5 plantas que está siendo pasto de las llamas, los bomberos parecen no dar abasto, tengo que hacer algo.

Robo un antifaz de una tienda de disfraces y me acerco al jefe de bomberos.

— Jefe, ¿En qué puedo ayudar?

— Largándote de aquí muchacho. —replica el bombero.

— No me ha entendido, si queda alguien dentro, voy a entrar a sacarlo.

— No queda nadie en el edificio, y ¿Quién te crees que eres con ese antifaz de plástico? Deja esto a los mayores y vuelve por donde has venido.

En ese momento, varias personas se asoman gritando auxilio por un balcón del tercer piso, milagrosamente no salen llamas de ese apartamento, aunque no tengo ni puta idea de si eso será bueno o malo.

— Chaval ¿Que sabes hacer? —pregunta el bombero—.

— Corro muy rápido.

— No tengo hombres para subir, y la temperatura es demasiado alta, haz lo que puedas, y por el amor de Dios, ten cuidado.

En lo que dura un parpadeo, “tomo prestado” un traje de bombero y corro dentro del edificio, una vez dentro me doy cuenta de que me he metido en el mismo infierno, todo está siendo pasto de las llamas, y mi velocidad se ve contrarrestada por lo angosto del edificio, el aire quema mis pulmones mientras llego al apartamento que está rodeado por el fuego, uso un truco que me enseñó mi madre para sofocar un poco las llamas. En poco tiempo ya he rescatado a dos personas, los bomberos hacen lo que pueden echándome agua encima en cada viaje, pero voy jodido necesito un poco de tiempo para recuperar fuelle.

— Chaval ¿Estás bien?

— No se preocupe jefe, deme un segundo —digo resoplando como un búfalo.

Un estruendo me saca de mis pensamientos y vuelvo dentro, mierda, la puta escalera se ha venido abajo, tendré que correr por la pared y se me da como el culo, lo consigo a duras penas, pero llego al oscuro y estrecho pasillo, que parece sacado de una pesadilla. Al encararlo, un trozo de viga ardiendo se me cae encima aplastándome las costillas, no me rompe nada, pero una vez que me la quito de encima, cada bocanada de aire me arde como si respirara fuego, casi sin aliento, voy a por  la última persona, una niña algo menor que yo, que está en estado de shock y sólo es capaz de abrazarse a un peluche como si le fuera la vida en ello.

— Me llamo Sam, si miras abajo, verás a tus padres que te están esperando, mira como saludan.

La niña abre los ojos, y su madre me mira tres pisos más abajo suplicándome que haga algo. Cojo a la niña en brazos , sólo reacciono, me lanzo por el balcón corriendo por la pared del edificio y por un momento el tiempo parece detenerse, llego abajo, estoy hecho polvo, esto ha sido demasiado, menos mal que se ha acabado.

 

— Sam —dice la niña tirándome de la chaqueta— ¿Y mi hermanito?

<<No me jodas>>

En ese momento, llega la madre que confirma que su hijo de 6 meses, continúa dentro. No me lo pienso, corro otra vez dentro del edificio y la cosa está peor que antes, me toca subir la puta pared, que está en las últimas, llego de milagro y tropiezo torciéndome un tobillo. Cojeando llego al apartamento, abro varias habitaciones, y allí está el bebé.

Otro estruendo me indica que el pasillo ha caído, tengo el tiempo justo de envolver al niño en una toalla mojada y volver a tirarme por la ventana, pierdo pie y  caigo a plomo abrazado al niño con la esperanza de amortiguarle el golpe.


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CoquinArtero
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El Sujeto cayó desmayado frente al mostrador de la cafetería, donde acababa de pedirse un café leche y leche.

El resto de los clientes quedaron conmocionados porque parecía un tipo normal, bien afeitado, bien vestido, con porte, pero sin darse cuenta se estaba desangrando por detrás. Una especie de diarrea sangrienta que manchó por completo la pernera de su pantalón, dejando un charco rojinegro en al embaldosado rosa. ¿Qué clase de enfermo viene a desayunar y después a morir a una cafetería rosa? Si es que uno engorda con solo ver los pasteles.

Mientras ordenaba otro café, así, con la mano en alto, se le aflojó una vena o algo en el culo que hizo que su corazón se parase por falta de riego antes de caer redondo. No se dio ni cuenta.

Seguimos valorando la posibilidad de que se trate de un asesinato aunque no descartamos el suicidio. Antes de que lo pregunten, deben saber que esta no es en absoluto una prueba fiable de que se trate de la acción de otro metahumano. El único que sabemos capaz de ocasionar daños similares es Valia Krokopf y se encuentra en la Macro cárcel de El salto del Negro.
La causa de la muerte antes del resultado de la autopsia: parece que se debe a algún ácido o bacteria anaerófaga que corroyó sus entrañas sin causar dolor… ¿Ingestión? ni idea ¿Voluntaria o involuntaria? ¿Quién sabe? Lo único que podemos afirmar con seguridad es que no hablamos de un caso aislado.

Para algunos de ustedes, me consta, es la primera vez que ven un caso así, pero en realidad existen dos víctimas más aunque éstas murieron en su casa. El patrón es el mismo. Cualquiera diría, por sus expresiones, que fallecieron por un placentero y potente cuesco.

El cuesco de la alegría, estoy por llamarlo.

Por el estudio del resto de cadáveres se ha tramado una hipótesis por confirmar: hay sospechas de que pueda tratarse de un arma sustraída hace una semana de un almacén parte de un laboratorioaltamente secreto. Por cuestiones de confidencialidad, ni siquiera podemos saber cómo funciona el artefacto, aunque sí que conocemos sus efectos… sus efectos y quién puede tenerla.

Agárrense los machos, oficiales. Nuestro objetivo es Boogie, alias El aceitoso, y no somos los únicos que andan tras sus pasos, así que pónganse las pilas y cenen ligerito porque nos espera un buen baile en los salones de Bay City.


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CoquinArtero
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Omarelmanco
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Bay City, diciembre de 1992, Café de Beth.

El café favorito de Bay City está abarrotado a la hora del almuerzo, entre los trabajadores de los alrededores, y media comisaría del distrito 8, era complicado encontrar mesa, incluso para unos ilustres comensales como eran Susan y Edward Vásquez.

Estaban tranquilamente comiendo, mirándose embobados como si no llevaran 5 años de casados cuando de repente, el café tiembla ligeramente.

— ¿Lo has notado cariño?—pregunta Susan a su marido.

— Si, pero no será nada, algún camión o autobús que habrá pillado un bache.

