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Kandora

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NoviembreNocturno
(@noviembrenocturno)
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Carta de Miguel Quintero. 

 

“Documento transcrito por Nemesio S. Liuth, becario de la universidad de Miskatonic y realizando la Licenciatura de Bibliotecología en dicha universidad. 17 de diciembre de 1028”

Tobías,

Tengo un ticket en mi bolsillo. Rosado y amarillento a la vez, como si hubiese pasado meses en al sol, con números desdibujados. Su tinta es aun legible, borrosa como es, y pone “Billete del Expreso a [Censurado], 11/07/1918”. Es el mismo billete que me mandaste hace unos días, nuevo y radiante, cuando me ordenaste que me pusiera con el proyecto de Gladis de hacer una guía turística del interior del país.

 

Cuando llegue, el lugar era normal. Un circulo de casas, más una barriada para gente de ciudad como nosotros, con calles estrechas y monótonas, incapaces incluso de dejar pasar un autobús. Las baldosas resonaban mis pasos hacia la única taberna que hay, un tugurio que apesta a pescado podrido y humo barato, donde mi entrada despertó las pocas sutilezas insultantes de los campechanos pueblerinos. Paletos con solo una fosa de mierda donde caerse muertos, pendientes de una radio pútrida y maleante, pero que sirve como único augurio civilizatorio en este lugar de mala muerte. Sus gruñidos estáticos me arrancaban dolorosos chasquidos en mi cabeza, pero ahora se han vuelto una melodía constante en mi mente. Casi puedo distinguir las voces que tiene tan embrujado a los hombres inertes, pero aún permanece más como un susurro musical que una conversación.

 

Desde entonces, las calles se alargan, se retuercen y los pasos que daban al exterior se cierran sobre mí. No es como si apareciesen de repente, de la nada, y fuesen cubiertos. No, nacen nuevas calles, puñeteros nuevos edificios en líneas que no debería haber en un sitio tan pequeño, reproduciéndose en obscenas siluetas contra mi cordura. Este pueblo de mierda, no, esta ciudad de mierda no debería estar aquí. Cada calle es una repetición, quitando detalles que amenazan mi cordura y cualquier simetría o similitud a la anterior. He intentado trazar mis pasos, sin éxito, pero ahora lo hago como una terapia contra la locura que me amenaza.

Tengo aun tu ticket en mi bolsillo, Tobías, pero no creo que me dejen salir.

 

Lukas E. Worth

“Anexo: La carta viene con una serie de dibujos en múltiples hojas, dibujadas con una serie de materiales [Carbón, tinta, sangre y excrementos, para definir las más comunes]. Estos dibujos son repeticiones constantes y sobrepuestas de configuraciones urbanas.”

 

“Pos Data: Tras recibir esta carta, el señor Tobías Arthur Goldfinch inició su propio viaje, con la colaboración de la universidad. Nemesio S. Liuth actuó como liasson entre Goldfinch y la universidad, transcribiendo lo acontecido en la ciudad. Para más detalles consultar el Archivo #16081995/Kandora.”


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Peich
(@peich)
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Diario de Tobias Arthur Goldfinch.

 

Madrugada del 27/12/1918.

Acabo de tener un sueño... ¿era un sueño?, parezco un niño buscando a sus padres durante una noche de tormenta... Estaba tan alterado que he tenido que ponerme a escribir para poder calmarme, era esto o lanzar a la vía al chucho del demonio que tiene por mascota mi vecina de compartimento. Maldita sea, ¿Qué me pasa?... tal vez repasarlo desde el principio me ayude.

Hace unas horas me retiré a descansar, la fatiga tras la organización del viaje me hizo cerrar los ojos pronto, lo poco que cené fue para mostrar una obligada cortesía al servicio del vagón restaurante por lo que descarto que la comida se me indigestara...

 

Y empecé a soñar...

Acababa de llegar a la estación de tren e iba camino del hotel, dirigiéndome hacia la parada del autobús mientras consultaba las indicaciones que anoté en mi libreta.

Cuando llegué, vi alarmado que ninguno de los horarios ni los destinos de los autobuses coincidían con el panfleto que me dieron en la universidad... nada que no se pudiera solucionar preguntando en la estación, sin embargo, llamó mi atención una anciana que parecía encontrarse en mi misma situación. 

Tras escuchar como se quejaba con amarga desesperación, me sentí obligado como buen caballero que soy a tranquilizarla, la dije que aguardara mientras iba a consultar cuál era el problema. Agradecida, se quedó esperando en la parada mientras yo fui a buscar la taquilla. Al entrar de nuevo en la estación, no sólo encontré las oficinas cerradas sino que de repente... parecía que todo el recinto había sido abandonado durante años.

¿Qué demonios?... el viento abría y cerraba las ventanas provocando un ruido atronador y las ratas huían de mí mientras caminaba sin rumbo por el vestíbulo. Alarmado, salí rápido y fui a buscar a aquella anciana. Ella aguardaba paciente y al explicarla que toda la estación estaba vacía... reaccionó con una tranquilidad que me heló la sangre.

 

-Oh bueno, no se preocupe joven. Vendrán a recogerme enseguida, si usted lo desea, podemos llevarle al centro de la ciudad...

Confundido, no supe qué contestar. ¿Cómo que venían a recogerla?, acababa de decirme que quería coger el autobús... pero antes de que pudiera tan siquiera preguntarla, un coche llegó y paró delante nuestra. Se trataba de un Ford T negro, techado y sin nada fuera de lo normal salvo que... no podía ver a través de sus ventanillas ya que eran anormalmente oscuras.

La anciana caminó hacia la puerta del conductor y la abrió, una mujer vestida con ropa de chofer se bajó del coche y  la saludó afectuosamente, luego la ayudó a meter su equipaje de mano en la parte de atrás. Después volvió con intención de sentarse de nuevo en el habitáculo del conductor pero antes, me miró y sonrió de manera pícara... una mirada de ojos negros y profundos, con destellos de relámpagos púrpuras que me absorbían y me hicieron sentir cayendo en el vacío.

 

-Vamos joven, suba.

Espetó suavemente la anciana haciéndome salir de mi estupefacción. La chofer ya se había metido en el coche y no podía verla por los cristales, la anciana volvió a decirme.

-Suba...

Fue entonces cuando abrió la puerta trasera del coche y una garra de oscuridad salió de este, una oscuridad que cegó mis ojos y entró en mis pulmones, ahogando mis gritos terror...

 

Desperté hace poco menos de una hora en la cama del tren empapado en sudor, un perro ladraba como un poseso en el compartimento contiguo y la silueta uniformada de un empleado de la compañía ferroviaria, llamaba a mi puerta preguntando si me encontraba bien... 

Debo tener los nervios descontrolados por este viaje y querer tenerlo todo atado. Una píldora debería tranquilizarme para poder dormir... todavía queda un largo camino. 

¿Qué parte de"Cthulhu R'lyeh Ph'nglui mglw'nafh wgah'nagl fhtagn" no has entendido?


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fipw
 fipw
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14 de diciembre, 1914.

Ciudad de Arkham.

Oficina de control sanitario:

 

Notamos con preocupación en incremento en los reportes sobre anormalidades en, por decirlo así, el ambiente de toda la ciudad. El incremento en los vapores expelidos por fábricas y los ahora populares automóviles no bastan para explicar los fenómenos recientes, que incluyen afectaciones nerviosas en personas de todas las edades, esto es, provocan pesadillas, visiones, confusión, y un alarmante incremento en los casos de histeria, incluso entre hombres, y que además parecian completamente saludables hasta hace unos meses.

Hemos asignado los recursos suficientes y solicitamos la apertura inmediata de investigaciones que nos permitan solventar la situación, antes de que resulte en una alarma pública con consecuencias imprevisibles.

 

Charlie Kane

Alcalde de Arkham


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Peich
(@peich)
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Extracto del diario de Tobias Arthur Goldfinch (La fecha se encuentra tachada varias veces)

Las cosas no encajan desde que bajé del tren. No he conseguido averiguar gran cosa sobre el paradero de Lukas, pero empiezo a entender que cuando escribía sus cartas no se había pasado de beber whisky de contrabando.

Caminar por esta ciudad es como hacerlo por el plano de un arquitecto que borra cada esbozo, lo arruga, lo tira y empieza desde cero… las calles cambian de sitio en un abrir y cerrar de ojos. Creo que empiezo a distinguir un patrón en los mapas de Lukas, pero…  el tiempo, ¿en serio tres meses?, ¿por qué tengo un bote de ansiolíticos en la mesilla de mi habitación? sin embargo, eso no es lo peor.

