«Conducta en los Velorios» de Julio Cortázar

Family Reunion by Laurie Lipton Noviembre Nocturno

«Conducta en los Velorios» de Julio Cortázar

 

En esta ocasión tenemos el privilegio de colaborar con el talento musical de César Daniel Pascual Vallejo que ha puesto banda sonora a nuestro relato de esta noche, con una magia inusitada.

 

Podéis seguir sus obras y delirios a través de su perfil de Facebook
Historias de Cronopios y de famas fue publicado por la editorial Minotauro en 1962. Se trata, sin duda alguna, de una buena muestra de la esencia Cortazariana. Desde aquella primera edición, el Maestro Cortázar nos hablaba de la innecesaria afición de los críticos y estudiosos de la literatura por buscarle un sentido estricto y racional a sus relatos. Despiezarlos y ordenarlos, hacer del imperio de la lógica una bandera que permitiese comprender lo incomprensible. Quizá sea inevitable que los motores racionalistas de la humanidad se pongan en marcha cada vez que un escritor se adentra en las esferas del surrealismo y vulnera los límites de lo explicable. Porque todo debe tener un sentido, todo debe conducirnos a alguna parte…

 

Pero Cortázar siempre negó estas categorías y apeló con frecuencia al desvarío de la imaginación, a la hipérbole y la exageración, a la ironía, el humor, la magia o la desdicha de disfrutar una historia por el mero disfrute de la sensibilidad y las sensaciones que nos transmiten sus palabras. Como un acto espontáneo, una tarde en familia, una risa, una visita al médico, un llanto, una siesta o un suspiro de alivio, una mirada felina, un paseo o un parpadeo.

 

Julio Cortázar Noviembre nocturno

Julio Cortázar

 

Mucho se ha interpretado sobre cronopios y famas, especialmente sobre su última parte , donde se dice que Cortázar describe a los actores sociales de su época; los famas serían los privilegiados y burgueses de la Argentina de los años 50-60, y los cronopios una clase media que pretende alcanzar el estatus de los famas, sumidos unos en la apatía y otros en la esperanza.

 

Pero el propio Cortázar confesó su incapacidad para explicar racionalmente sus cronopios y famas. Su ficción se alimentaba de la realidad y la imaginación, y quizá gracias a que la vida nos ofrece con frecuencias vivencias y desventuras surrealistas, Cortazar, simplemente se dejó llevar por todas ellas, las manipuló con talentos innegables, transformando lo cotidiano en algo sublime y haciendo que la monotonía y los quehaceres mundanos bailen la sinfonía de una imaginación irrepetible.  Incluso a pesar de lo paranormal que nos resulta este fenómeno, si lo pensamos, es en parte la esencia de lo que ocurre con el pensamiento humano, con las artes y las esencias, nos empeñamos en dirigir todos los espacios y los tiempos hacia un todo explicable.

 

Incluso si admitimos que posiblemente sea cierto que muchas de estas historias tienen su origen en las vivencias del propio Cortázar, no dejan de ser otro espejo en el que mirarnos, el espejo distorsionado de un observador ebrio de irrealidades, un intérprete embebido de magia, un espectador alucinado, como aspiramos todos a serlo, al fin y al cabo, para darle al mundo algo que merezca sus pasiones y desdichas.

 

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