Otro temblor, otro más…

­— No, esto está como acompasado, algo raro pasa.

— Nena, si fuera urgente, ya te hubieran llamado del Área 51.

Un temblor más fuerte hace temblar el edificio, cuando de repente alguien grita: “Jake súbele el volumen a es puto trasto”, el café enmudece, ni tan siquiera puede oírse la respiración de la clientela, sólo se escuchaba la televisión:

—Últimas noticias, los temblores que pueden notarse por toda la ciudad, son consecuencia de una batalla que ha arrasado a la mitad de la nación, dejó herida a la Liga de la Justicia. Escarabajo Azul está en coma, y Booster Gold… ¡Un momento! Hace un minuto hubo una explosión el condado de Kirbi, mientras Superman y Máxima se enfrentan a Doomsday, quien ha dejado un rastro de destrucción. La bestia aún no ha sido aprehendida. Las autoridades están alertas, pues no saben si…

El fonovídeo de Susan Vásquez suena en su bolso.

— Cariño, he de irme.

— Estaré en comisaría, por si esto fuera a peor.

Cada nuevo temblor, hace que el corazón de Susan se encoja un poco.

Área 51, Cuartel General de “El Legado”.

Golden Gunner, llega a la sala de control del Área51, donde se encuentran El Espectro Azul, el segundo Huracán Ramírez, La Dama del Lago y Fuego Infernal.

—Azulito, ¿Dónde están los demás?

—Moonbird, Tatanka y Red Bolt están ayudando con los destrozos que ha causado la pelea entre ese “Doomsday” y Superman, el condado de Kirbi se ha llevado la peor parte, Arturo y los demás están por llegar a Metrópolis, con la Liga de la Justicia derrotada, alguien tiene que echar una mano con los destrozos, y si esa criatura no cae derrotada, habrá que rezar por poder darle tiempo a la ciudad para poder ser evacuada.

—Entonces, ¿Nos quedamos aquí sin hacer nada? —protesta Huracán Ramírez.

—Ramírez, alguien tiene que defender la ciudad por si esto se descontrola, la ciudad no puede quedar desprotegida.

— Pero Espectro, ¿Cómo va a caer Superman?, joder, es Superman— contesta Fuego Infernal molesto desde su silla.

—Por lo menos, pon las noticias, siempre hay un reportero gilipollas que informa antes que nadie metiéndose donde no debe hacerlo.

Lo que muestran las imágenes de televisión es desolador, la batalla, muestra a un Superman que aún estando en las últimas, planta cara a la criatura conocida como Doomsday, cada puñetazo hace temblar toda la costa este de Estados Unidos, incluido Bay City, cuyas calles guardan un silencio sepulcral ante lo que muestran las pantallas de los escaparates, hasta que ambos titanes con un último golpe, caen desfallecidos.

La siguiente imagen de la televisión, muestra una reportera que corre llorando hacia Superman, cayendo de rodillas abrazando el inerte cuerpo del héroe, muchos saben que es debido a la amistad que se fraguó entre ellos con el pasar de los años, lo que sólo saben los más allegados es que esa reportera era su prometida.


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Omarelmanco
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Bay City, años 60.

—¡Bueeeeeenas tardes Bay City! Aquí con vosotros, una tarde más John Jackson.

—Y Jack Johnson desde la WBC, vuestra emisora preferida.

—Como todos sabréis, empezábamos la semana con la noticia de que Espectro Azul y Tatanka habían frustrado un linchamiento, que nuestros “amigos” del KKK apoyados por el villano Muerte Blanca pretendían perpetrar contra la Iglesia de San Carlos Lwanga.

—Muy cierto John, ¿Estarán tramando algo los del Klan?

—Lo único que sabemos Jack, es que la policía está en la pista de lo que podría ser un grupo mas o menos numeroso del Klan en Bay City, continuaremos informando a medida que la policía vaya soltando información.

—Muchas gracias Jhon, y ahora, después de una pequeña pausa publicitaria, y celebrando los martes de la música negra, os dejamos con una pequeña selección de lo último de James Brown y Ray Charles.

Mientras la música suena por las ondas, ambos locutores aprovecha para charlar un rato:

—Jack, ¿Se ha recuperado ya Megan del susto?

—Si, bueno, que los del Klan quemen una cruz en tu patio, pone de los nervios a cualquiera, pero ya sabes que mi mujer es dura.

—Y eso que eres blanco—replica John con cierta sorna. ¿Por qué no me despides y te evitas problemas?

—¿Y dejar que esa gentuza gane? Además, tu padre me salvó la vida en la guerra, jamás se me ocurriría traicionar su memoria porque cuatro paletos de pueblo se creen superiores a nadie.

Suena el teléfono de la emisora, ambos hombres se miran sorprendidos puesto que no habían abierto las líneas.

—¿Diga? —Responde Jack.

—Jack, Jack, Jack, Jack ¿No te advertimos de lo que te podría pasar si seguías con tus mierdas de negros? ¿No tuviste suficiente con el aviso de la semana pasada? Por cierto, tu hija y tu nieto te mandan recuerdos…—clic el silencio se hace al otro lado de la línea.

—Oiga, oiga, ¡hijo de la grandísima puta! — maldice Jack estampando el teléfono contara el suelo.

—John, llama a la policía, mi cuñado trabaja en el distrito cuatro.

—Jack, no lo hagas, eso sólo empeoraría las cosas, déjame a mí.

John saca un fonovídeo de su mochila.

—Tatanka, aquí Espectro, llama a Golden Gunner tenemos trabajo.

—¿Qué cojones John?—Exclama Jack asombrado.

—Tranquilo, tengo unos amigo que estarán encantados de ayudarme, sigue con el programa, cuando llegues a casa, tu familia estará allí. Esta noche, el Ku Klux Klan se ha metido con el negro equivocado.

Al acabar el programa, Jack cierra la emisora a toda prisa, y acelera con el coche todo lo que le permite su sentido común hasta llegar a casa. Allí en la cocina está su familia, John visiblemente magullado, un indio de más de dos metros de altura y una mujer rubia que está jugando con su nieto.

—¡Bueeeeeenos días Bay City! Aquí con vosotros, otro día más John Jackson.

—Y Jack Johnson desde la WBC, con los informativos de la mañana. Últimas noticias, desarticulada una célula del Ku Klux Klan en nuestra ciudad, según ha podido saber esta emisora, los héroes conocidos como Tatanka, Golden Gunner y Espectro Azul, encontraron está célula que pretendía sembrar el caos a lo largo de la ciudad, fueron puestas en manos de las autoridades una treintena de miembros del Klan así como numerosas armas y explosivos. Estéis donde estéis, muchas gracias por vuestros servicios. Y ahora, damos paso a nuestros patrocinadores.