Cada vez que estoy frente al espejo, hay un hombre que me mira, me imita, se disfraza con mi ropa y le veo... viviendo mi vida. Me ha llevado tiempo atrás, cuando viajaba por el mundo en las expediciones de la universidad, cuando gané el premio a la mejor investigación, cuando perdí a...

Todo el mundo le quiere, todos desean conocerle, le llaman “el Triunfador”, pero aunque le admiren… vigila, desconfía, solo quiere salir corriendo y mandarlos al infierno, después me mira de nuevo… y no soy capaz de aguantar su mirada.

¿Por qué vine aquí? ¿Por qué abandoné todo?... Ese no soy yo, ese no soy yo…

 

https://www.artstation.com/artwork/3a3yg

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Archivistas de Miskatonik
(@nemesio-s-liuth)
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“Informe realizado por Elizabeth Wallstrife, Licenciada de Bibliotecología y recién nombrada asistente de Archivo, para el doctor Albert N. Yashis . 28 de marzo de 1940.”

 

Tras las experiencias causadas por el declive económico de la universidad, causado por la tragedia de la crisis económica y la guerra en Europa, se abrió la biblioteca al público general y, con ello, el Archivo para recaudar más fondos. Desgraciadamente, la junta de la Universidad no aceptó mi petición de múltiples guardias de seguridad para defender los documentos del público, por lo que hemos tenido una…plaga de individuos maleducados que han desorganizado de manera obscena nuestra documentación. Hojas rotas, intentos de calcar imágenes ocultas de libros con más de medio siglo de antigüedad que acaban con manchas de tinta y, dios, los peores son los detectives…Tantas manchas de café. Bueno, estas quejas son abundantes en el resto de informes, por lo que he decidido ponerme a organizar estas cajas. He empezado por el Archivo #16081995/Kandora, ya que fue el primero que hice durante mi estancia aquí como becaria. Curiosamente, me he encontrado que toda la correspondencia del señor Nemesio S. Liuth mantuvo con la universidad parece haberse disperso por los archivos. Principalmente, por los departamentos de ocultismo y arquitectura. Raro, pero mientras no atraiga “intrusos” indeseados, no me voy a molestar por la excentricidad de este orden. Al contrario, anotaré los diversos descubrimientos que este desorden ha atraído.

 

Anexo los siguientes documentos recuperados y descubrimientos:

[Carta enviada por Nemesio S. Liuth al Director del Departamento de Ocultismo, doctor Roger Callem, reconocido como el principal receptáculo de la correspondencia.]

Mi estimado profesor,

Me encuentro en lo que solo podría definir un infierno. Los planes del señor Goldfinch parecen haberse truncado más allá de la imaginación, pero ¿Quién puede culparle?. Esto está más allá de lo que imaginábamos que podía ser.

 

Para empezar, hubo una evidente dicotomía en la carta del señor Worth. Esto no es el extraño pueblo del que nos hablaba, no. Esto es una ciudad. Un amasijo de hierro y piedra que se alza de la oscuridad de un rio -que por todas las guías no debería estar aquí-, que rodea el lugar en un abrazo profundo. Además, a pesar de mis esfuerzos, no logró recordar como hemos logrado llegar hasta donde estamos. Lo único que logro evocar es un sueño de una oscura garra en un coche sin identificar, la risa de mil voces al mismo tiempo y el tranquilizador sonido de plumas sobre el papel. Más allá de eso, no recuerdo cuando nos alojamos en este motel ni como atravesamos las carreteras de la ciudad.

 

Los primeros días los pasamos de exploración. Una tarea ardua por la irrisible incomprensión de las avenidas y calles, que se desdibujaban según las atravesábamos. Me recomendó usted que no parase de describir y escribir lo que viese, pero al regresar al hotel solo tenía la extraña sensación de la ausencia de calor en mi cuerpo y la presencia de sudor en mi espalda. Mi cuaderno estaba lleno de garabatos sobre carne, maravillas y la misma oscuridad. Se lo envío como adjunto, en esperanza de que su conocimiento en lo oculto pueda desvelar algo.

 

Spoiler
Garabatos de Nemesio

[“Carne hecha piedra hecha hierro hecha sueños hecha oscuridad. Dientes marcando e iluminando calles. Trampas de esplendor dorado, alzándose como dedos trepidantes hacia el cielo en plegaria.

 

Sangre corre por las venas de esta ciudad. Dorada para soñadores, blanca para ilusos, roja para creyentes. Ella mira y se ríe, cambiando arrugas por piel fina por ojos de alabastro por inocencia encarnada. El escribe. La Casa de los Belgas se Alza. La Casa de los Belgas sueña.]

 

Sin embargo, lo peor son los transeúntes y habitantes. Por ahora, he identificado dos tipos. El primero son normales, en apariencia y actitud. Normalmente letárgicos, responde de malhumor a tus preguntas, manteniendo su cabeza baja y sus ojos en sus tareas. Sonámbulos de sus labores proletarias. El segundo son la anomalía, algo que nos encontramos en los caminos retorcidos de la ciudad.

 

No tienen apariencia, no como tal. Son pedazos de carne con amagos caras, si los miras por el lateral de tus ojos, pero si los miras directamente te parecerán sonrientes transeúntes, algunos incluso te saludan. Intenté hacer un esbozo de sus caras, pero…de manera inquietante encontré un autorretrato extremadamente preciso. El señor Goldfinch parece haber sido sacudido especialmente por un encuentro en especial, el cual ha empezado a denominar el “Triunfador” entre murmuros. Temiendo por su salud mental, le presté algunas de las botellas de tranquilizantes que me indico que trajese, sabiamente.

 

Esperé, estúpidamente, que eso le aliviase. Fui un imbécil por no considerar que la amenaza, por proveniente del reino de lo oculto que fuese, pudiese ser real. Cualquier sospecha que tuviese, se hizo real la otra noche. En un amago casi instintivo, entré en el cuarto del señor Goldfinch y encontré a uno de esos seres, acompañándole. Estaban sentados, uno delante del otro, con el señor Goldfinch tocando la superficie de su rostro, como si fuese arcilla siendo moldeada. Ambos se giraron para mirarme al entrar. Ambos con la misma expresión.

 

En muchos de nuestros documentos, he encontrado la expresión “huir o luchar” como reacción al horror. Al parecer, mi cuerpo, al contemplar esa enorme y extraña sonrisa en el rostro de mi acompañante, decidió luchar. El impacto de mi puño se sintió demasiado sólido, atravesando una capa suave para después encontrarse con el afilado cuchillo de hojas bajo la carnes. Por suerte le golpeé con la izquierda, ya que en el caso contrario no le estaría escribiendo debido al daño que hubiese recibido. Mis nudillos se encontraron con un chasquido de mecanismos que cortaron la carne y atravesaron cartílago con demasiada facilidad.

 

Al parecer, nadie se lo esperaba, ya que Goldfinch se encontró despierto de su estupor y la criatura cayó al suelo, temblando y removiéndose como uno de esos pacientes con ataques de histeria. Antes de que pudiese hacer nada más, cogí al señor Goldfinch y me lo llevé a mi cuarto, cerrando tras de mi a la abominación en los aposentos de mi acompañante.

 

Fue una de las noches más horrendas de mi vida, escuchando el repiqueteo de mecanismos rotos y carne golpeando contra mi puerta en una cadencia mecánica, si no fuese por el chasquido cárnico que le seguía. Sin embargo, no ocurrió nada. No se atravesaron las defensas de la puerta, ni hubo extrañas visitas en la noche. No, eso se reservó a la mañana siguiente, cuando un sobre fue dejado, inocentemente, en la enorme mancha roja que quedó en el cuarto de Goldfinch. Se la remito.

 

Spoiler
Carta ensangrentada

[La originalidad es algo que apreciamos. No es algo que solamos ver y, por ello, es valiosa. Queremos cenar y discutir sobre el señor Worth. Mañana a las ocho de la tarde.

Firmado, Lady B.]

 

No se que haremos con la carta, pero evidentemente es una trampa. Una promesa de información, pero puedo oler la sangre. Literalmente. Cuanto pueda, le enviaré más sobre nuestro progreso.

