Este post es fruto de la colaboración con el maestro Santiago Eximeno y el último juego de rol de El Refugio
Expediente Maldito n°1:
"Gengis Khan" El Jengibre Maldito
Encontrado por un activista en el interior de un frigorífico abandonado entre las sombras reptantes de un callejón sin salida...
Invitamos a los diletantes de esta nuestra comunidad a crear el LORE de "Gengis", el Jengibre Maldito, contestando, mediante una breve historia, a una o todas las cuestiones que aquí se plantean:
> Definir su origen (Cómo llegó hasta ese frigorífico)
> Cuál es su maldición?
> Las tres reglas (aplicables, si es que las tiene, a todo aquel que se lo encuentre)
> Cómo acabaron sus anteriores propietarios?
> Cómo librarse de él?
En su frigorífico abandonado, Gengis, el Jengibre Maldito, aguarda soñando.
Expediente Maldito n° 2
El Hilo de Cora
Contexto:
Hace unas semanas que empecé el curso de costura... Es algo que mantengo en secreto, aunque si soy muy sincero conmigo, nadie se habría molestado en preguntarme.
-Un tipo raro haciendo un curso de costura-,
"Enhorabuena tartaja", me habría dicho el cabrón del "Pelao", "ya tienes el título oficial de capullo del siglo XXI".
A veces escucho al "Pelao" en mi cabeza cuando el mundo se me hace demasiado grande. Uno de esos sujetos indeseables que es fácil encontrarse en cualquier instituto de mala muerte. Es mi daemon particular... Se presenta en mi cabeza cuando le viene en gana, con sus pintas de matón de tres al cuarto y ese olor rancio a Ducados que me da ganas de vomitar.
Tengo 40 años, ansiedad y muy pocas ganas de levantarme por la mañanas. Hace más de 20 que "El Pelao" dejo los estudios y abandonó mi vida para siempre, y a pesar de todo, su fantasma todavía me persigue. Mi psicólogo me recomendó que hiciera alguna actividad para paliar los nervios, y me pareció que la costura era una idea tan buena como cualquier otra. Además, Hada, la vecina octogenaria de la escalera izquierda, lleva más de 60 manteniendo en pie un negocio por el que nadie habría dado cuatro duros. Es el único taller de reparación y remiendo que queda en 30 km a la redonda y eso que con la crisis proliferaron unos cuantos. Pero ya quedan pocas cosas en el barrio que no sean salones de juego o supermercados. La mitad de los locales mantienen el cartel de se alquila mientras se pudren, vacíos, oscuros y malolientes como nidos de ratas. No sé como lo hace Hada, de verdad, pero es increíble el acabado que le da a sus arreglos. Puede resucitar cualquier prenda que uno haya dado por perdida...
Continuará...
"Calenda Etnobotánica". Decía la portada del grimorio que descansaba sobre la mesa del alquimista.
"Compendio de plantas rarísimas, fenómenos contranaturales y mística vegetal".
Los padres fundadores de la orden del blasón de A'tuin se habrían llevado las manos a la cabeza ante un hallazgo de semejante relevancia. No todos los días un simple aprendiz de queloniogista se topa con algo tan impresionante...
A sabiendas de que aquel sería posiblemente el último ejemplar de la biblia de la necrobotánica aplicada, agarré el tomo polvoriento, lo escondí en mi macuto, y seguí revisando la estancia en busca de otras pistas y reliquias.
La casa del hechicero, en pleno centro de Ankh Morpork, había sido saqueada después del incendio, probablemente provocado por algún tipo de dispositivo que se limitó a chamuscar su avejentado cuerpo, pero dejó intactas las estancias principales de su laboratorio secreto. Lo que me hacía pensar que el asesino conocía bien la química del sulfuro, el hechicero había muerto por el método cerilla... Una muerte terrible aunque visualmente espectacular... Y entre las cenizas y el polvo, la pregunta seguía flotando en el aire como una polilla ebria de luz artificial ¿Quién había matado al legendario Gilberto de Ozanda? Alquimista, matemático, nigromante, abogado, astrólogo y sexador de pollos al servicio de los más sucios negocios de la Universidad Invisible... Su cadáver todavía humeante me miraba desde el suelo con la mandíbula a medio desencajar... Tenía que averiguar todo lo posible antes de que apareciesen los guardias...