—Muchas gracias John, jamás lo olvidaré.

 

Nota de este y otros relatos de Bay City:

Uso siempre los mismos nombres de los superhéroes puesto que el manto va heredándose, este Espectro Azul, en realidad, sería el hijo del primer Espectro. Tatanka, es descendiente del hijo del Jefe Indio “Caballo Loco” que fue poseído por el espíritu del gran Tatanka que significa “Búfalo” en idioma Lakota, (de éste prometo escribir un relato) por eso a algunos os puedan bailar un poco las fechas.

 

 


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CoquinArtero
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Entre los contenedores del embarcadero 7, hay tres que llevan años sin moverse. Forman un callejón sin salida con forma de T, que hace las veces de puerta de acceso central a las oficinas administrativas que contienen los enormes cajones de metal. Lo que no todo el mundo sabe es que justo bajo la estructura, un sótano abandonado en el momento de su construcción, sirve de refugio a Boogie el Aceitoso, que espera desde hace semanas en su cuartel secreto; preparándose para la gran guerra que se aproxima a las calles de Bay city.

     Hasta donde ha podido saber, el arma que llegó a sus manos por la gracia y obra divina de los poderes del guión, es capaz de pasarse por la piedra a los más poderosos metahumanos. Eso solo quiere decir una cosa: dinero, coño. Sucio, luctuoso, maloliente e infecto dinero a raudales. Lo único que le gustaba más que el olor a napalm por las mañanas.

     En el zulo, aparte de cientos de armas de todo tipo, un par de cajas de latas, un fogón y el catre de tela, tenía acceso a una línea telefónica supuestamente en desuso. Por ese único medio de conexión con el exterior era capaz de enterarse de lo que se movía allá donde le interesaba.

     Hasta el momento tenía claro que al menos el mejor detective de la ciudad le seguía los pasos y había llegado hasta las puertas de los contenedores. Es más, pisoteó una colilla justo al lado de la entrada secreta; la policía también le seguía los pies desde el día que se hizo con el arma, pero eso era algo normal. Con su pellejo curtido de cicatrices y callos, la firmeza de sus bultos y el control que tenía de todo aquello que hiciese PUM, pocos (si no, ninguno) eran los policías que no temblasen al escuchar su nombre entre los pasillos de la comisaría.

     La existencia y desaparición del arma , acababa de quebrar el fino hilo de cordialidad que existía entre las comunidades de Metas, Mutantes y Humanidad. Las tres partes se sentirán amenazadas hasta que no se sepa dónde está; algunas cabezas ya adornaban los escaparates del barrio chino e iría a más hasta que alguno dijese “La tengo yo”. En ese momento solo tenía que preocuparse porque después de la masacre aún quedase en pie alguien capaz de pagar lo que pedía por lo que ahora era suyo.
Se oían ofertas por las calles. Recompensas, sí. Llamémoslo así: recompensas por la recuperación del arma más mortíferamente precisa del planeta. Esas eran las que había que ignorar. Después subiría el precio, aunque atendiendo a las cantidades ofrecidas al principio, Boogie ya sabía que las finales rondarían las varias decenas de millones, y eso le ponía más cachondo que a Edmundo Dantés las curvas del Abate Faría.

     En su día, el muy tunante influyó para que colocasen los edificios de administración en los contenedores rodeando su entrada, oculta a la vista de todos. Entraba y salía rodando el cajón de basura sin ruedas que habían apalancado en el pasillo. La verdad es que daba el pego y tenía lo necesario para aguantar una buena temporada, pero a Boogie le gusta el peligro y jugueteaba desde hacía días con la idea de poner unos cuantos pelos de punta.

     Con la ciudad en peso poniendo precio por su cabeza, ha decidido apartar a uno de los frentes de la competición por el premio gordo.

     Esta noche, en la central operativa del cuerpo de mutantes, se va a comer calentito. Boogie el Aceitoso viene cargado con dos bazukas llenos hasta arriba de buenas intenciones.


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Omarelmanco
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Aclaración a mi relato anterior en Bay City:

No es mi intención cruzar Bay City con DC o Marvel, el anterior relato era un mero homenaje a la muerte de Superman, y cómo se podría haber vivido esta situación en nuestra pintoresca ciudad. Bay City transcurre en nuestra realidad, con “ligeros” cambios que la hacen aún más pintoresca. Lo que si aprovecharé de ese relato,  será introducir al primer superequipo de Bay City, porque ¿Qué sería de una ciudad sin un Supergrupo que la protegiese?

El Legado:

Septiembre de 1745, la Batalla de Culloden enfrentó al bando Jacobita contra el ejército británico, lo que puso fin a la guerra y al sistema de clanes escoceses, los cuales se verán obligados a abandonar la tierra que los vio nacer huyendo hacia las américas entre otros, o jurar lealtad al Rey Jorge a un alto costo.

Mayo de 1746,  Yvaine Campbell paseaba tranquilamente por el lago Katrine en las tierras altas escocesas, cuando de las aguas emergió Niniana, el espíritu del lago, la cual maldijo a Yvaine por su sangre Campbell a vagar por el mundo hasta encontrar al legítimo heredero al trono de Inglaterra el cual sería capaz de empuñar una vez más a Excalibur, para defender a los inocentes y oprimidos, dicho esto, Niniana poseyó a Yvaine.

Más de doscientos años le llevó su tarea, hasta que encontró a Rick Swanson borracho como una cuba deambulando por las calles de Bay City.

Rick e Yvaine viajan hasta el lago Katrine, bajo cuyas aguas está la legendaria espada, Rick sale vivo por los pelos con la espada en la mano, y decide volver a su Bay City natal.

Una vez allí, funda “El Legado” honrando así el legado del rey Arturo, portador original de la espada, protegiendo la ciudad cuando fuese necesario, para ello decide reclutar a los tíos más duros y con más mala hostia que pudo encontrar quedando su formación original compuesta por:

Rick Swanson “Pendragón”

Yvaine Campbell “La Dama del Lago”

John Jackson “Espectro Azul” (El segundo)

Adahy Crazy Horse “Tatanka” (El cuarto)

Samuel West “Speedwagon”

Susan Craig “Golden Gunner”

Arturo Villalobos “Huracán Ramírez”

Nikola Tesla

Beatrice Taylor “Moonbird”

Trug'thar (demonio extradimensional)

 

 

Nota final:

Para saber que pasó con el clan Campbell, aquí dejo un enlace:

https://pilardescalza.blogspot.com/2015/08/la-masacre-de-glencoe.html

Añadiré que en Escocia, hay un taberna que tiene un cartel que reza lo siguiente: “Prohibida la entrada a perros, ladrones y al Clan Campbell”

 

 


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Smooky Marple
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Historia de Bay City: El sol que se pone.