Su buen amigo,

Nemesio S. Liuth

[Addedum: En la sección de Arquitectura en la que encontré el documento, he encontrado a lo que se refiere el señor Liuth en sus, supuestamente, locuras. La Casa de los Belgas fue un grupo de estudiantes de esta universidad, en un conato de club de caballeros elitista, que intentaba promover proyectos hechos por sus miembros a las administraciones públicas. No hay nada que indique que tuviesen cortes ocultos o paranormales -a no ser que consideremos la pedantería una nueva señal de lo sobrenatural-, pero investigaré más.]

Esta publicación ha sido modificada el hace 2 años por Archivistas de Miskatonik

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Peich
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Diario de Tobías Arthur Goldfinch, 3' entrada:

El Sr Liuth ha precisado atención médica para su mano, la herida tenía un aspecto horrible. No le he dicho que me molesta de sobremanera que espantara a mi doble, no sé cuáles eran las intenciones de este pero, ahora soy consciente del hombre en el que me he convertido.

Anabelle, estoy recorriendo un camino que no imaginaba ni en el más extraño de mis sueños. Yo quería cambiar el mundo y ha sido el mundo quien me ha cambiado a mí; He apartado de mi lado a todos a los que alguna vez importé, obsesionándome con recuerdos sin sentido que ni siquiera siento como míos, por eso... también te perdí a ti.

Aunque Liuth piensa que la carta dejada en mi habitación nos llevará directos a una trampa, yo necesito encontrar respuestas. Tal vez quienes están detrás de todo esto, sepan cómo puedo reparar el daño que he provocado a mis seres queridos.

Ya me han mostrado su poder, el hombre del espejo me enseñó la llave de la puerta, la misma que susurra promesas de conocimiento infinito y que tantas veces he intentado cruzar desde que llegamos a esta ciudad; la misma que desaparece ante mis ojos cuando intento abrirla, mientras imploro a quien está tras el umbral que me permita entrar. He podido contemplar presente, pasado y futuro, no pararé ahora que estoy tan cerca.

Creo que... no pasará nada por que aderece la infusión nocturna del Sr Liuth con unas gotas de ese maravilloso láudano que le han recetado.

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Archivistas de Miskatonik
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“Informe realizado por Elizabeth Wallstrife, Licenciada de Bibliotecología y recién nombrada asistente de Archivo, por el doctor Albert N. Yashis . 31 de abril de 1940”

 

En lo que se refiere a mi misión autoinfligida de localizar todos los documentos relacionados con el Archivo #16081995/Kandora he de informar el hecho de que no ha habido muchos avances. Puede ser que los documentos se encuentren en algún hueco de la biblioteca y del archivo, todos juntos, o que mi misión se haya truncado por el hecho de colocar al chauvinista de Alexander como jefe de la sección de arquitectura. No voy a comentar mis quejas hacia él -ya he abierto 23 peticiones debido al hecho de que no deja ir a Lawrence al baño de los archivos por ser de una etnia distinta, cuando sabe que se necesitan subir cinco pisos hasta los únicos baños para gente de color-, pero estoy segura de que me esta saboteando. Bueno, el asunto…he recabado, por fortuna de los Antiguos, un nuevo documento. Sin embargo, esta ligeramente dañado por los años y algunos puntos son indescifrables.

 

[Carta enviada por Nemesio S. Liuth al Director del Departamento de Ocultismo, doctor Roger Callem]

 

Estimado doctor Callem,

Me temo que mis sospechas de que la ciudad esta afectando de manera grave al señor Goldfilch se han vuelto reales. Sin mi consentimiento y de manera ladina, introdujo sedantes dentro de mi medicación. Cuando quise darme cuenta, nuestro asociado se encontraba en marcha, montado en una negra limusina. Marché con prisa tras el coche, pero, lógicamente, no pude mantener el ritmo. Esta es otra curiosidad respecto a la ciudad, nunca hay tráfico. A pesar de tener la misma magnitud de otras grandes urbes de nuestro país, no parece tener la misma fluidez de personas. Por ello, pude perseguirlos sin dificultad hasta que los perdí de vista.

 

Sin el coche en mi campo de visión, quedé solo y abandonado en la horrenda urbe, rodeado por silenciosos, pero iluminado, edificios. No es extraño que diga…nunca me he sentido más solo en la vida. Aun así, mi deber hacia mi compañero no se detuvo ahí. Corto de respiración y agotado, encontré nuevas fuerzas en el terror que probablemente me esperaba si decidía quedarme quieto. No, mantuve el paso, rezando que la suerte me llevase hacia el lugar en el que el evidente arquitecto de esta monstruosidad había invitado a nuestro colaborador.

 

Y, en medio de la calle, como en una distorsión de esa novela de Alicia en el mundo de las maravillas, alguien me esperaba. Sentado en una pequeña mesa, se encontraba un [Imposible de transcribir]. Sus ojos me penetraban con la aburrida y detestable mirada de un profesor mal pagado, obligado a trabajar con los más deficientes de la clase.

 

[Los siguientes párrafos han sido dañados, pero hay algunas partes que se pueden transcribir].

 

Seguí al autodenominado financiador de este sueño, quien marcaba un paso rítmico y sinuoso por las calles. Las aceras pasaron de asfalto a gravilla a tierra y de pronto a piedra. Las calles se fueron retorciendo, haciéndose más y más estrechas, pero también más bajas. Pronto, dejando la enorme oscuridad reinar sobre nuestras cabezas, los edificios dieron paso a meros muros de piedra, construidos en la misma forma que los cementerios católicos europeos. Me habría parado a leer los grabados, pero temía que el hombre me dejase solo.

 

[Imposible de transcribir]

 

El agujero se abría como una boca hambrienta, sin ninguna marca de humanidad en su interior, excepto las escaleras que descendían a la penumbra. Sentía la claustrofobia arañar mi estómago, pero la mano de mi horrendo acompañante me forzaba a bajar. En ese momento, estaba seguro de que me acercaba a mi muerte.

 

[Imposible de transcribir]

 

Sus cuerpos se encontraban suspendidos desde lo más alto de la cueva, sus brazos estirados hasta ganar el horrendo y deformado aspecto de ramas. Los tubos de hierro y cristal, que atravesaban sus venas, se rompían con los estallidos de dolor en los que los más recientes parecían convulsionar. Sin embargo, la luz que esos tubos, si no venas, desprendían…Una hipnótica y repentina configuración de colores, imposible de descifrar con mi propia concepción del mundo. Note mis pantalones húmedos y mi propio cuerpo temblar en gloriosa comunión con ese espectáculo. Pero, de nuevo, mi acompañante regresó con una muestra de crueldad. Su larga mano me golpeó en la mejilla y noté el frío beso de huesos afilados contra esta. Mi mano estallo en escarlata cuando la rocé.

-No te he traído para ser testigo de los soñadores o el alimento de los arquitectos, joven archivero. -dijo, con una voz que hacía temblar los límites de la oscuridad. Malicia encarnada era lo único que lo podría describir- No…Tu exterminarás un tumor para mi…-añadió, con sus manos arrastrándome hacia zonas más profundas.

 

[Imposible de transcribir]

 

El cuerpo de Lukas Worth descansaba entre mis brazos, temblando. Huecos rosados se abrían en sus venas, pero no era sangre lo que destilaba, no. Era el mismo líquido multicolor, estallando en luces impropias de nuestra realidad al salir al aire. Por unos segundos, mi lengua se engordó en mi boca y mis encías gruñían ante el esfuerzo de mantenerse cerradas. El ser que se había disfrazado de [No se puede transcribir] me miraba ahora con delicioso entretenimiento.

-¿Por qué? Por que este hombre sabe lo que es una “ciudad” para los humanos. -comenta, encogiéndose de hombros- No habla de sus formas, de sus sueños o de sus historias. Algo que serviría para escribir más sueños para Aquellos Que Descansan. No, conoce el existir en una de esas horrendas metrópolis, llenas de humanos, sudor y excrementos. Y, eso, no es algo necesario para nosotros -comentó, entretenido, mientras el frío augurio de la mañana se alzaba.

 

[Imposible de transcribir el resto]

 

Este documento debería haber sido archivado de manera más eficiente. Esto es un pecado capital y espero que haya repercusiones por ello. Cuando hay referencias de actos sobrenaturales de este nivel, el Archivo debería haberlo puesto en la Sección 5 y no dejar que cualquier imbécil lo vaya tirando por ahí, solo probar que unos genitales masculinos -no importa lo pequeños que sean- lo hacen más digno de trabajar aquí que el resto de sus compañeras. Y, dioses saben, que no pienso comerme este estropicio yo.

