Ainulindalë de J.R.R. Tolkien

Ainunlindalë de J.R.R. Tolkien | Noviembre Nocturno 6

Ainulindalë de J.R.R. Tolkien

Imágen destacada: by Breana Melvin

Todas las culturas tienen su propia cosmogonía, una narración mítica capaz de explicar el origen del universo, de los fenómenos físicos y de la propia Humanidad. Para algunos pueblos egipcios de la Antiguedad, antes de que nada se creara sólo había un océano de agua inerte, una sustancia abstracta que simbolizaba la “no existencia” y yacía rodeado de una profunda oscuridad que no dejará nunca de existir, amenazando a la creación con derrumbarse y caerse sobre todo lo creado.

 

La diosa Kaila, venerada por lo Inuit, ordenó hacer un agujero en el hielo para pescar; y de este agujero fue sacando, uno a uno, a todos los animales que poblaron el mundo.

 

En todo el Extremo Oriente y Oceanía, existía un dualismo cosmológico que oponía dos principios fundamentales, por una parte la luz, el sol y el fuego, por otra parte la oscuridad, la luna y el agua.

 

Así, a la sombra de las hogueras conciliares, tan pronto el Universo emanaba de un huevo cósmico, como se alzaban las montañas de entre los restos fragmentados de un titán moribundo. La vida surgía de la unión del Cielo y de la Tierra, y los seres humanos nacían de la soledad de los dioses necesitados de compañía. De su envidia y sus enfrentamientos emergieron océanos de fuego; su amor y su pasión sembraron las semillas de la humanidad, de sus lágrimas brotaron los ríos y de su sangre los mares de lava del interior de la Tierra…

 

El reputado psiquiatra Carl Gustav Jung consideró entre sus teorías que la mitología no era tan sólo un modo expresarse para simplificar la realidad, “si así fuera, podríamos haber escogido cualquier otro medio más sencillo y comprensible, especialmente cuando representaba el único medio para expresarse conforme al espíritu de un tiempo mágico, que nos es lejano y desconocido.

 

Resulta curioso como Jung compara la mitología con la música para exponer esta teoría. Y como hay casos en los que sólo podemos expresar con música aquello que se ha «pensado» de forma mas sublime, porque lo sublime es algo que únicamente podrá expresarse con una materia susceptible de maravillar las consciencias (como la música).

 

Algo parecido sucede con la mitología. Porque al igual que la música también tiene un sentido inteligible que, como toda entidad inteligible generadora de satisfacciones, procura un gozo, lo mismo le sucede a todo verdadero mitologema. Este sentido, tan difícil de expresar en el lenguaje de la ciencia, puede expresarse plenamente de un modo mitológico. De este aspecto de la mitología, plástico, musical y lleno de sentido, emerge la conducta adecuada para observar el mito sin prejuicio.
Como un niño que escucha por primera vez una canción de cuna, debemos permitir que los mitologemas hablen por sí mismos, y simplemente prestarles atención, dejar que sus imágenes simplemente nos arrastren como la marea de un tiempo sin historia.

 

 

Melkor

 

 

Así fue como las poderosas imagenes surgidas del mundo mitológico fascinaron al Maestro John Ronald Reuel Tokien, escritor conocido y venerado por una legión de lectores y amantes de la literatura fantástica, considerado por encima de sus otras facetas y aristas personales, como uno de los creadores de mundos más importantes de nuestro tiempo.

 

La mitología de El Señor de los Anillos nació de su conocimiento profundo de la cosmogonía como algo filósófico, pero también mágico, un lenguaje que le permitió moldear ese mundo imposible de sueños primigenios, como quien compone una melodía y manipula los códigos mundanos del lenguaje con el objeto de trascender el valor de las simples palabras. Así se crea un universo completamente original, y nacen los nuevos códigos. Un trabajo titánico, inabarcable todavía hoy en su plenitud.

 

Existe una materia especial que condiciona el arte de la mitologia: es la suma de elementos antiguos, transmitidos por la tradición -mitologema seria el término griego indicado para designarlos-, que tratan de los dioses y los seres vivos, combates de héroes y descensos a los infiernos, elementos contenidos en relatos conocidos y que, sin embargo, no excluyen la simulación de otra creación mas avanzada. La mitología es el movimiento de esta materia: algo firme y móvil al mismo tiempo, material pero no estático, sujeto a transformaciones. Quizá sea por eso que la comparación más cercana con este aspecto de la mitología es la música. El arte de la mitología y la materia de la que se sirve se cumplen en una sola y misma manifestación, como se une el arte del compositor y su materia en el mundo de los sonidos. La obra musical considera al artista como creador y nos muestra al mismo tiempo el mundo de los sonidos, tal y como los alcanza a modelar. Y no pasa desapercibido ese duelo de composiciones como origen del universo, es así como los Valar componen sin saberlo las melodías que daran lugar al Mundo, en una improvisación cósmica que rebasa su propio entendimiento, y sólo Iluvatar sabe cuál es su propósito, incluso enfrentado a los arrebatos de Melkor, Ilúvatar aguarda, respetando de algún modo la necesaria confrontación de las fuerzas presentes en el universo.

 

 

Morgoth

 

Si bien las interpretaciones de la obra de Tolkien son numerosas y todavía hoy más que discutidas, nosotros queremos llamar la atención sobre las últimas frases de este maravilloso relato de la creación (Ainulindalë). Porque «se dice entre los Eldar que los Valar se esforzaron siempre, a pesar de Melkor, por gobernar la Tierra y prepararla para la llegada de los Primeros Nacidos, y construyeron tierras y Melkor las destruyó; cavaron valles y Melkor los levantó; tallaron montañas y Melkor las derribó; ahondaron mares y Melkor los derramó; y nada podía conservarse en paz ni desarrollarse, pues no bien empezaban los Valar una obra, Melkor la deshacía o corrompía. Y, sin embargo, no todo era en vano; y aunque la voluntad y el propósito de los Valar no se cumplían nunca, y todas las cosas tenían un color y una forma distintos de como ellos los habían pensado, no obstante la Tierra iba cobrando forma y haciéndose más firme».

 

Así que ya lo saben, no se rindan amigos, sigan construyendo a pesar de la destrucción, sigan creando a pesar de la corrupción, ahonden los mares de su imaginación aunque otros los derramen, tallen las montañas aunque otros las derriben, porque no todo será en vano, porque aunque su voluntad no se cumpla nunca del todo, aunque las cosas tengan colores y formas distintas a como las habíamos imaginado, la tierra seguirá cobrando forma y haciéndose más firme.

 

 

La fuente principal consultada para la realización de esta emisión es la obra de Carl Gustav Jung: «Introducción a la Esencia de la Mitología»

1 Comment
  • Buenas! Hay un error de tipeo en el título, dice «ainuNlindale» en lugar de «ainulindale». Excelente blog! Sigan así, muy interesantes los temas que tratan.

    enero 13, 2018 at 3:59 pm

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