Zona del puerto de Bay City.

Rupert Bezco observó el tablón del Sirena. Escrito en tiza se encontraba el nombre del barco y los kilos de pescado capturado. Algo no le cuadraba, desde hacia una semana la pesca había desaparecido del caladero próximo a Bay City. ¿De dónde salía la pesca?.

Abrió la puerta del Sirena. Las ratas y cucarachas, que siempre daban la bienvenida a todo aquel que cruzaban el umbral, no lo hicieron. La taberna estaba a rebosar, pero el silencio era sepulcral. Todos miraban al fondo de sus jarras de cerveza como si buscaran respuestas a alguna pregunta difícil de responder. Y ese olor, a pescado pasado, le golpeó. ¿Desde cuando olía así?. Solo había estado una semana fuera. Sacudió la cabeza. 

-Céntrate- se dijo así mismo.

Rupert vio a su hermano en un extremo de la barra, con lo que parecía su cuarta jarra de cerveza.

-Dos cafés dobles, Paty.

-Hegmano, teneg que escucha a – un sonoro eructo cortó la conversación.

-Creo que su hermano quería contarle que conozco un nuevo caladero a pocas millas de aquí.

-Soy Rupert Bezco capitán del Pericia.

-Me llaman Renfield.- dijo el extraño con un marcado acento inglés.

-Señor Renfield, ¿Cuánto por la información?.

-Me gusta la gente que va al grano. Una quinta parte de su pesca y que firme este contrato de no revelar su ubicación.

Comenzó a leer el contrato. Una sensación de sopor le invadió. Rupert despertó varias horas más tarde con la cabeza embotada, conocía la sensación de la resaca y aquello no lo era.

El Pericia puso rumbo al nuevo caladero. A medida que se acercaban, la inquietud de los hermanos Bezco aumentaba.

Antes de embarcar habían preguntado a sus amigos sobre el lugar, corrientes, vientos, etc. Todos, sin excepción, cuando hablaban del nuevo lugar parecían estar en trance. La descripción no iba más allá de “lugar tranquilo, buena pesca”. ¿Y desde cuando tenían la piel tan viscosa?.

Les quedaba unas pocas millas para llegar cuando una densa niebla los envolvió.

Regi empezó a tocar la sirena. Estaba desconcertado.

-En esta época del año no debería haber niebla- pensó. Un escalofrío le recorrió la espalda.

Rupert encendió todas las luces del Pericia para ahuyentar las extrañas sombras que se creaban en la proa.

El suave rumor de un barco al rompiendo la superficie del mar les llegó demasiado tarde. No lo vieron hasta que estuvo casi encima de ellos. Era un gran carguero de casco negro.

Rupert contuvo el aliento cuando atisbó el nombre del carguero: el Sorin. No podía ser. La orina empapó sus pantalones.

-¡Dios mío, apiádate de nuestras almas!- gritó Rupert mientras empujaba a su hermano hacia la cabina.

Cerraron los postigos. Se abrazaron y comenzaron a rezar.

Una voz a sus espaldas les susurró.

-¡No servirá de nada!.

Continuará.


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Omarelmanco
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Bay City, año 1972:

«Cuatro horas dándonos de hostias sin parar, hombro dislocado, dos… no, tres costillas rotas, un silbido en un pulmón cada vez que intento respirar y este hijo de puta no cae». Pienso mientras intento levantarme del suelo.

—¡Vamos! Aguantaría todo el día —Digo mientras escupo sangre y me vuelvo a poner en pie apoyándome en Excalibur.

—Pendragón, ¿Pero dónde vas? ¿Acaso quieres morir?, mis hombres deben de estar terminando de vaciar los almacenes de incautación de la comisaría. ¿Por qué lo haces?

—Porque eres un matón y no soporto a los tipos como tú.

—Jajajajajajaja.

Salta hacia mí, y poco puedo hacer, bloqueo su golpe con la espada pero el mazazo que me sacude con “Penitencia” es tal, que provoca un cráter a nuestro alrededor. Ahora es mi turno, lanzo una estocada tras otra que haciendo saltar chispas de su armadura, pero las costillas rotas pasan factura. Esquiva uno de mis ataques y de una patada que me rompe otra costilla me manda al suelo mientras se ríe «¡Que hostia le daba!». Vuelvo al suelo mientras me parece oír los inconfundibles motores de Tesla.

—¿Tanto te costaba esperar a la caballería? —La voz de Tesla resuena en el comunicador, llena de estática.

—Tranquilo Nikola, llegas justo a tiempo de unirte a la fiesta.

Mientras caigo inconsciente, escucho los ruidos de la pelea. Me despierto de un tortazo y al abrir los ojos, veo el visor de Tesla.

—Por 50$ no le digo nada a la Dama del Lago. —Me dice antes de desmayarme.


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Smooky Marple
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El sol que se pone. Segunda parte.

-¡Espabila Bezco!. Estás en medio.

Rupert Bezco se sobresaltó. ¿Cómo había llegado allí? El cansancio de la última semana, buscando nuevos caladeros, estaba haciendo mella en él. Frunció el entrecejo. Estaba de pie delante del tablón del Sirena. Contempló el listado de los barcos pesca con su captura.

-El Flamingo 2760kg. Increíble, el inútil de Skipy no capturaría tanto ni aunque los peces le saltaran a la cubierta.

-Se la habrá chupado a una sirena. Respondió entre carcajadas Sanders, el policía del puerto.

¿De dónde salía la pesca?. Los caladeros cercanos estaban secos. Rupert dejó de preguntárselo. Un incipiente dolor de cabeza estaba empezando a instalarse.

Abrieron la puerta del Sirena.

-Buenas, parro…-el saludo de Sanders murió en su boca. Un penetrante olor a pescado podrido los peinó. Todo estaba en silencio, a pesar de lo abarrotado del lugar.

-Bezco, mejor será que cojas a tu hermano y vayáis a la Capilla. Dijo con tono serio. Para posteriormente añadir de manera jocosa.

-Tienen una nueva camarera. Uff tiene las tetas como dos melones.

Sanders se fue silbando “highway to hell.

Rupert vio a su hermano en un extremo de la barra, con lo que parecía su cuarta jarra de cerveza.

-Dos cafés dobles, Paty.

-Hegmano, teneg que escucha a – un sonoro eructo cortó la conversación.