 

Investigaciones se han solicitado al departamento de Ocultismo.

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Peich
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Diario de Tobías Arthur Goldfinch, 4' entrada:

No sé en qué estaba pensando… drogué a Liuth y me presenté en el lugar que indicaba la carta. Esperé allí, intentando mantener la calma mientras las calles se movían a mí alrededor y al fin, un Ford T negro llegó a mi encuentro. 

Tuve la corazonada de que era el mismo coche que vi en mi sueño del tren. Casi me da un infarto cuando quién conducía, descendió del vehículo, abrió la puerta de pasajeros y me saludó... En efecto, era la chófer de mi sueño.

Empecé a dudar de si hacía lo correcto, pero preferí no pensarlo o saldría huyendo despavorido. Iniciamos la marcha y la mujer me preguntó si mi estancia en la ciudad estaba siendo de mi agrado, fue difícil encontrar palabras para describir todo lo que venía sucediendo desde que salí de Arkham.

Después, me explicó que los suyos llevaban tiempo buscándome y que mi talento no podía caer en manos de los arquitectos… yo no sabía de qué demonios estaba hablando y cada vez me arrepentía más de haber acudido a aquella cita. También me reprendió por haber hecho caso a la carta, ya que tuvo que apresurarse para poder recogerme antes de que lo hicieran quienes realmente nos habían convocado.

Al notar mi inquietud, comenzó a hablarme con una voz dulce y tranquilizadora. De pronto estaba sentada a mí lado derecho, susurrándome al oído… ¡Pero también la veía conduciendo el coche! Me decía que todo iría de acuerdo a lo planeado y entonces, sentí como desde el otro lado, unas manos me desabrochaban la camisa y empezaban a acariciarme por debajo de la ropa, era ella de nuevo por tercera vez, sentada a mí izquierda… No podía moverme y entonces, la que conducía se levantó y se sentó sobre mí a horcajadas mientras el coche seguía en marcha. Apoyó su frente en la mía y dijo: "déjame entrar"… cerré los ojos.

Al abrirlos…  estaba en una playa, me había convertido en un niño y jugaba junto a una niña saltando las olas, alguien nos llamaba y una ola me tragó...  al salir a la superficie, estaba en una cena de gala y debía de tener diez años,  escondía una carne asquerosa bajo el servilletero y una chica se reía desde el otro extremo de la mesa... En otro abrir y cerrar de ojos, bailaba junto a una joven de unos quince años tal vez... Luego, me vi en la biblioteca de la universidad, estudiando junto a esa joven, ya convertida en mujer. Me lanzó un bote de tinta a la cara y... Tras limpiarme los ojos y poder volver a abrirlos, estábamos en una habitación, desnudos sobre una cama mientras ella cabalgaba encima mía. No pude controlarme y en un arrebato, la tumbé y me puse encima suya, la embestía con pasión mientras ella entrelazaba sus piernas con las mías, gemía y clavaba sus uñas en mi espalda… hasta que todo terminó en un estallido compartido.

Tras recuperar el aliento, se giró hacia mí y besó mi hombro, entonces susurró: "esto es solo una muestra de lo que has olvidado, naciste onironauta al igual que nosotros, pero únicamente los que tienen tus capacidades pueden llegar a la llave. Encuéntrala y llévala ante los tuyos, te recibiremos con los brazos abiertos, amor mío".

Me besó en los labios, a la vez que bajó mis párpados.

Desperté en la parte trasera del coche sin ser capaz de articular palabra, ella estaba en el asiento del conductor y me indicó que habíamos llegado. Bajé del vehículo, encontrándome una enorme mansión de estilo victoriano delante mía. Me recomendó que no hiciese esperar a mis anfitriones y mientras seguía con las manos en el volante, me clavó su mirada con destellos púrpuras hasta que la oscura ventanilla, fue subiendo lentamente y la ocultó tras ella. Después, arrancó el motor y el coche desapareció en la negrura de la noche.

Respiré hondo y me dispuse a llamar a la puerta de la mansión, ignorando todavía qué me esperaba tras el umbral...

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Archivistas de Miskatonik
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Transcripción de la entrevista realizada a Elizabeth Wallstrife, Licenciada de Bibliotecología y asistente de Archivo, por el dr. Albert N. Yashis, Director del Archivo, sobre la recuperación de documentos del Archivo #16081995/Kandora tras el incidente del 25 de junio de 1940.  15 de julio de 1940. [Solo para el Comité y el Administrador]

 

Dr. Albert: El comité no se encuentra muy contento por las acciones que realizó ese día, señora Wallstrife.

 

Ms. Wallstrife: Oh, supongo que el Comité hubiese preferido un nido de esas…cosas en los archivos y en la biblioteca. Habría sido un gran incentivo para la vida universitaria. Ya me imagino el slogan. [Con tono burlón] “VENGAN A CIENCIAS DE BIBLIOTECOLOGÍA, DONDE SE CONVERTIRÁN EN TRAJES DE PIEL PARA ENTIDADES INSECTOIDES.” [Con tono más asqueado] Precioso.

 

Dr. Albert: Oh, no. El Comité agradece que actuará así contra esa criatura, simplemente desaprueba que utilizase… un coctel molotov en las inmediaciones de nuestra más valiosa documentación. Honestamente, creo que su puntería debería de haber sido encomiada, la verdad.

 

Ms. Wallstrife: [En un gruñido] Al menos alguien lo agradecería…

 

Dr. Albert: Bueno, el asunto es que aún tenemos varias incógnitas sobre como se coló esa criatura en el cuerpo del señor…Alexander Holmes. ¿Podría explicarnos como dedujo que una entidad de origen eldritch había poseído al jefe del departamento de arquitectura del archivo?

 

Ms.Wallstrife: Se comportaba como una persona decente.

 

Dr. Albert: ¿Pe…perdone?

 

Ms. Wallstrife: Lo que ha escuchado. De repente, era una persona decente. No insultaba al personal de limpieza, dejaba su escritorio limpio, no dejaba esos horrendos platos de queso en la zona de descanso y…lo más horrendo y sospechoso es que le tiraba los tejos a Lucy.

 

Dr. Albert: Ah…¿Se refiere a Lucy Montiek, la interna de…política social?

 

Ms. Wallstrife: Cuide ese tono. La señorita Montiek es una especialista de narices en la situación de los nativo americanos y los problemas sociales de los latinoamericanos en las comunidades urbanas americanas. Sin ella, el problema que tuvimos con esa banda de desarrapados que se llevaron la colección de diarios Lucius Maquiato en las Tierras Oníricas.

 

Dr. Albert: Nunca supe de que iba el asunto [Es interrumpido]

 

Ms. Wallstrife: Toxicómanos. Drogatas. Yonkis. Amantes de la marihuana. Básicamente, un grupo de estudiantes disfrutaba leyendo pasajes con varias caladas. ¿Seguimos con lo importante?

 

Dr. Albert: Si, el comportamiento decente del sr. Holmes.

 

Ms. Wallstrife: Si, le tiraba los tejos a mi amiga, una mujer afroamericana. Algo que ese racista no habría hecho en su vida. El asunto es que lo pille en un amago de romance forzoso, bueno, lo que parecía uno. La tenía agarrada contra una de las mesas, metido entre las piernas como un vulgar cerdo, así que hice lo que toda mujer haría en esa situación. Golpearlo con la cosa más pesada que pude encontrar…Que en este caso fue el quinto Volumen de “Amantes de la Antigüedad”. El hecho de que la piel cediese ante el golpe me alertó de que esto no era el típico caso de intento de violación.

 

Su piel se rompió y los orificios que debían de ocupar su boca y ojos se desplazaron a un lado. Uno esperaría chorros de sangre y el violento tono rosado de la musculatura, pero no…Lo que había eran ciempiés. Una miriada saliendo, como aspirando por primera vez aire, y retorciéndose ante la luz de las lámparas del archivo. Honestamente, no podré volver a comer fideos por una temporada.

 

Tarde unos segundos en reaccionar y lo único que hice fue coger a Lucy y salir como si el demonio nos estuviera mordiendo los tobillos. Por supuesto, esa cosa no se contentó con desaparecer en la noche y empezó a perseguirnos. Abandonó todo amago de humanidad, corriendo a cuatro patas, pero…No como lo haría un mamífero. No, se movía como uno de esos insectos que saltan, golpeando su espalda contra las zonas más bajas del archivo. Honestamente, si no fuese por los techos bajos nos habría pillado en nada.