Estaba claro que las alcantarillas del poder en Ankh Morpork guardaban algo más que excrementos de rata y secretos impíos y los queloniogistas de la orden de A'Tuin estábamos dispuestos a desentrañar el misterio, no en vano, Gilberto era uno de los enemigos más selectos de nuestra secreta agrupación... Resultaba inquietante pensar que había muerto tan inesperadamente, hábil como era esquivando a la parca, y más inquietante aún nos resultaba que no habíamos sido nosotros los que le entregaran al abrazo de las sombras... Acaso habría fingido su propia muerte? Precisamente eso había venido a descubrir... Yo mismo me había criado con historias sobre su deleznable labor...Y al ser ésta mi primera misión, me hallaba francamente impresionado, así que traté de centrarme en lo esencial... Quién había matado a Gilberto?
La necesidad de airear los vapores tóxicos de muchos de los experimentos de su laboratorio no ayudaba a mantener la discreción... y la comunidad de vecinos del edificio, harta de sufrir todo tipo de trastornos, desde plagas de sapos voladores hasta epidemias de verborrea, decidieron de mutuo acuerdo contratar al gremio de asesinos para terminar con la vida de su enigmático vecino... Una práctica habitual, por otra parte, la de contratar asesinos en las comunidades de vecinos. Por lo que había precedentes en esta cuestión... Pero el crimen era demasiado elaborado... Demasiado, perfecto... Y el condenado Gilberto, demasiado astuto como para dejarse matar por cualquier gremio de tres al cuarto...
"Que parezca un accidente", decía la carta que nuestros espías habían interceptado aquella noche. A pesar de todo, llegamos tarde. para cuando me adentré sigilosamente en sus estancias... Su cadáver ya estaba a medio chamuscar... Y aquello parecía de todo menos un accidente... Además, habían destrozado buena parte de su laboratorio sin usurpar las reliquias más valiosas... en busca de qué...?
Fue entonces cuando lo escuché... un gritito sutil y de cierta gravedad que procedía de alguna parte en el exterior del patio... El callejón trasero del laboratorio era un impasse que servía como vertedero para algunos de los comercios del barrio... y como toilette para nuestro querido nigromante...
Al principio no le di importancia, pero después... el chillido se repitió, insistente... una, dos y hasta tres veces... un hipnótico aroma cítrico y picante empapó entonces mis papilas... Y seguí, completamente hechizado, el origen de aquel canto grave y espectral...
Al abrir la puerta que daba al exterior, ni tan siquiera el apestoso hedor de los restos que se acumulaban en las orinables esquinas del callejón, me privó de la fragancia fresca de mi invitación... Además de basura y heces, la desolada callejuela, estaba repleta de arcones de madera de tamaño considerable. Todos parecían sellados con candados, y tenían extraños símbolos grabados en la tapa, como si fuera una lengua desconocida compuesta por grafías similares a... vegetales? Tubérculos? Legumbres? Frutas y verduras? El grimorio se agitó en mi macuto como si tuviera vida propia y de nuevo, la voz aguardentosa de algo, algo antiguo y maléfico que ahora surgía claramente de uno de aquellos arcones... Me habló.
Aaagh insignificantes homínidos, como os atrevéis a encerrarme a mí en este pútrido agujero...Yo que he hoyado las profundidades del mundo desde inmemoriales tiempos, yo que conozco los secretos del submundo y he echado raíces hasta palpar el caparazón de la poderosa A'Tuin...
Yo os maldigo!! Y te maldigo a ti miserable bípedo de pulgar oponible.... Tu me sacarás de aquí y me ayudarás a encontrar a los autores de esta afrenta... no quedará de esta ciudad más que tierra removida para deleite de mi estirpe...
Y sin más, siguiendo las indicaciones del extraño engendro, agarré una piedra próxima y destrocé el cerrojo del arcón, que se abrió de un golpe terrible, ofreciendo la aterradora visión de una criatura surgida de las pesadillas del recto de A'Tuin... una raíz gruesa de rasgos humanos, se retorcía entre la tierra agusanada y fresca, que llenaba casi por completo el arcón y sus ojos malignos se clavaron en mí... y supe que aquel era Gengis, el destructor... Gengis el tubérculo legendario de las antiguas leyendas veganitas... supe que mi destino había sido marcado, y que Anhk Morpork estaba condenada.