Había visto a su hermano borracho cientos de veces, pero esta vez era distinto, demasiado parecida a …sus cavilaciones se cortaron en seco cuando un hombre con acento marcadamente inglés le dijo:

-Creo que su hermano quería contarle que conozco un nuevo caladero a pocas millas de aquí.

-Soy Rupert Bezco capitán del Pericia. Le tendió la mano.

-Me llaman Renfield.

-Señor Renfield, ¿nos conocemos?

-No, señor Bezco. Nuestros caminos no se han cruzado.

-¿Qué quiere de nosotros?.

-Me gusta la gente que va al grano. Le ofrezco la ubicación de un nuevo caladero. A cambio de una quinta parte de su pesca y que firme este contrato de no revelar su ubicación.

Comenzó a leer el contrato.

Unas horas más tarde, despertó al lado de su hermano a bordo del Pericia.  ¿Cómo habían llegado allí?.

-¡Maldito dolor de cabeza!. Fue al botiquín y se tomó medio frasco de aspirinas.

Comenzó a preparar el Pericia para partir.

-¿A dónde vas con eso?. Regi vio como su hermano embarcaba una caja de bengalas.

-Por si acaso. Fue la lacónica respuesta de Rupert. Ni el mismo sabía por qué, sólo que tenía que hacerlo.

El Pericia puso rumbo al nuevo caladero. Rupert se sentía como un animal enjaulado, caminaba de proa a popa buscando algo, pero no sabía el que. Rememoraba las parcas respuestas de sus compañeros sobre el nuevo caladero: "buen sitio", "sitio seguro", pero lo que más le turbaba era el aspecto de estos. Piel cenicienta y viscosa.

A media milla, antes de llegar al punto del nuevo caladero, una densa niebla los envolvió.

-Esto ha sucedido antes.

-Hermano hoy estas muy raro. Claro que hemos visto esto antes acuérdate en Bay Horn, no nos veíamos ni la polla ni para mear.

-No es eso. Todo es demasiado familiar.- Rupert se tenso como si fuera a pelear.

Regi empezó a tocar la sirena. La inquietud de su hermano se sumó a la suya propia. La niebla olía a baja mar, ese olor penetrante a algas en descomposición. Un escalofrío le recorrió la espalda.

Rupert cogió las bengalas y las situó a modo de antorchas por el Pericia.

-Muy listo, pero totalmente inútil.- Susurró una voz detrás de él. La cabeza de su hermano rodó hasta sus pies.

-¡Dios mío!.

-¡Él no esta aquí!. Solo yo.

Antes de morir, Rupert vio el nombre del barco: “Soren”.

--

-Bezco, aparta. – la potente voz de  Sanders, el policía del puerto, lo sobresaltó.

-¿Qué hago aquí?.

-Joder, si nos vamos a poner filosóficos invítame a una jarra. Mira el inútil de Skipy ha pescado un montón.

-Se la habrá chupado a una sirena- dijo Rupert sin pensarlo.

-Justo iba a decir eso- rio Sanders.

Rupert se miró la palma de la mano izquierda. Ésta le escocía como si se hubiera cortado con algo. La carne faltaba allí donde se formaban unas letras: SOR… las dos últimas no se entendían.

Los ojos marrones de Sanders brillaron durante unos segundos con un tono verdoso. Sonrió.

-¡Venga tu invitas.! -dijo empujando a Rupert al interior.


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Omarelmanco
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Érase una vez en Escocia

Por traidor y por malvado reza el dicho “Nunca confíes en un Campbell”,  hacedme caso, no saldréis bien parados.

Lo que mucha gente no sabe es que tan innoble clan fue maldito por una anciana del clan McDonald, que con su último aliento dijo:

“Más de seiscientas lunas habrán pasado para que durante dos mil más un descendiente de los Campbell repare el daño causado”.

Todo esto, le importaba más bien poco a la joven Yvaine Campbell, que bastante tenía con ayudar en hogar. Eran más bien historias de viejas usados para asustar a los niños que a sus padres hacían rabiar.

Como iba diciendo, la niña Yvaine vivía junto a su familia cerca del lago Katrine. Por su padre el lugar fue escogido, puesto que de tretas y jugarretas había huido.

Su innoble apellido por el de McPherson cambió, puesto que por represalias a los Campbell su primo falleció.

Vivían en una granja sencilla, con algunos animales, y una huerta lo que para Yvaine era una pesadilla.

Una mañana, el viejo Angus, encargó a su hija que fuera al lago a por unos cubos de agua, a la joven no le agradaba este deber, puesto que ella sabía que estaba destinada a algo más grande hacer.

Llegó la niña Yvaine cargada con sendos cubos a la orilla del lago, y al agacharse, de caerse hizo el amago.

Una putrefacta mano del pelo la agarró y a las frías aguas arrojó.

La joven, salió a la orilla del lago asustada a la vez que vio que no pasaba nada.

—“Eso no puede suceder, imaginaciones mías han de ser” —se dijo la joven a sí misma.

Inmediatamente procedió a llenar los cubos con presteza pero del agua emergió una putrefacta figura que la arrastró hacia profunda sepultura.

—«Has pecado Yvaine Campbell, y por ello se te ha castigado» —susurro una correosa voz en su mente—.

—«A mis catorce años, no he podido hacer nada ¿A qué se debe esta emboscada?» —contestó—.

—«Tú y tu maldita sangre habéis pecado, tanto que la sagrada Escocia ha llorado. Los clanes sólo la querían defender y traicionados se vieron por a los Campbell acoger, y habéis consentido que un rey indigno usurpe el trono así que has de compensar tal abandono».

—«¿Y yo que tengo que ver con eso? Además, mi padre espera mi regreso».

—«Todo y nada querida, pero habrás de saber que aquí será donde acabará tu vida, aunque mantén la calma, hoy no será el día en el que el Cù Sìth reclame tu alma».

—«Entonces, ¿Quién lo hará? ¿Quién mi vida reclamará?».

—«YO seré quien lo haga, Niniane, también conocida como Nimue, la que atrapó al demonio Merlín en un tormento sinfín».

Y así es queridos amigos como ese día, Yvaine Campbell murió, pero no del todo falleció. La niña que emergió del lago, no era la misma que esa mañana fue a llenar unos cubos de agua pasando un mal trago.

Poseída por el espíritu de Nimue, la niña Yvaine quedó condenada a encontrar al digno sucesor del Rey Arturo, lo que debía hacer sobreseguro.