 

El asunto es que, se bastante bien, que el dr. Rosemary guarda una botella de vodka en su despacho. Dios sabe que esa mujer, por muy directora de documentos que sea, le gusta empinar el codo. Así que corrimos a su despacho, cerramos al puerta y me puse a preparar un coctel molotov. La criatura empezó a romper el cristal de la puerta y, cuando tenía la mitad de su horrendo cuerpo entre el cristal, le pegué en toda la cara con la botella encendida. El resto es una historia para los de limpieza, por los cuales reivindico una subida de sueldo. Dios sabe que se lo merecen.

 

Lo siguiente es historia. Tuvimos una semana de vacaciones, nos aseguramos de limpiar bien el archivo, yadayada…Ahora, sabía que ese…caballero [despectivamente] me había estado saboteando para que no encontrase la documentación de mi actual proyecto. Pero, ¿ahora que sabía que había estado poseído por un enjambre maligno? Oh, boy…Rebusque sus cajones y ahí estaba. Todo el maldito Archivo #16081995/Kandora. Le dejaré aquí la última transcripción que hice, aunque no he terminado aún. La mayoría de los papeles eran previos a los que he ido localizando y he tenido que incluir mi propia investigación.

 

Dr. Albert: Muchas gracias, señorita Wallstrife. Añadiré esta transcripción a la creciente colección y le indicaré que llevé el resto de documentación al departamento de restauración. Con esto aclarado, quiero felicitarla personalmente por su valiente actuación y presentare una recomendación para que se convierta usted en miembro permanente de esta institución.

 

Ms. Wallstrife: [Emocionada] Oh…muchas…muchas gracias. Bueno, si no necesita nada más, me marcharé a…continuar trabajando.

 

[Sonido de tacones y de una puerta cerrándose.]

Dr. Albert: No me gusta intervenciones en mi Archivo, Administrador.

[CENSURADO]

Dr. Albert: [Arrogante y sarcástico] JA. Tienes propiedad de este lugar al mismo nivel que la Universidad, simplemente en un medio material. No tienes derecho a lo que guardamos aquí ni pienso concedértelo. No es tu papel. Tu papel es Administrar, así que cuando pongas a prueba a alguno de nuestros internos no espero daño al resto de esta institución.

[CENSURADO]

Dr. Albert: Ya veremos…

 

[En brillante tinta roja, hay una anotación al margen del documento: LO SABÍA]

 

[Carta enviada por Nemesio S. Liuth al Director del Departamento de Ocultismo, doctor Roger Callem]

Estimado doctor Callem,

 

El señor Worth descansa tranquilo en mi habitación. Nuestro benefactor “curo” las heridas que lo atormentaban, de manera sobrenatural, y nos acompañó a nuestro hospedaje. Allí realizó todo el proceso, del cual no se me permitió tener conocimiento alguno. Simplemente se encerró con el caballero y me dejó fuera de la estancia. Al entrar, el lugar olía a mar y algas, pero nada más inusual había ocurrido en la estancia.

La entidad simplemente me indicó que lo siguiese, con la misma retorcida sonrisa con la que me había arrastrado por los túneles oscuros que recorrían la monstruosidad que finge ser una ciudad. La naturaleza de este lugar es más ritual que realista. Un enlace onírico creado por esta criatura, en petición de una persona. Cuando le pregunté sobre su identidad, simplemente soltó una carcajada y afirmó, y esto lo escribo de manera literal.

 

“Un desgraciado que deseaba encontrarse con la posibilidad de lo que perdió por su ignorancia. Un joven estudiante de su universidad, de hecho, que dedico sus escasos talentos al fino arte de la arquitectura. Desgraciadamente, su falta de capacidades causó decadencia en su forma de vida hasta que sus seres más queridos fueron arrebatados por la circunstancias. Nosotros le ofrecimos llevar a cabo un proyecto. Una ciudad de su propio diseño, creciendo en forma y dimensión, con su pequeño anhelo en su círculo interno. Pero eso es el pasado…”

 

Cuando dijo esas palabras, el mundo tembló. Como si alguien hubiese estado tapando mis ojos, pude ver la verdadera forma de este lugar. La calles temblaban en palpitaciones cárnicas, los cristales depuraban luz y sombras como si fuesen líquidos y el sonido del metal gruñía contra mis oídos con el amargo grito de un recién nacido.

 

“Este sueño ha arrancado todo lo que podía de ese hombre, señor Liuth. Su cabeza llena de diseños de edificios, pero no de gente, sucesos o el mero gesto de la leyes del mundo. No hay poder en este lugar, más allá de la forma. En términos más…metafóricos, esto es una casita para pájaros.”

 

En la puerta de nuestra residencia temporal se encontraba una limusina negra. Una joven salió del coche, o al menos tenía la figura de una. Su traje era el de un profesional del oficio, guardando bajo la tela la forma de una mujer, pero su rostro estaba tan vacío como el del resto de muñecos que recorrían la ciudad. Me abrió elegantemente la puerta y el horror me empujo a dentro, obligándome a entrar.

 

“Y el asunto” dijo, sin entrar en el coche, cerrando tras de mi. “Es que necesitamos a alguien que siga el proyecto. Hemos invertido demasiado aquí como para permitir que esto fracase” El coche arrancó y el gruñido del motor impidió que escuchase que quería decir al final. La ciudad se retorció de mala manera y pronto estaba ante una mansión, como si el mero encendido del motor hubiese sido una señal para hacer que la ciudad se moviese bajo el coche.

 

La puerta se abrió ante mí, dejándome ante la herrumbrosa puerta del lugar. “Vermeulen House”. El edificio era hermoso en su construcción, pero los años habían devorado el brillo de la arquitectura y dejado las sombras de la decadencia en su lugar. El jardín estaba arrasado por malas hierbas, los caminos tenían las baldosas sacadas y las ventanas brillaban con un tono meloso. Lo peor de todo era…que, lo que no estaba contenido por sus muros de piedra, estaba rodeado por un pastizal. Trigo, supongo, que se extendía hasta donde llegaba la vista, perdiéndose en el brillo del horizonte que las luces de la ciudad desprendían. Un horizonte amberino que rodeaba el lugar por completo.

 

No sabía lo que esa criatura planeaba, abandonándome en el corazón de esta pesadilla. Pero, cogí una de las piedras sueltas del suelo y me preparé para entrar…

 

[El desorden causado por esa criatura ha dejado papeles entremezclados, por lo que esto es lo que he conseguido transcribir. He de indicar que, según los archivos del departamento de arquitectura, tuvimos a un Vermeulen en nuestras filas. Se graduó en 1894 y no se supo nada más de él. Tuve que pedir información por teléfono a diferentes archivos municipales. Al parecer, el hombre se casó con una tal Annabelle, la cual falleció, debido a problemas con su embarazo, en 1910. Tuvieron una hija, pero también falleció de neumonía a los pocos meses. Con esta información, sabemos que Vermeulen hizo un trato con una entidad para traer esta ciudad horrenda a la realidad. Sin embargo, la motivación de esta criatura y el pago que se llevó a cabo…bueno, aun no se la real naturaleza de este asunto. Le seguiré informando]


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Peich
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Hola @nemesio-s-liuth si quieres hablamos por Discord para ver qué tienes pensado con la historia... porque ahora mismo no se por dónde salir XD. Un abrazo.

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Peich
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Goldfinch, golpeó la puerta de la mansión y esta se abrió sola con un chirrido penetrante, revelando tras de sí, un recibidor bastante austero y desangelado.

Según caminaba, las luces se iban encendiendo progresivamente a su paso, esto le resultó bastante ingenioso. Las paredes estaban decoradas con planos de dibujo técnico y ruedas dentadas muy ornamentadas. También había varias esculturas de edificios repartidas por el pasillo, las cuales ocupaban pedestales sobre los que normalmente, descansarían estatuas con forma humana.

Era evidente que nadie se encargaba del cuidado de la casa: había polvo y telarañas por doquier, plantas muertas, paredes manchadas en las que se notaban los huecos donde cuadros y muebles ocuparon el espacio en otro tiempo… un esqueleto de rata, terminaba de dar la puntilla a esa inquietante atmósfera.

Al acercarse a la sala de estar, escuchó un sonido rítmico de madera crujiendo, se acercó a la puerta para mirar con precaución y pudo ver como una niña se balanceaba en un caballito de juguete. Cuando entró en la estancia, alguien le habló con voz distorsionada.