Durante más de dos mil lunas Yvaine vagó a lo largo y ancho del mundo, y usó las habilidades que le proporcionó estar poseída por Nimue, para ser enfermera en La Gran Guerra y sanar al moribundo.

—«Si un guerrero he de buscar, por los campos de batalla he de empezar» —pensaba Yvaine.

Muchas penurias pasó, pero a nuestra querida Yvaine no le importó, tenía una misión que cumplir y nada ni nadie la haría dimitir.

Finalmente al elegido pudo encontrar, pero para asombro de Yvaine era un borracho sin par.

—«¿Este despojo humano es el elegido?»—se preguntó Yvaine— «Míralo ahí borracho y desnutrido».

—Hola nena,—saludo el borracho— con esas dos tetas se acabarían mis penas.

—Soy Yvaine McPherson —saludó con cara de asco— y al parecer los espíritus le han escogido, aunque es algo de lo que yo les hubiera disuadido. Debe usted venir conmigo es lo único que le pido.

Y así es como la historia de El Legado empezó, con una joven maldita y un borracho en un callejón.

 

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CoquinArtero
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Niños Gato

El sonido de la inframoto llegó petardeando al fondo del callejón. Allí, el número repujado en una chapa de lata ajada por los embates del tiempo, se dejaba ver incluso más que la propia puerta de la casa, la única del lugar. Cuando tocó, al chaval le pareció que la vieja le esperaba con impaciencia tras la puerta. Un solo nudillazo le bastó para llamar su atención y empezar a descorrer los cerrojos del otro lado. 

—Pasa, nene, pasa —le dijo mirándole de medio lado—. Tengo el monedero en la planta baja.

Desde fuera no lo parecía, ese lugar era enorme. Le recordó a una factoría con diferentes niveles conectados por escaleras de metal herrumbroso. Costaba imaginar la forma en la que esa buena mujer pudo haberlo convertido en un hogar. 

—Pasa te digo —le insistió—. Que entra la corriente y se me espantan los gatos.

Instintivamente, el joven colocó la caja de pizza sobre lo que hacía las veces de mueble recibidor: una suerte de mesa de trabajo con un paraguas, un juego de llaves y tres figuras y media de porcelana con escenas campestres.

Cuando su vista se acostumbró a la iluminación del lugar, si cabe aún más tenue que la del exterior, quedó en estado de shock por lo variopinto del lugar. La entrada era una plataforma con tres tramos de escaleras que bajaban en distintas direcciones para perderse en la oscuridad. Cada una daba a una plataforma distinta, sujeta en el aire a base de vigas gruesas. Le daba la impresión de estar entrando en el esqueleto de metal de una bestia gigante. Ensimismado como estaba, no le importó que la señora le posase la mano en el hombro, muy maternal para su gusto. 

—Chicos —exclamó al tiempo que pinzaba con sus uñas en la carótida del repartidor—, ¡ha llegado la cena!

Fue un gesto rápido y ensayado, preciso, con fuerza. En una fracción de segundo presionó tan fuerte que partió la arteria bajo la piel y el torrente sanguíneo formó de inmediato un hematoma que se le extendió por el cuello. El muchacho perdió la consciencia de inmediato, la vida poco después. Entonces aparecieron decenas de niños reptando y desplegándose entre los hierros de la estructura. 

Eran criaturas de entre cuatro y diecisiete años: con el físico entre la infancia y la adolescencia, coronados por la mirada experimentada de adultos peligrosos.

Algunos llegaron al cadáver desde arriba, descolgándose de las vigas que sostenían el techo junto a la entrada, otros balanceándose agarrados a cinchas y cadenas desde algún punto donde la penumbra se volvía tiniebla, el resto llegó escalando hasta el repartidor y entre todos lo sacaron en un santiamén para, con igual rapidez, desmembrarlo entre las sombras. 

La vieja, una vez sola, hincó un primer bocado a la pizza familiar de pepperonni.

—Verás mañana las almorranas —dijo para sí con un mohín en el rostro. Mordió una segunda vez e inició el camino de descanso por la escalinata del centro hasta un saloncito iluminado por una triste bombilla, anclada en el corazón del esqueleto de metal. Sentada, con la caja sobre las rodillas, pulsó el botón del contestador y escuchó con atención cada uno de los mensajes.

La voz al otro lado era la de Felipe. Sonaba como la de un hombre maduro, de hecho, podía ser considerado como tal pues contaba con más de cuarenta años, pero en realidad era el mayor de los “niños-gato” de Seña Lionor. En su día, Felipe fue el más avispado de todos y durante el momento que nos ocupa, actuaba como enlace con el exterior, consiguiendo trabajos para tener entretenidos a los pupilos de Lionor.

Esos niños no eran como el resto de los infantes de Bay City; eran capaces de vivir por su cuenta por las calles, conocían los espacios olvidados que se formaban entre los edificios con el crecer de la ciudad. Sus trabajos eran simples: cuando algo tenía que desaparecer sin pistas, eran los niños-gato quienes se encargaban, cuando el objetivo era dar un discreto toque de atención, era uno de ellos quien se te acercaba por la espalda y te sajaba los tendones. Claro que eran labores que cualquier otro mafioso podría hacer, pero si lo que se buscaba era profesionalidad y discreción, tenías que llamar a Felipe, pagar por adelantado y esperar a que las cosas sucediesen casi por arte de magia.

Así fue como, de repente un día, Kino pasó a formar parte de la manada.


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Omarelmanco
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Edificio Edison Machine Works, división de Bay City 1885

 

Dos hombres se encuentran en los sótanos del edificio perteneciente al famoso científico y empresario.

—Experimento 422 sobre la desintegración-reintegración de la materia, se ha introducido una naranja en la máquina emisora, y gracias a los 0´8 Gigavatios de electricidad generados por mis bobinas, la fruta ha sido reintegrada exitosamente a la cabina receptora.

—Esto marcha a las mil maravillas señor Tesla, pero ¿Por qué no llamarla simplemente máquina de teletransporte?

—Querido Winston, porque no hay teletransporte en sí, lo que sucede es que en la cabina emisora, el sujeto es desintegrado para ser seguidamente reintegrado en la cabina receptora, aunque ahora que lo pienso, quizá “máquina de teletransporte” suene un poco más comercial, Winston, limpia bien todo, que ahora es cuando hay que ver a nuestro mecenas, necesitamos más potencia.