- Ven querido, la niña está entretenida. Siéntate conmigo.

- No… no puede ser.

Goldfinch no salía de su estupor, sentía un deseo irrefrenable de sentarse junto a la mujer que tomaba té con pastas, la escena le resultaba extrañamente familiar, pero sabía que algo iba mal.

- La niña no ríe…

- Ven querido, la niña está entretenida. Sién…

¡CRASH!

La Cabeza de la mujer, se hundió hacia dentro debido a la fuerza del impacto recibido por el jarrón que lanzó Goldfinch; piezas metálicas y líquidos de extraños colores, caían al suelo mientras el cuerpo mecánico convulsionaba.

 

Un lento aplauso le guió hacia la habitación contigua, dónde varios hombres estaban sentados alrededor de una mesa redonda, en cuyo centro, se encontraba la maqueta de una ciudad. Algunas partes de su cuerpo no eran de carne y hueso, sino dispositivos metálicos que brillaban con las luces recién encendidas. El que parecía presidir la reunión, le dio la bienvenida.

-Bienvenido Sr. Goldfinch, es un auténtico honor recibirle en la Casa de los Belgas.

- ¿En serio queréis admitir a este hombre? Pero si no tiene ni idea de montar una simple estructura con barro y paja.

- Él ha visto mundo mientras tú te dedicabas a tus perversiones, querido amigo. ¿Has conseguido solucionar alguno de los problemas que tenemos en esta ciudad o sigues perdiendo el tiempo jugando en tu casita de muñecas?

Una mirada de ira, fue acompañada de una bocanada de vapor que salió por uno de los aparatos implantados en su cabeza.

- ¿Quiénes son ustedes? Preguntó Goldfinch.

- Mi buen señor, somos miembros de la sociedad más refinada y elegante de la que nunca habría “soñado” formar parte. Verá Arthur, estamos realmente interesados en proponerle como nuevo miembro de nuestro selecto club. Usted, hace gala de unas capacidades que exceden de lejos las de nuestros miembros más selectos, estamos seguros de que disfrutará de los beneficios que acompañan al ingreso.

- ¿De qué está hablando?

- Verá amigo mío, esta ciudad es una obra maestra y como tal, necesita de las ideas y la fuerza de voluntad que sólo las personas más brillantes pueden aportar. Usted es un hombre de negocios, nunca le ha importado nada ni nadie con tal de conseguir sus objetivos. Sabe leer a la gente y conoce sus emociones, las ilusiones que les hacen levantarse por la mañana y los pesares que les acosan en la noche, sus deseos ocultos y los dolores enterrados en lo más profundo de su ser… eso es lo que nosotros necesitamos para poder seguir adelante con esta maravilla.

-Oiga, no estoy interesado, si me discul…

-Claro que está interesado Sr. Goldfinch, es más… está destinado, destinado a adquirir el conocimiento y compartirlo con nosotros, le guste… o no.

 

Goldfinch hizo ademán de marcharse, pero la niña que jugaba en el caballito, saltó de este y corrió hacia él. Antes de que pudiera reaccionar, los brazos de la infante se alargaron como tentáculos metálicos y se le enroscaron alrededor de los pies, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo.

-Creo que no ha entendido nada Sr Goldfinch… no sólo contribuirá en la obra… también, nos abrirá la puerta.

Los arquitectos, reían de forma burlona mientras Goldfinch intentaba zafarse desesperado. Impotente, solo pudo gritar de dolor al sentir como cuanto más se esforzaba por liberarse, más apretaba su atadura.

A punto de sucumbir al pánico, algo le hizo pensar en un intento desesperado; buscó en el bolsillo interior de su chaqueta y sacó el pequeño espejo con el que se arreglaba la barba durante los viajes. Al mirarse en él, quedó estupefacto viendo como su propio reflejo, tenía vida propia. Le clavaba sus ojos fríamente y negaba con la cabeza... hasta que finalmente gritó:

- ¡Por una vez en tu vida, déjate ayudar!

Atónitos, los miembros de la Casa de los Belgas, vieron como Goldfinch era absorbido por el espejo, quedando solos en la sala junto a la niña mecaní.

-¡Maldición!, ¡encontradle, encontradle!, ¡sacad hasta la última gota de energía a los soñadores, pero encontradle!

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“Informe realizado por Elizabeth Wallstrife, Auxiliar del Director del Archivo. 22 de julio de 1940”

Los documentos del señor Liuth han empeorado según pasa el tiempo. No solamente su letra se ha vuelto más irregular, lo cual me ha obligado a llamar a los del departamento de epigrafía, si no que el papel ha empezado a mostrar propiedades…no características de un documento normal. Sus extremos se han tornado de un color negro cenizo, el cual ha empezado a, lo que solo se puede describir, como empapar. Descubrimos el efecto cuando estaban siendo guardados en envoltorios para su correcto almacenamiento y a la mañana siguiente teníamos bolsas llenas de ese líquido en la sección de documentos antiguos. De nuevo, los de mantenimiento se merecen un aumento de su sueldo.

 

Honestamente, por el contenido de los documentos, no sería extraño asumir que el material del que están hechos los documentos es el mismo del que se configura la ciudad. Esto significaría que tenemos un objeto del mundo onírico, o de un enlace a este, materializado dentro de nuestros archivos. Preguntaremos al Departamento de Ocultismo sobre métodos para mantenerlos o, si todo falla, se lo entregaremos como catalizador o lo que sea que necesiten. Después de todo, nuestra labor es recopilar su contenido. La destrucción del original sería una desgracia para nosotros, pero, finalmente, hay que reconocer el hecho de que a veces pasa.

 

Estas últimas recolecciones son las más cercanas al final de los documentos. Por el hecho de que tengo constancia de más documentación transmitida por el caballero, puedo suponer que tendremos una conclusión satisfactoria.

 

[Continuación de la carta enviada por Nemesio S. Liuth al Director del Departamento de Ocultismo, doctor Roger Callem]

(…)

El edificio me recibió en un abrazo de humedad y polvo. Lo que había sido un orgulloso monumento al diseño gótico había sido derrotado por la podredumbre del tiempo. El mármol se había desteñido y fragmentado, la madera hinchado y roto por lugares que susurraban el chasquido de patas insectoides y el lugar apestaba con el deje del moho. El polvo caía, como las telarañas, como un sudario sobre el cadáver de mejores tiempos.

 

Mis pasos resonaron en la vivienda vacía, marcando mi incertidumbre y desconfianza. Este lugar me había enseñado que las apariencias de tranquilidad podían ser igual de letales que los horrores eldritch obvios. Quizás más.

 

Evidentemente, esquivé como la peste los cuartos oscuros, imaginando con temblores lo que podía descansar entre sus sombras. Por ello, me deslice hacia él lugar más iluminado, donde los rayos de la luna caían por claraboyas rotas. He visto cosas horrendas, monstruosidades y odiosas criaturas entre los recónditos rincones de esta ciudad. Y, ante los dioses, juro que nunca más querré volver a pisar este maldito rincón del mundo. Pero, durante unos momentos, pensé que había merecido la pena. Que todas mis penurias, que el peso en mi cordura que las pesadillas de este sitio se cobrarían, no importaban. Todo por esa aparición. 

 

El lugar había sido un jardín o invernadero, rodeado en una pequeña semicúpula anexa a la casa, pero hacia tiempo que el verde se había liberado de nuestros encierros artificiales. Las delicadas flores habían estallado, dando una vida impropia al lugar, y se bañaban de la luz que el ente desprendía. Una doncella hecha de pura luz de luna, destellos de hermosa blancura que destilaban cariño y amor. Una efigie a la esperanza hecha de cristal, luz y sueños. Mi corazón deseaba, sin poder evitarlo, posar mis manos sobre la delicada figura y apretarla a mi. Llevarmela lejos de este lugar, como si un invasor con una princesa me tratase, y mantenerla solo para mi vista. Al menos, hasta que la criatura elevo sus ojos hacia mi.

 

Las pasiones en mi corazón se ahogaron en un mar de nostalgia y tristeza. No importa cuanto se esfuercen los escritores de generaciones futuras o los grandes artistas del pasado, nadie podría hacer justicia a la desesperación que cargaba esa criatura en sus hombros. Como su mirada cargaba con mil historias, todas rogando por acabar. Y aun así, me sonrió.

 

-Hola, tu debes ser el que [Imposible de describir] ha invitado -Me susurro, con la musicalidad de una noche de tormenta. Como un pequeño pájaro alzando el vuelo, mi corazón empezó a latir y ninguna palabra salió de mis labios. La criatura se acercó a mi, trayendo con ella el refrescante aroma a lluvia y flores- Te estaba esperando. Soy Annabelle.

 

-¿Qué eres? -dije, al fin, y no se porque pregunte eso. Aun en mis noches, mi mente se pregunta si realmente fui yo quien la cuestionó…o fue aquello que duerme en los archivos. Pues, sin duda, si mi boca hubiese reaccionado con las pasiones de mi corazón presente…Bueno, habría hecho un amago de poesía impropio de un académico.

 

-Soy un eco de alguien importante. -replico, con suave desgracia tiñendo sus palabras.- Soy la persecución constante, el anhelo al borde de tu mano, lo perdido y encontrado…Soy una historia repetida por soñadores que rechazan el mundo y la carnada para atrapar al Director de este sueño en particular. -Mi corazón crujió con un peso desconocido, encogido por el peso con el que la criatura hablo. Sus labios, carnosos de una forma que no podría describir, se abrieron en una deprimida historia.- Pero, para usted, soy una mera guía.

 

Pronto, perdido en un trance, caminé hacia ella. Mis labios se abrieron, forzados por la curiosidad y el deseo de aprender que no me pertenecían- ¿A dónde me llevas? -pregunté, alzando mis manos para alcanzar la suya, agarrando solo aíre y sombras. Incluso el chasquido de sus tacones contra el mármol contenía música.

 

-A ver el corazón de este sueño, la colección de soñadores responsable de esta pesadilla -comentó, subiendo al segundo piso, con la penuria de una mártir yendo a la hoguera. Los pasillos se retorcían, abandonando el frío abandono por el pútrido olor de la carne podrida y el vino fermentado. Incluso los colores se volvieron más cálidos. Las paredes fueron decoradas por papeles de un tono burdeos que parecían intentar gritar riqueza y el suelo cambio de una madera endurecida al suave roce de una alfombra. Junto con este cambio de apariencia, el ruido de gruñidos parecía bañar los pasillos.

 

Finalmente, la espectro hecha de luz de luna se paró frente a una puerta, posando un fino dedo sobre sus labios. Un gesto de que guardase silencio. Una ranura abierta de la puerta desprendía invitantes haz de luz al pasillo y la criatura me indicó que mirase. Toda emoción positiva causada por la compañía de este ser se paró y mi boca se secó.

 

Tengo que reconocer que he ido a cenas privadas, donde los académicos disfrutan llevando a novatos para restregar su influencia, colocando la posibilidad de conexiones con otros académicos como cebo para su entretenimiento. Una orgía de desprecios hacia los no presentes, pedantería y un exhibicionismo de prepotencia únicos en su clase. El hecho de que ese cuarto cubierto en carne me recordase a esas cenas es una conexión hecha por mi mente de la cual aun desconozco el origen. El cuarto se encontraba bañado por restos cárnicos, con varios pilares en el centro de una mesa. Lo único de aspecto no orgánico eran enormes tubos que se conectaban a esos pilares, inyectando el mismo líquido que había visto en la caverna. Pestañee, aspirando sin desear el húmedo calor del lugar, ahogándome, cuando me di cuenta de lo que había sobre los pilares. Hombres.

Figuras más hueso y piel que otra cosa, unidas por esa metástasis de carne al lugar. Sin embargo, el más humano se encontraba en el centro de estos. Su cuerpo atado por los metales que inyectaban su contenido a una silla de rueda, como un enfermo terminal. Sus palabras ahogándose en la penumbra, más gruñidos que palabras…hasta que apareció Goldfinch. La charla fue acalorada, esos bloques intentando convencerlo de algo que yo desconocía, y luego intentando atraparlo para hacer que se uniera a esa…repugnante orgía de cuerpos. Hasta que algo brilló en su mano. Al contrario que el resto del lugar, su calidez era real. Era el suave tono de la luz del sol en una mañana de agosto, no el frío resplandor lunar de la aparición o el húmedo y axfisiante agobio de las abominaciones.

 

Un sonido de alivio salió de mi acompañante, que…pareció ganar una apariencia diferente. Su cuerpo era el de una joven ahora, universitaria sin duda, pero también…¿mas mayor? Como si dos imágenes se superpusiesen y cambiara de manera constante entre dos mujeres idénticas en diferentes momentos.

 

-Hemos ganado tiempo…esta no es la conclusión -comentó, elevándose.- Ahora, la cuestión es donde se encuentra su acompañante…-Una mano me agarró la mia, fría como la tumba y me empujo a seguirla por los pasillos.

[P.D: Hay un rallón en la parte de las preguntas de Liuth al espectro que me preocupa. ¿A que se refería con algo en los archivos? Y, el asunto, es que yo no he realizado esa fragante infracción al protocolo del archivo. ¿Habría sido la criatura que ocupaba el cadáver de Holmes?]


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Peich
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Ten un beso en la frente,

y, al alejarme de ti ahora,

déjame confesar sólo esto:

no estás equivocada si piensas

que mis días han sido un sueño;

más si la esperanza ha volado

en una noche, o en un día,

en una visión, o en ninguna,

¿acaso se ha ido menos?

Cuanto parecemos y vemos

sólo es un sueño dentro de otro sueño.*

 

Diario de Tobias Arthur Goldfinch, 5ºentrada:

Cuando ya creía que esos seres mitad hombre, mitad máquina iban a matarme, escuché una voz que gritaba desde el bolsillo de mi chaqueta.

En un impulso, saqué el espejo que ahí guardaba y al verme reflejado en él… me di cuenta que quien alzaba la voz era esa parte de mí de la cual he renegado durante años, la que me obligué a enterrar por su debilidad y no ser capaz de luchar por sí misma… y sin embargo, a pesar de mi infinito desprecio, me tendió la mano para salvarme de aquel peligro mortal.

 

No soy consciente del tiempo que pasó, pero desperté tirado en una calle adoquinada bajo la intensa luz de una farola, donde una anciana sentada en una silla de madera, me dio la bienvenida.

Cuando me puse en pie, una sensación de vértigo invadió mi cabeza, dejándome a punto de volver a abrazar el suelo, pero alguien me agarró y evitó mi caída. Al recuperarme, vi como una verja metálica marcaba el fin de la calle y dejaba entrever el vacío estrellado… ¡estábamos en pleno éter!

Escuché una risita en mi oído y una voz femenina, me dijo que hacía tiempo que no la abrazaba así. Al mirarla a la cara, confirmé que quien me sostenía era la mujer que me había llevado a la mansión… sonrojado, no supe contestar.

 

Como si leyera en mi mente que necesitaba respuestas, la anciana me explicó finalmente sus planes: la maniobra había sido arriesgada, pero debía encontrar la fuente de poder de los arquitectos y restaurar mi conciencia fragmentada. Me contó como a lo largo de los años, yo había sido su discípulo y quise conocer todo cuanto podía aprender… pero siempre fui demasiado osado y cada viaje, entrañaba peligros para los que son como nosotros.

Estaba demasiado impactado para creer lo que me decía y sólo podía negar con la cabeza. La anciana me respondió que tanto tiempo dejándome llevar por las corrientes de la costumbre y los deseos ajenos, habían desfigurado mi propia identidad y veía enemigos donde no existían… Que ya hacía tiempo, me olvidé de quién soy y de los que son como yo, de aquellos quienes éramos como hermanos y habíamos crecido, aprendido y sentido juntos a pesar de la distancia terrenal, mientras atravesábamos las Tierras del Sueño.

La otra mujer, me explicó que los recuerdos y sueños que llevaba teniendo desde el inicio del viaje a Kandora, no eran míos realmente, sino de un tal Vermeulen. Los arquitectos me los habían implantado de alguna forma para atraerme hasta la ciudad y comprobar si podía resultarles de utilidad.

 

Finalmente, ambas me dijeron que todavía no estaba preparado, aún debía volver a ser quien era y aceptar mi realidad. La puerta del edificio frente a nosotros se abrió y la anciana dijo que aquel a quien debía enfrentar, estaba ahí dentro.