Poco después 4ª planta del Edificio Edison Machine Works:

—Nikola, y ¿Como diantres esperas generar 1´21 Gigavatios de electricidad?, eso freiría todo el cableado de la ciudad, y no llegarías ni a la mitad, para esa potencia te haría falta la potencia de un rayo, y por desgracia, nunca se sabe dónde puede caer uno —Protesta Thomas Edison—

—Thomas, ya te he explicado que con mis bobinas no haría falta usar la corriente de la ciudad para nada, sólo parte del cableado para dar soporte y estabilizar la corriente de las bobinas. Créeme Thomas, sin esos 1´21 Gigavatios, será imposible transportar nada más grande que un melón.

 

Días después, en el sótano del edificio Edison Machine Works, todo está listo para un primera prueba con un ser humano, Thomas Edison, se dirige con celeridad a los sótanos, donde tendrá lugar la prueba.

Allí, se encuentran Tesla y su ayudante Winston, un reducido grupo de inversores y otros científicos.

—Caballeros, permítanme agradecer su presencia, así como la inestimable ayuda de Clément Ader, y de Pierre Beaumont representando a la Academia Francesa de Ciencias, dicho esto, les presento, la máquina de teletransporte Tesla-Edison. Hoy, realizaremos la primera prueba con un sujeto humano, que ante la falta de voluntarios, seré yo mismo mi propio conejillo de indias, a no ser que alguno de ustedes quiera hacer historia —la broma de Tesla hace reír a los presentes—. Ahora, si me hacen el favor, sitúense en la cabina superior, donde podrán observar todo el proceso.

Los invitados obedecen mientras Tesla se acerca a hablar con su ayudante.

—Winston, ¿Has comprobado el sistema de esterilización de las cabinas?

—Si señor Tesla, como todos los días, tal y como no deja de repetirme “Las consecuencias de que tan sólo una diminuta mosca entrase por accidente a una de las cabinas, podrían ser terribles”.

Tesla procede a entrar en la cabina emisora, mientras su ayudante hace los últimos ajustes y pone en marcha la cuenta atrás.

—Bien caballeros, como pueden observar, mi ayudante está haciendo unos últimos ajustes, y al final de la cuenta atrás, mi cuerpo, será transportado de esta cabina, a la otra, gracias a los 1´21 Gigavatios generados por mis bobinas. Winston, como dicen los jóvenes “Dale caña”.

­—Todo en orden señor Tesla, alcanzando los 1´21 Gigavatios a un ritmo de un 22%

—¿Qué potencia tenemos ahora, Winston?

—0´9 Gigavatios y subiendo.

—Caballeros, estén tranquilos, cuando alcancemos la potencia necesaria, automáticamente apareceré en la cabina receptora como por arte de magia. ¡Winston!

—1´12 Gigavatios Señor Tesla, 1´15, 1´20, 1´23, esto es imposible señor.

—¿Qué ocurre Winston?

—La potencia sigue subiendo señor, estamos en 1´35 Gigavatios.

—¿Has desconectado el condensador de flujo?

—Si señor Tesla, es lo primero que hice, pero de alguna manera, es autónomo, se está retroalimentando, estamos en 1´84 y subiendo.

—Thomas, ¿Serias tan amable de bajar, por favor?

—¿Que ocurre Nikola?—Inquiere Edison casi sin aliento.

— Desaloja ahora mismo el edificio.

 

               


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CoquinArtero
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Kino

El chaval era parte de un encargo y fue arrancado de la cuna en casa de la hija del gobernador Quimby. Aunque tardaron un poco en percibir una mutación algo más que peculiar, no fue eso lo que lo convirtió en un verdadero peligro: fueron los genes de Boogie El Aceitoso.

Había pasado un año desde que el arma aniquilador de metas cayó entre las manos de Boogie por las inclemencias del destino. Un año desde que decidió asestar un golpe de atención al destrozar miembro a miembro a toda la academia de mutantes, con la única intención de conseguir que lo dejaran tranquilo… y así fue.

Boogie, esa bestia con botas de cuero y sangre de pólvora candente, no tenía poderes, pero sí un instinto asesino que dejar en herencia a su pequeño bastardo.

Kino no podía morir. Al principio nadie lo notó porque hasta entonces no tuvo que ponerse cara a cara con la muerte, pero a algunos de los niños gato les cuesta mantener el control si se trata de comerse un pastelito. Cuando quisieron darse cuenta, el cuerpo de un Kino bebé colgaba sin vida de las zarpas de uno de los chavales, con el cuello abierto, imitando a un dispensador de caramelos PEZ y la mitad del cuerpo pintado de rojo sangre. Al verse sorprendido, el pequeño caníbal dejó caer el cuerpo sin vida y se encogió de hombros diciendo —No sabía que fuese tan importante—. Kino cayó rebotando contra las vigas hasta que, previsiblemente, se reventó contra el suelo. A los pocos segundos arrancó a llorar con rabia y llenó de miedo a los presentes con sus alaridos.

Entre los niños gato no solo conoció el dulce sabor de la carne humana cruda, además le enseñaron la realidad del lugar donde tuvo la suerte de nacer. Aprendió que era parte de la sociedad oculta bajo la ciudad y que eran capaces de dominarlo todo si así lo querían. A él nunca le ocultaron quién era su madre, cómo había llegado hasta ellos y nunca tuvo conflicto con eso. Es más: solía pasear frente a ella para confundirla hasta la locura.

Intentaron matarlo varias veces por curiosidad y en cada una de las tentativas, Kino volvía entero, más sano, más fuerte. Tanto, que a los ocho años ya se había convertido en la mano derecha de Seña Lionor. Todos los niños gato lo miraban con recelo, con miedo, obedecían sus mandatos sin dudar y hasta llegaron a pensar que la propia Lionor temía el resultado de sus acciones pues, aunque pragmático y efectivo, nunca dudó en elegir la opción más destructiva y dolorosa.

Lo mejor de todo: siempre permanecía en la sombra, pocos conocían su rostro.

A la edad de diez años, tenía la apariencia de un chaval fornido de dieciséis, su barba pelusienta casi cerrada esperaba desde hace tiempo su primer afeitado y su mirada parecía venir de lo más oscuro del abismo. Solía merodear por los muelles, ocultándose entre los contenedores para desde ahí, con ayuda de las grúas, controlar los puntos clave del trapicheo en los alrededores.

El olor que desprendía uno de los gigantescos cubos de metal era inconfundible. Por supuesto, otro desastroso envío de esclavos que se pudría poco a poco bajo el sol. Sin llamar mucho la atención se acercó para oír cómo los últimos niños languidecían en el caldo de sus primos. Respiró hondo y tocó con los nudillos sobre la chapa para despertar un mariposear de gemidos pidiendo ayuda en un idioma que no supo comprender… tampoco le hacía falta.