Lleno de dudas, me dirigí a la puerta y bajé una pequeña escalera que llevaba al patio interior de una casa como en el que jugaba de niño, pero esta vez, la verja no me separaba de las calles de la ciudad, sino del oscuro e ignoto vacío…

Allí había un hombre, dándome la espalda. Cuando me acerqué, se giró lentamente y entonces encontré frente a frente a aquel a quien debía enfrentarme… Yo.

 

 

* https://trianarts.com/edgar-allan-poe-un-sueno-dentro-de-otro-sueno/#sthash.Wy2jJlju.AHTJNg7d.dpbs

Recogido en la antología: Poe y otros cuervos – Primeros poetas norteamericanos
Traducción de Antonio Rivero Taravillo
Ed. Mono Azul, 2006
ISBN: 978-84-934967-1-5

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Peich
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El hombre que se encontraba en medio del patio, se dirigió al viajero que acababa de entrar:

-Finalmente, vuelves a casa... ¿eh?

-No lo había planeado.

-Como de costumbre… planear nunca fue tu mayor virtud.

 

Una punzada de ira recorrió la espalda del viajero, que apretó los dientes y replicó a su doble:

-Sí, yo nunca fui el inteligente… no, mejor dicho, la rata de biblioteca incapaz de preguntar por la dirección de una calle.

-Cierto, fuiste el que pensaba que podía arreglar los problemas del mundo él solo… aunque el mundo prefiriera regodearse en ellos como un cerdo en su propia mierda.

 

El cruce de reproches continuó durante horas y aunque en esa dimensión, el paso del tiempo era algo relativo, la paciencia del recién llegado, sí que alcanzó su límite:

- ¡Cállate!

 

El viajero, no aguantó más y lanzó un golpe directo a la cara del erudito que recibió el impacto de lleno, giró sobre sí mismo y se desplomó en el suelo como un peso muerto. Intentó ponerse en pie, pero se arrastró y quedó sentado contra la pared mientras protegía su cabeza con las manos… riéndose.

Entonces, el Goldfinch viajero empezó a sentir náuseas, derrumbándose ante el súbito dolor que sintió en el rostro. Al llevarse las manos a la cara, estas se tiñeron de rojo vivo.

El Goldfinch erudito le dijo:

-Siempre buscando el conocimiento lo más lejos que pudieras llegar… y, aun así, todavía no eres capaz de entenderte. Sin embargo... Que bien se te da hacerte daño a ti mismo.

 

Todavía en el suelo, el viajero se fue recuperando poco a poco del dolor. Una marea de emociones le inundaba y los  recuerdos de toda una vida, brotaron de forma fugaz como una cerilla al encenderse, desfilando ante sus ojos e intentando encontrar un lugar de descanso en las habitaciones cerradas de su memoria.

Lentamente, el viajero miró al erudito, sintiendo una paz que hacía tiempo ya había olvidado y unas últimas palabras cómplices, se dieron entre los dos:

-No olvides lo aprendido...

-No dejes de comprender…

 

El erudito ayudó a levantarse al viajero, y cuando este se incorporó... sólo había un hombre en el patio. 

 

Goldfinch, volvió a donde se encontraban la anciana y la mujer, las miró sin decir nada y se fundió en un abrazo con ellas.

Más tarde, los tres caminaron hasta el final de la calle, la cual terminaba en unos muelles donde descansaba una pequeña embarcación blanca. Goldfinch y la mujer, se subieron a ella mientras la anciana los despedía:

-Tened cuidado, os seguirán... Y cuando lleguéis ante Umr At-Tawil…

-Lo sé maestra, cuídese.

 

Por fin, un nuevo barco blanco levó amarras y puso rumbo a través de las corrientes del sueño, hacia la última puerta.

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[Continuación del anterior documento]

La noche se extendía de manera cruel e impropia. Un concierto de horrores que se extendía en una arquitectura que lentamente se derrumbaba. Las paredes, gloriosas en su lujo, habían abandonado las meras percepciones de la realidad. Carne y sangre de colores cristalinos se revelaba con la caída de papel y madera. Criaturas hechas de ese mismo carnoso, pero etéreo material, se elevaban, miles de ojos inspeccionándonos, pero abandonándonos al momento.

 

Quizás fuera la influencia de la entidad que me sostenía la mano, quizás un regalo de la odiosa criatura que se llamaba a si mismo [Irreconocible] o, simplemente, no éramos los objetivos de esa monstruosidad. Finalmente, la decadencia absoluta dio paso a la ruina, derrumbándose los mucosos suelos bajo nuestros zapatos. En mi caída, fui sostenido por la nada.

 

El abismo se ha materializado en horrores a lo largo de mi carrera. Monstruos y heraldos de las profundidades, dinastías con maldiciones que reclaman como bendiciones o enloquecidos académicos corrompidos por las artes arcanas. Pero, sin duda, nunca había pensado en el espacio entre la consciencia y el final, la eternidad y lo finito, como algo tan bello. Mi cuerpo, inerte, en el espacio entre historias y horrores, contemplando la cara de los cuerpos celestes y las criaturas que llamábamos dioses moviéndose en sincronía. Fuegos fatuos que gritaban desde el centro de nuestra realidad, me cerraban el paso a contemplar a la monstruosidad que descansaba en el centro de las estrellas, pero el canto -la nana- que desprendían sus acólitos resonaba en cada neurona y átomo de mi ser.

 

Hasta que negros y viejos tentáculos me agarraron. Susurros de palabras malolientes y terribles, con sucesos llenos de amor, amargura y tragedia me envolvieron, protegiéndome o condenándome a no oír esa melodiosa canción.

 

Mis pulmones respiraron el aíre que habían olvidado que necesitaban, mis ojos palpitando en estallidos de color y distorsionando mi sentido de la visión mientras lo hacía. Dolía. Dolía existir. Cada onza de mi gritaba por regresar, por invocar el nombre de cada divinidad en los libros de ocultismo para que me regresasen a la bendición de ese estado, en el que inexistencia y omnisciencia. Pero, algo me detuvo. Como ramas de robles ancianos, como polvo entre libros, note mi garganta inflarse con la influencia de otra fuerza. Y, sin poder evitarlo, mi boca se lleno de invasiva tinta, que pronto tuve que expulsar en amagos de vómito. Lo que sea que me había rescatado se negaba a dejarme marchar.

 

Sin escapatoria, mis ojos se clavaron en el mundo bajo mis pies, pues sabía que si miraba arriba solo gritaría por la nostálgica apeirofobia que el cielo del mundo onírico invocaría.

 

El sueño se retorcía en dolor. Desde la distancia, una plataforma que se elevaba sobre miles de metros de la tierra, podía contemplar como el sueño se removía, como una enorme serpiente. Los edificios se juntaban, respondiendo como nervios, y se retorcían en formas curvilíneas hacia el centro, como si fuertes brisas empujaran sus materiales con una flexibilidad inherentemente imposible. El centro del sueño, esa parcela elegante y rodeada de naturaleza, vibraba en una tormenta de colores. El Director había abandonado cualquier amago de ficción, destrozando su propia obra en pos de encontrar a Goldfinch. Pues, sin duda, el enorme Iris en el que su campo y residencia se había convertido estaba buscándolo. No era orgánico, no en la forma en la que un ojo de un ser vivo se desarrollaba, pero si era una obra de cristal templado en el multicolor brebaje que había arrebatado a los soñadores. Una vorágine cristalina que arrancaba chillidos a la luz, reclamando respuestas de donde se encontraba su siguiente víctima.

 

Y, rodeada de ellos, veía la gran tragedia que había iniciado esto. El río que había separado esta ciudad de lo que pensaba era el Suroeste americano no era río. Más una costra cicatrizada, que señalaba como algo había partido con fuerza esta parte de las tierras del sueño. Sus aguas no eran líquido, si no la misma carne de este sueño añorando regresar al conjunto del mundo, pues en esta forma se encontraba aislada.

 

Quien quiera que hubiese iniciado este plan, el malnacido que ha creado esta pesadilla, había tomado un pedazo del mundo onírico. Algo inaudito. En la literatura del archivo habíamos tenido historias de humanos tomando el reinado de alguna zona de este mundo o dioses antiguos deformándose a placer, pero siempre bajo la lógica de este mundo. Esto era un trabajo más científico que arcano, una reconstrucción de una parte arrancada, como si alguien juguetease con la mano cortada de un soldado.

 

El sabor de la tinta negra se unió al de la bilis. La historia estaba por llegar a su conclusión y, honestamente, no sabía cual iba a ser. 

Esta publicación ha sido modificada el hace 2 años por Archivistas de Miskatonik

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