Kino se alejó a una distancia segura del contenedor y pasó el resto del día vigilándolo. Excitándose con cómo podrían estar muriendo ahí dentro. Esas respiraciones cortas... esas gargantas hinchadas... esas llagas en el cielo de la boca, oradando el paladar con cada respiración...

Por fin, durante el cambio de guardia de la medianoche, reventó los sellos de seguridad y forzó las bisagras. Las puertas se abrieron de par en par.

Vendavales de olor a muerte golpearon su rostro, le entraron en el cuerpo. Lo atravesaron por completo. El muelle se llenó del aroma dulce y ácido de la descomposición con vaharadas del vapor que desdibuja las formas en la distancia hasta que la luz de la luna iluminó lo más parecido que alguna vez existió al infierno: paredes cubiertas de trozos de piel y huesos, cuerpos desmembrados y enmohecidos en las esquinas, infantes famélicos languideciendo hacinados y cubiertos por la espuma peluda de una manta de hongos.

Manjares suculentos se presentaron ante él. No quería parpadear por temor a perderse lo que la luna, en su caminar por el cielo, poco a poco iba descubriendo a su mirada.

Un pie salió de entre lo más oscuro. Se dejó iluminar. Kino torció la cabeza para escrutar lo que había más allá del tobillo. El segundo paso del visitante se lo descubrió: otro chaval con la misma complexión. Muy sano. Nadie diría que estuviese pasando hambre. Era fornido, pálido y con la apariencia de un atlético adolescente con barba rala de pelusa que pide su primer afeitado desde hace tiempo. Alguien que, por lo que parecía: se resistía a morir.


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Omarelmanco
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Este “Elige tu propia aventura” es un poco especial, continúa los hechos narrados en “La caída”, donde un superhéroe llamado Scallion mutila salvajemente a un supervillano llamado Pox, Scallion se entrega a las autoridades y ahora toca el juicio, pero ¡Oh sorpresa! Vosotros que estáis escuchando a Alberto sois el jurado, vais a dictaminar si Scallion es o no culpable, y podréis hacer recomendaciones al juez a la hora de emitir el veredicto, para hacerlo más sencillo, pasaré directamente a las argumentaciones de los abogados que hacen al final para llevarse al jurado a su terreno, se supone que lleváis varios días viendo pruebas por un bando, justificaciones por otro, etc. pediría al maestro Alberto que si vamos bien de tiempo lea el relato de “La Caída” para refrescar la memoria de tan ilustre jurado que hoy nos acompaña. https://noviembrenocturno.es/forum/los-circulos/historias-de-bay-city/#post-1353

 

 

Bay City Tribunal de Distrito de los Estados Unidos.

— Honorable tribunal, miembros del jurado,  hoy nos encontramos aquí para discutir un caso que representa un desafío único en nuestra búsqueda de justicia. Enfrentamos la responsabilidad de evaluar los actos de un individuo que ha optado por convertirse en juez, jurado y verdugo: un superhéroe que ha tomado la justicia por su propia mano.

»Hay hechos que no se pueden negar, Pox, un supervillano despiadado, tomó la vida de 300 inocentes. No merecían tal destino.  

»Sin embargo, aunque compartimos el dolor y el deseo de justicia para las víctimas y sus familias, no podemos permitir que nadie, incluso aquellos motivados por la nobleza y el deseo de proteger a los inocentes, se otorgue el poder de decidir quién merece vivir y quién merece morir.

»Todos somos iguales ante la ley, y nadie está por encima de ella, sin importar cuán noble sean sus intenciones. Si dejamos que el fin justifique los medios, si permitimos que los individuos tomen la justicia con sus propias manos, nos dirigimos hacia el caos y la anarquía.

»No podemos permitir que las acciones de Scallion se conviertan en un precedente para la violación de los derechos humanos fundamentales que tanto hemos luchado por defender.

»Hoy les pido, miembros del jurado, que miren más allá de las emociones y el deseo de venganza. Les insto a recordar que en un sistema legal basado en principios, todos merecen un juicio justo, incluso aquellos que parecen merecer el más severo de los castigos. Por eso les pido que hagan justicia, y condenen al acusado a una vida entre rejas. Eso es todo señoría.

 —Muchas gracias letrado, ahora es el turno de la defensa.

—Honorable tribunal, miembros del jurado, agradezco la oportunidad de responder al argumento presentado por la fiscalía. Es innegable que los actos cometidos por mi cliente son perturbadores. Sin embargo, debemos profundizar en las circunstancias únicas que rodearon este caso.

»Mi cliente, visiblemente afectado por la muerte, no sólo de 300 inocentes si no por la de su mujer embarazada, no actuó de manera consciente y premeditada. Estos trastornos mentales tuvieron un impacto significativo en su capacidad de discernir entre lo correcto y lo incorrecto en ese momento particular.

»Hay que tener en cuenta que el estrés post-traumático y la enajenación mental son condiciones reconocidas por la comunidad médica. Estas condiciones pueden alterar la percepción de la realidad y la capacidad de tomar decisiones racionales. Mi cliente no actuó desde una posición de plena consciencia y, por lo tanto, no puede ser juzgado como un individuo que deliberadamente buscaba hacer daño. En este caso, el estado mental de nuestro cliente al momento de los hechos debe ser considerado como un factor atenuante.

»Además, debemos recordar que el objetivo del sistema legal no es solo castigar, sino también rehabilitar. Les recuerdo, miembros del jurado, que mi cliente se entregó voluntaria y pacíficamente a las autoridades. Su disposición para enfrentar las consecuencias de sus acciones y buscar la redención debe ser considerada al tomar una decisión justa y equitativa.

»Por este motivo, les pido, miembros del jurado, que consideren la influencia del estrés post-traumático en las acciones de mi cliente. No podemos ignorar las circunstancias excepcionales que rodearon este caso. Les insto a que hagan justicia, no solo a través del castigo, sino también a través de la comprensión y y la rehabilitación. Eso es todo señoría

—Muy bien letrado, puede retirarse.

»Señoras y señores del jurado, les insto a que se retiren a la sala de deliberaciones para considerar su veredicto en este caso. Les recuerdo que su deber es llegar a una decisión justa y basada únicamente en la evidencia presentada durante el juicio. No permitan que ningún prejuicio o influencia externa afecte su deliberación. Que la justicia prevalezca.

 

Estos han sido los argumentos de los abogados, las opciones que encauzarán mi siguiente relato son:

1º Scallion merece la pena de muerte, no se puede consentir esto.

2º Scallion merece 30 años de prisión y ayuda psicológica.

3º Scallion es inocente como un corderito, hizo bien en quitar a Pox de en medio.


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